“La verdad os hará libres”
(Juan 8:31-38), la posverdad, no
Por Jorge P. Mones Ruiz 16.02.2020
El
término posverdad, según el actual director de la Real Academia Española Darío
Villanueva, quiere decir que las aseveraciones dejan de basarse en hechos
objetivos, para apelar a las emociones, creencias o deseos del público. Posverdad o mentira emotiva es un
neologismo que describe la distorsión deliberada de una realidad (ideología) en
la que los hechos objetivos tienen menos influencia que las apelaciones a las
emociones y a las creencias personales, con el fin de crear y modelar la
opinión pública e influir en las actitudes políticas y sociales.
En
el mito de la caverna de Platón, el filósofo griego planteaba que la verdad es
independiente de nuestras opiniones. Siempre está, aunque nadie crea en ella.
Sin embargo, esta idea también tiene un lado oscuro: la mentira, que también
puede subsistir y acaparar toda la atención porque, si bien no describe
fielmente la realidad, no le hace falta; simplemente funciona en nuestras
cabezas. Nos permite construir un relato. Por eso sobrevive.
Entre
la verdad y la mentira existe, pues, un terreno cenagoso que escapa a esas dos
definiciones: la posverdad, que en reemplazo de la verdad, sienta las bases
para instalar el “negacionismo” como
sutil arma de la revolución política y cultural vigente en la Argentina. De acuerdo
al autor Paul O'Shea, “es el rechazo a
aceptar una realidad empíricamente verificable. Es en esencia un acto
irracional que retiene la validación de una experiencia o evidencia históricas”.
El autor Michael Specter define el negacionismo grupal cuando “todo un segmento de la sociedad, a menudo
luchando con el trauma del cambio, da la espalda a la realidad en favor de una
mentira más confortable”.
Resulta
que ahora quieren legislar para acusar a quienes, basados en la verdad, se
oponen a la “historia oficial”
construida sobre la posverdad: una ley mordaza a la libertad de expresión,
propia de regímenes totalitarios o de novelas fantásticas, como Un Mundo Feliz
de Aldous Huxley o 1984 de George Orwell. Lo curioso es que si de negacionistas
hablamos, los primeros en merecer esa calificación son los que quieren instalar
semejante adefesio jurídico.
ANTIHISPANISMO
Probaremos
casos concretos sobre esto último.
Ciertamente,
desde hace varios años cunde una visión (relato) antihispánica, anticatólica,
indigenista y pagana (“Leyenda Negra”)
que nada tiene que ver con la realidad histórica investigada por verdaderos
especialistas académicos nacionales y extranjeros. En la Argentina brotaron una
serie de “cartoneros de la Historia”,
como acertadamente los caracterizaba un notable profesor, miembro de la
Academia Nacional, a quien tuve la suerte de tenerlo como profesor hace algún
tiempo. Pseudohistoriadores malversan los hechos del pasado con una clara
intencionalidad política-ideológica. Se trata del conveniente relato o
posverdad.
En nuestro país, uno de los colmos de la política
difusora de la posverdad progresista llevó a cambiar el nombre de Día de la
Raza por el Día del Respeto a la Diversidad Cultural (3 de noviembre de 2010),
como si la denominación anterior hubiese sido inspirada por un oligarca
racista, algún trasnochado militar golpista de derecha o por el “Kennel Club”. Otro relato posverídico.
Nada
más lejos de la realidad. Recordaremos declaraciones de dos presidentes que
gobernaron la Argentina en el siglo XX. Paradójicamente, hoy muchos de sus
seguidores contradicen la opinión de esos líderes; enarbolan un antojadizo
relato negando la verdad histórica proclamada y seriamente documentada por
aquellos mandatarios.
De
hecho, fue el presidente Hipólito Yrigoyen que inspiró el feriado 12 de octubre
como “Día de la Raza”:
“…La España descubridora y conquistadora volcó
sobre el continente enigmático y magnífico el valor de sus guerreros, el
denuedo de sus exploradores, la fe de sus sacerdotes, el preceptismo de sus
sabios, las labores de sus menestrales, y obró el milagro de conquistar para la
civilización la inmensa heredad en que hoy florecen las naciones americanas...”
(Decreto del 4 de Octubre de 1917)
Años
más tarde, el Gral Perón coincidía con el líder radical. En un discurso
pronunciado en la Academia Argentina de Letras el 12 de octubre de 1947, Perón
decía:
“…La historia, la religión y el idioma nos sitúan
en el mapa de la cultura occidental y latina, a través de su vertiente
hispánica, en la que el heroísmo y la nobleza, el ascetismo y la
espiritualidad, alcanzan sus más sublimes proporciones”(…),“reverenciar a la
madre España, (…) afirmar la existencia de una comunidad cultural hispanoamericana de la
que somos parte y de una continuidad histórica que tiene en la raza su
expresión objetiva más digna” (…) “Para
nosotros los latinos, la raza es un estilo. Un estilo de vida que nos enseña a
saber vivir practicando el bien y a saber morir con dignidad”.
En
su discurso, Perón también defendió la conquista y evangelización de nuestra
Madre Patria, nunca habló de “genocidio”,
como hoy sostienen que hubo muchos de sus ex discípulos:
“…Venía para que esos pueblos se organizaran bajo
el imperio del derecho y vivieran pacíficamente. No aspiraban a destruir al
indio sino a ganarlo para la fe y dignificarlo como ser humano”
(…) “Para nosotros los latinos, la raza
es un estilo. Un estilo de vida que nos enseña a saber vivir practicando el
bien y a saber morir con dignidad” (...) “Porque la difusión de la leyenda negra, que ha pulverizado la crítica
histórica seria y desapasionada, interesaba doblemente a los aprovechados
detractores”.
La
pregunta que nos hacemos es: ¿Quiénes dicen la verdad y quiénes la “niegan”, sosteniendo la posverdad o
relato? ¿Irigoyen y Perón o los nacionales y populares del siglo XXI, los “aprovechados detractores”?
INFILTRADOS
Otro
ejemplo sobre un hecho más reciente.
Como
consecuencia de la guerra revolucionaria librada en nuestra Argentina se
produjo un “sinceramiento ideológico”
de los diferentes actores que protagonizaron aquellos acontecimientos. La
ruptura entre el gobierno de Perón y un sector importante de sus seguidores
ensangrentó al país y obligó a tomar posiciones.
Hoy
día, ex terroristas reciclados en políticos y otras profesiones son patéticos
heraldos de la posverdad; son los que traicionaron al General hace cuatro
décadas y hoy se cobijan bajo su figura, deshonrando su memoria y su doctrina,
aunque apelen a sus frases docentes: “…como dijo el General…”); hasta siguen
canturreando la “Marcha de los Muchachos”, a la cual, “heréticamente”, le
agregaron estrofas que reivindican a una organización (la JP – Juventud
Peronista) que fue en su momento anatematizada por el propio General. Se trata
de una cáfila nacional y popular, huecos lenguaraces de cuentos mendaces
surgidos de la “caverna de Cristina”, usina de relatos y caprichos que
anonadarían al mismísimo Platón.
Dijo
Perón el 1 de Mayo de 1974 desde la Casa Rosada y refiriéndose a los Montoneros
(ex “juventud maravillosa”) y otras organizaciones subsidiarias:
“...estos infiltrados que trabajan adentro y que
traidoramente son más peligrosos que los que trabajan desde afuera, sin contar
que la mayoría son mercenarios al servicio del dinero extranjero”
(…) “Mocosos imberbes y estúpidos…”
No
eran como sostiene el actual relato: ni jóvenes idealistas ni perseguidos o
muertos por pensar diferente. El difunto General ya había ordenado
exterminarlos el 20 de enero de 1974. Su sucesora, poco tiempo después,
decretaría su aniquilamiento.
El
Dr. Ricardo Balbín, jefe del radicalismo de entonces, no se quedó atrás; y el 6
de octubre de 1975 declaró:
“La guerrilla metida en los montes carece de
banderas y de sentimientos; no tiene sentimientos porque destruye y no tiene
banderas porque es antinacional. Hay un seguro de vida contra ellos; cuando
atacan no miran a quienes matan y cuando los toma la Justicia reclaman la solidaridad
del pueblo para sacarlos; es decir que la guerrilla con seguro de vida es la
guerrilla de los cobardes”.
¿A
quién creer?
¡¡Cuántos
de esos “infiltrados, traidores, imberbes
y estúpidos” volvieron de la guerrilla y el terrorismo, mutados en demócratas
e indemnizados con cuantiosas sumas de moneda imperialista, y cuántos hoy
ocupan cargos públicos!! Es que el relato (posverdad) fue y es, sobre todo, un
fenomenal negocio. Obviamente, solventado con dineros públicos.
Sigamos
con otra posverdad o relato.
Muchos
escribas de historietas dentro de la corriente populista, más proclives al
marketing mediático que a la investigación profesional de la historia,
descubrieron un General Julio A. Roca genocida, feroz, oligarca y antipatria.
No pocos compraron ese relato y derriban o pintan monumentos del militar,
cambian su nombre en calles o pueblos y falsean su historia en las aulas de
nuestras escuelas. ¿Tan “inculto” era
el General Perón que no estaba al tanto de las felonías del (dos veces)
presidente de la República? ¿Cómo se le ocurrió la “nefasta y reaccionaria” idea de cambiar el nombre del Ferrocarril
del Sud cuando lo nacionalizó en 1948, reemplazándolo por Ferrocarril General
Roca, honrando “injustamente” al “Zorro” tucumano? Un político o militante nacional y popular
que me lo explique, por favor. Mientras tanto me defino “negacionista” respecto a la versión difamante sobre la figura del
General Julio Argentino Roca.
Finalmente,
el relato (posverdad) más grotesco es el mito de los 30.000 desaparecidos,
víctimas, según los que sostienen esa cifra, del último gobierno militar. Lo
curioso es que fue el propio estado, durante los últimos gobiernos de Kirchner
y Macri, el que niega esa cantidad. El último número oficial es de 6.447
desaparecidos (la mayoría guerrilleros y terroristas), más allá de que varios
aparecieron. La demostración palmaria de que el relato es una construcción
política-ideológica, y en este caso un garrafal negocio, es que algunos hoy
pretenden, ley por medio, penalizar a los que proclaman la verdad histórica, so
pena de ser catalogados como “negacionistas”,
neologismo absurdo e hijo putativo de la posverdad. En este caso, también me
declaro “negacionista”, me amparo en
los números oficiales del Estado Argentino, no en mitos.
Me
pregunto a la luz de todo lo mencionado: ¿Quiénes son los verdaderos
negacionistas? Estos relatos ideológicos y falaces nos constan que lo son
porque fuimos testigos o protagonistas de los hechos históricos, o al menos
recurrimos a fuentes serias para informarnos. Pero las nuevas generaciones
están siendo embebidas por ese cúmulo de posverdades a las que hay que
desenmascarar. Es una acción necesaria y permanente para, como decíamos en
artículos anteriores, recuperar nuestro pasado verdadero, con sus luces y sus
sombras, rescatando nuestra esencia y restaurando los valores heredados a
través de generaciones. Y así, finalmente, poner a la Argentina nuevamente de
pie.
Jorge P. Mones Ruiz
Licenciado
en Estrategia y Organización y ex Mayor del Ejército Argentino
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