Buenos Aires,
10 de octubre de 2019
Sr. Director
La frase “señores
jueces, nunca más”, que se hiciera famosa al término del juicio a la
junta militar durante el gobierno de Alfonsín, sin dudas ha sido un punto de
inflexión de la historia contemporánea argentina, y sobre eso creo que hay un
consenso generalizado entre los argentinos.
Pero, contrariamente,
donde seguro no hay consenso, es en el significado que se le da a ese punto de
inflexión. En efecto, para muchos (confundidos, a criterio de quien esto
escribe), a partir de entonces es el punto que marca el fin de los golpes de
estado, el fin de las dictaduras militares y el fin del genocidio de inescrupulosos
miembros de las FFAA de Seguridad y Policiales que “disfrutaban” torturando y matando a miembros de una juventud
idealista a quienes, encima, también les
robaban sus bebes.
Para otros, en
cambio es todo lo opuesto. En efecto, es el punto de partida de una visión
sesgada de la realidad, es el inicio de una división que se consolidará con el
tiempo y que se llegará a conocer como “la
grieta que divide a los argentinos”. Es
el inicio del odio y del revanchismo de los terroristas subversivos que
perdieron la guerra en el terreno militar y la continúan mediante la guerra
psicopolítica.
Es también el
inicio de una Argentina grotesca en la cual predomina y se impone un relato no
real de la historia donde los buenos pasaron a ser los malos y los malos los
buenos, pues no es un “nunca más” para
los subversivos que sembraron de sangre al país. Es el tiempo donde los
terroristas subversivos que ponían bombas y torturaban y mataban a mansalva,
serán reconocidos por los poderes políticos de turno y recibirán cuantiosas
sumas de dinero falsamente indemnizatorias como si se tratase de un premio por
sus matanzas. Al mismo tiempo quienes
los combatieron en el campo militar serán arbitrariamente juzgados y condenados
a prisión por el resto de sus vidas.
Desde aquél
1983 hasta el presente 2019 esta ha sido la estrafalaria realidad argentina. En
el camino han quedado brillantes miembros de las Fuerzas del Orden de la Nación
que sin pruebas fueron condenados y murieron en la prisión, mientras que muchos
de los terroristas subversivos con varios asesinatos sobre sus espaldas,
ocuparon y aún ocupan cargos en la administración pública desde donde hacen
posible la venganza hacia sus antiguos enemigos de uniforme.
Pero, pese a
esta oprobiosa situación que viven los miembros de las FF.AA. de Seguridad y
Policiales, el 5 de octubre próximo pasado ha ocurrido algo que bien podría
calificarse como otro punto de inflexión. En
efecto, el reconocimiento hecho por el presidente Macri hacia el Ejército
Argentino por su participación en la defensa del RI Mte 29 de la provincia de
Formosa ante el ataque subversivo terrorista provocado por la organización
montoneros el 5 de octubre de 1975 permite ver con un poco más de optimismo el
futuro de nuestro país, aunque bien sabemos que, en la Argentina, nunca nada es
seguro y que, de la mano de esta democracia totalmente degenerada y corrompida
en menos de 24 horas podemos volver otra vez a la situación anterior sin que a
nadie se le mueva un pelo. Para
quienes estuvieron muy atentos a las palabras del presidente en la formación
conmemorativa llevada a cabo en el Regimiento de Patricios, quedó totalmente
claro que, los atacantes eran subversivos y asesinos, mientras que las víctimas
de estos que murieron defendiendo su cuartel fueron considerados y homenajeados
como héroes.
En tal sentido, este acto bien puede considerarse
como el inicio del camino hacia la verdad tan añorada por miles y miles de
argentinos y a partir de entonces por qué no pensar en la reconciliación
nacional.
Podrá
argumentarse en contra de estos conceptos que la medida adoptada por MM es
netamente electoralista y que lo hizo para obtener el voto de las FFAA y de la
familia militar, y coincido absolutamente con ello ya que en más de un escrito
he expresado que MM es un hombre sin convicciones y que no tiene el más mínimo
apego por las instituciones armadas a las cuales ha ignorado olímpicamente a lo
largo de su gestión… de eso no hay dudas. Pero más allá de que el acto haya
sido plenamente electoralista, lo que importa hoy, es su resultado político. Y
desde ese punto de vista, no hay duda sobre los potenciales efectos positivos
que esa medida traerá aparejada.
Sin pecar de
un optimismo exagerado, para los sostenedores del sesgado “señores jueces,
nunca más”, desde un punto de vista Cristiano de la vida que rechaza el horror
y la mentira, me permito parafrasear lo dicho afirmando: “señores terroristas subversivos,
jueces y políticos corruptos”, “¡Nada es para siempre!”…
¡Por Dios y
por la Patria!
Hugo Reinaldo Abete
Ex Mayor E.A.
Ex Mayor E.A.
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