Un
cabo que era casi un niño cuando se produjo el golpe. Preso desde hace 5 años
sin sentencia. No sabe porque. Un hombre simple y sencillo de provincia. Como
cualquiera de los gendarmes que vemos en los operativos.
Un
coronel al que nunca le probaron nada, le dieron prisión domiciliaria, pero ha
decidido rechazar el beneficio mientras haya un subalterno suyo preso.
Otro
que vio morir a su padre Gerente de una empresa acribillado a balazos. Militar
de baja graduación en tiempos de la guerrilla, que pensó (erróneamente) que
hacer la carrera militar para combatir a las SINIESTRAS BANDAS GENOCIDAS
TERRORISTAS que asolaban argentina en los 70 para evitar que sigan muriendo
civiles y ser esclavizados por los socialistas, era su humilde servicio a la
patria.
Otro
que al momento de un sorpresivo tiroteo en Santa Fe donde murieron soldados y
terroristas le tocó en suerte ser una de las autoridades con jurisdicción aunque
nunca estuvo en el lugar de los hechos... (Peor le fue a un soldado que sí
estuvo en el lugar de los hechos, recibió un balazo en el casco, fue
hospitalizado y este detalle -su hospitalización- permitió individualizarlo y
30 años después condenarlo a perpetua...
Varios
héroes de guerra de Malvinas, cuyas hazañas y actos heroicos serían en
Inglaterra ocasión de una estatua en vida en sus pueblos.
Etc.
etc. etc. Nada me extraña porque he leído un fallo a pedido de otro condenado
que me lo solicitó: “decime porque me
condenan... de que me acusan... yo durante todo el proceso hice actividades
administrativas en el Ministerio de Relaciones exteriores y jamás participé de
operativo alguno”. Sabía que las sentencias son larguísimos escritos (la
que menciono más de 10.000 fojas...) con condenas establecidas a priori y cuyos
fundamentos son una confusa mezcla de leyes posteriores a los hechos,
desopilantes teorías filosófico jurídicas y testimonios de personas que
previamente pasan por una suerte de terapia de grupos dirigidas por psicólogos
y dramaturgos de los organismos de DDHH. Pero escuchar y conocer los casos
personales me conmovió.
No
los nombro, para no agravar su situación.
Llegué
a la misma conclusión que el Coronel Emilio Nanni: “Argentina merece el comunismo”. No lo deseo; ni pienso que todos
los argentinos lo merecen. Pero sin ninguna duda, si existe algún país, alguna
población, que merece el comunismo, es Argentina.
Y
honestamente creo, que no saldremos de nuestra permanente zozobra económica, que
no tendremos República, ni paz, ni progreso, hasta que no saldemos esta deuda
con nuestra propia dignidad como Nación.
Tenemos
una cita pendiente con la verdad.
Gabriel Vénica
Recomiendo
visitar a los presos políticos.... Los verdaderos.
NOTA: Las imágenes y destacados no corresponden a la nota original.
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