Los memoriosos recordamos otras
épocas, ¿época de vacas gordas?, a una Sabina Fréderic[1] en
ese entonces subsecretaria de Formación Militar en el ministerio de defensa,
con su bello aire de anchoa fatigada despidiendo, malvestida e incómoda, en un
buque de la Armada, la partida de una comisión naval por encargo de su mandamás
en el ministerio, la popular Nilda. La misma que hizo
correr el bulo que era la aguerrida “Comandante Teresa” cuando en realidad su
arma era la sábana y no el FAL.
Ahora que estamos en época de vacas
flacas, a la Frederic la han nombrado, con lapidaria lógica o
simplemente por orden del “Perro”, ministro de Seguridad. Esto es
la señal de partida para que los argentinos nos vayamos haciendo a la idea de
que la Policía Federal, la Gendarmería y la Prefectura no están para
cuidarnos, sino que, cumpliendo las órdenes de la antropóloga, ellos están
obligados, antes que nada, a privilegiar la vida de las “víctimas de la
sociedad” por sobre la vida de cualquier gil que quiera moverse en libertad por
trabajo, descanso o lo que sea. Que los muertos, siguiendo la tradición
argentina, sigan siendo los honrados y los victimarios los omnipresentes
motochorros, cuchilleros, patoteros o simplemente ladrones “que salen de caño”
no hace a la cuestión. Son marginados y eso, a la antropóloga le parece
razón suficiente para que sean tratados con delicadeza.
No son momentos de olvidar que para
esta “progre” cualquier uniformado que porte un arma para defendernos,
defenderse o hacer cumplir la ley es un psicópata que padece una enfermedad
llamada, por los del “palo” de la ministro, “gatillo inquieto”.
Es así que la ministro ha decidido
“desarmar” a las Fuerzas de Seguridad y, pontificando desde la seguridad de su
despacho sobre lo que debe y no debe hacer un agente del orden en medio de un
tiroteo, les ha dado a estos la posibilidad cierta de engrosar las
listas enlutadas de caídos de las Fuerzas.
En este casi mes y medio de actividad,
la antropóloga ha urdido una ensalada de twitts y marchas y
contramarchas, productos de los encontronazos que se producen por lo que debe
ser su función, sus concepciones ideológicas y la ineptitud propia que
el presidente enmascara con empeño. Debemos decir a su favor que la mayoría
de sus opiniones han suscitado aplausos en las filas “progres” y de la
izquierda.
Algunos de estos seguramente le
perdonen, por ideología, que haya dicho que “calificar a Hezbollah como
una organización terrorista es comprar un problema que no tenemos”,
pensando que quizás el 18 de julio de 1994 la antropóloga flotaba en una nube
de flatos y no se enteró de la bomba y los muertos, o también puede ser- es lo
que nos sugiere la ligereza del comentario- que adhiera a la
teoría del senador Pérsico del Frente para la Victoria, para el cual lo de la
AMIA había sido un “False Flag” producto de una pelea entre israelíes
laboristas y ultrasionistas y la muerte del fiscal Nisman un daño
colateral de esta reyerta; pero, piense lo que piense y, aunque crea que es
un hecho anecdótico que la justicia argentina haya acusado a Hezbollah
del hecho, hay ochenta y cinco argentinos asesinados que aún claman justicia.
Un video reconstruye "asesinato" de Nisman, según las pericias efectuadas por Gendarmería Nacional |
Es cierto que la irreflexión que
entrañan las ideas que la ministro tiene al respecto de la seguridad de los
argentinos ha molestado a un ministro provincial del ítem, prohijado por la
vicepresidente. No obstante, con una rapidez de reflejos producto de su
entrenamiento para cambiar de opinión aún en los temas más ríspidos, Albertico
Fernández ha salido a decir que Sabina, no Joaquín, sino la ministro, “expresa
exactamente lo que el gobierno nacional cree que hay que hacer en materia de
seguridad y cuenta con su apoyo".
Por esto, junto a la indefensión que
los argentinos empezaremos a transitar de nuevo, cabe hacerse una nueva
pregunta: ¿Quién manda en Argentina, Cristina o el “Perro” Verbitsky?
Buenos Aires, 24 de enero de 2020
José Luis Milia
Non nobis, Domine, non nobis. Sed
Nomini tuo da gloriam.
NOTA: Las imágenes y destacados no corresponden a la nota
original.
[1] Era el acto de la zarpada del viaje de instrucción de
la Fragata A.R.A. Libertad, ceremonia normalmente presidida por el presidente
de la Nación y ocasionalmente por el ministro de Defensa.
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