No voy a analizar en detalle el tan
lamentable fallo del martes de la Corte Suprema -¡honor a Carlos Rosenkrantz,
que no aceptó firmar ese triste y confuso engendro!- pues ya lo han hecho todos
los grandes constitucionalistas y los mejores analistas políticos en diarios,
revistas, radio y televisión. Sólo diré que los cuatro magistrados que lo
suscribieron (Ricardo Lorenzetti, Juan Carlos Maqueda y Horacio Rosatti, a
quienes se sumó Elena Highton de Nolasco) enterraron a la Constitución y a la
división de poderes que ella establece y garantiza y, así, dieron la razón al
Talmud cuando en él se escribió hace miles de años: "Desgraciada la generación cuyos jueces merecen ser
juzgados".
El adefesio que emitieron pretende,
infructuosamente por cierto, quedar bien con Dios y con el diablo, traducido en
que mantiene a los jueces en sus cargos hasta tanto se substancien nuevos
concursos. En condiciones normales, ese trámite implica muchos años de demora
pero, en la Argentina K, tan apurada en resolver los problemas judiciales de su
dueña, urgida además por una probable derrota en las elecciones del año próximo,
no es así. Ya el Consejo de la Magistratura, colonizado por sus esbirros, a los
cuales apoyó para generar esta crisis la lavagnista Graciela Camaño, comenzó a
acelerar y, según las palabras de su Presidente, Alberto Lugones, pretende
tener el tema resuelto en seis meses.
Cuando sea que terminen los concursos, será
el propio Consejo quien determinará la terna que se presentará a Alberto
Fernández para que éste opte por uno de los candidatos y envié el pliego al
Senado. Como se ve entonces, la mayoría de los jueces supremos no sólo creó una
nueva categoría de magistrados -los 74 "interinos"-
sino que dejó todos los resortes, prácticamente, en manos de Cristina
Fernández. El resultado final, pensando que la PresidenteVice necesita agregar
a la absolución de la historia -que dice tener- la de los tribunales
terrenales, está casi cantado.
Los altos jueces deberían saber que el
kirchnerismo está respirando en la nuca de todos ellos; en efecto, esa otra
aberración, la famosa "comisión
Beraldi" presentará este mes a quien dice ejercer el poder su
recomendación acerca del número de miembros y del modo de funcionamiento de la
Corte. ¿Estarán allí los treinta denarios de la infamia?
Esta Corte que la política bastarda nos ha
impuesto aún tiene una oportunidad para reivindicarse frente a la ciudadanía;
le bastaría con resolver ahora mismo la inconstitucionalidad (decretada por la
Cámara Federal Contencioso-Administrativa hace nada menos que cinco años) de la
modificación en la composición del Consejo de la Magistratura, devolviéndola al
formato original que le dio la Constitución de 1994. Si lo hiciera,
recuperarían peso los estamentos profesionales (jueces y abogados) y lo
perderían los representantes de los poderes Legislativo y Ejecutivo.
Por su parte, el Presidente Pinocho agregó
otras perlitas a sus incontables antecedentes de mentiroso serial: nuevamente
condenó a los "ricos"
(quienes invierten y crean trabajo) y muy suelto de cuerpo, insistió con la
necesidad de una reforma judicial; afirmó, jocosamente, que no la pedía para
nombrar jueces amigos. Pretendió que nos olvidáramos que, para integrar la
Cámara Nacional Electoral, privilegió a Raúl Bejas, un esbirro de Juan Manzur,
su cómplice Gobernador de Tucumán, en injustificado perjuicio de Alejandra
Lazzaro, que había obtenido mejores calificaciones y que, por ser mujer, le
hubiera permitido equiparar géneros -otra manía K- en ese tribunal; su
designación fue aprobada el jueves por el Senado.
El otro ineludible tema de la semana es la
elección presidencial entre Donald Trump y Joe Biden; tampoco me extenderé
sobre esto, en especial porque la moneda sigue en el aire, y sólo diré que,
lamentablemente, ya hubo un claro perdedor: los propios Estados Unidos. Parece
que la grieta se ha transformado en nuestro principal producto de exportación,
porque también ya la padecen España, Gran Bretaña, Brasil y muchos más; la
generación a la que pertenezco se está despidiendo de la vida, pero el legado
que dejará a sus hijos y nietos con certeza no será de los mejores.
Para concluir, mi enérgico repudio a los
gremios de los ¿trabajadores de la educación?, encarnados en ese horrible
personaje llamado Roberto Baradel, y su reticencia a volver a las aulas
invocando presuntos peligros sanitarios vinculados a la pandemia. Pero más me
repugna la actitud del Gobierno nacional, que tolera este disparate tan
inmensamente costoso, en especial para los más desprotegidos.
Por todas esas razones y muchas otras,
mañana (#8N) a las 1700 hs., volveremos a las calles y plazas de todo el país
para expresar nuestra profunda disconformidad ante las manifiestas violaciones
a la Constitución, la pérdida de la independencia de los poderes y la carencia
de Justicia, la persecución a los jueces díscolos y la impunidad de la
corrupción, la toma de tierras promovida por el Gobierno, la decadencia de la
educación pública, la inseguridad cotidiana y la proliferación del
narcotráfico.
Bs.As., 7 Nov 20
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