lunes, 18 de enero de 2021

LA TABLADA y RESPUESTA DEL TCNL EMILIO G. NANI

16 de enero 2021 - 02:23

Marcelo López Arias

Nos llegaron las noticias de la toma de La Tablada casi de inmediato pero toda la información era muy confusa.


Nos sorprendieron las proclamas de apoyo a Rico y Seineldin e inmediatamente recordé la visita que había recibido unos días antes y que me habían dejado cavilando y con la amarga sensación de no saber si yo había procedido de forma correcta y si al final de cuentas los temores de Baños podrían tener algún fundamento y si no tendría que haber respondido de otra manera a su sorpresivo pedido.

No podría decir que Jorge Baños era mi amigo, porque no era un tipo fácil. Yo lo había conocido a través del Dr. Emilio Mignone, con quien ambos colaborábamos en el CELS y habíamos trabajado juntos en muchos temas. Eso había creado cierto respeto y aprecio, creo que recíproco.

Cada tanto venía por Salta y analizábamos la marcha de los asuntos que teníamos en nuestras manos, por eso no me sorprendió cuando una amiga común (ya fallecida) me dijo que estaba en Salta y quería juntarse conmigo. No lo quise recibir en la Fiscalía de Estado por eso lo cité en mi vieja oficina, en la antigua casona que había sido de mis abuelos muy cerca de la iglesia de San Alfonso.

Él llegaba muy preocupado y me dijo que tenía información fehaciente que se estaba preparando un golpe de Estado y que grupos de carapintadas ya estaban organizados para ganar la calle y marchar hacia la Casa de Gobierno, y que incluso ya estaban definidos y adheridos los cuarteles que iban a ser la base de la insurrección.

Me propuso que presentáramos juntos un escrito en la Justicia Federal denunciando el complot, para intentar frenar el movimiento que ya era inminente y que además esa presentación debía servir de base para empezar a movilizar a la gente en defensa de la democracia y para obligar al Gobierno a tomar más medidas en contra de los militares.

Le dije que yo no tenía esa información, que si bien era claro el movimiento convulso que había internamente en las Fuerzas Armadas por la política de derechos humanos, nada hacía pensar en la posibilidad de un golpe de Estado, que seguramente no sería acompañado ni internamente ni desde el exterior.

Además, la experiencia de Semana Santa, si bien había dejado un regusto amargo de decepción y había desinflado los ánimos de movilización, también había mostrado las debilidades de los militares insurrectos y no parecía que hubiera un clima apropiado para una aventura de esa naturaleza ni para una reacción popular semejante a la de esos días convulsos que habíamos vivido no hace demasiado tiempo.

Pero como él venía de Buenos Aires, donde se suponía que habría más información, le pedí que me diera más elementos para saber si podíamos actuar con fundamentos serios.

- Es como yo te digo. Tenemos toda la información.

- Pero decime cuál es y qué elementos tenemos.

- ¿Qué? ¿No me crees?

- Si te creo, pero tenemos que basarnos en algo sólido.

Lo vi ponerse tenso y nervioso y me dijo con una agresión contenida:

- Tenés miedo! ­Te estás achicando!

- Jorge: vos sabés que no es miedo, Hemos hecho cosas más peligrosas y en momentos de más incertidumbre. Pero para actuar por la Provincia necesito más elementos. No puedo presentar un simple panfleto de conjeturas.

- Te estás achicando!

- Vas a ser un cómplice del golpe! La única posibilidad de evitarlo es movilizando, movilizando y presionando.

Terminamos discutiendo en la vereda y fue un poco surrealista porque mientras discutíamos acalorados, a nuestro lado pasaban bailando saya y tirando cohetes los de la morenada de la comunidad boliviana que homenajeaban todos los sábados desde la iglesia a la Virgen de Copacabana.

Nos dimos la mano con mucha tensión. Me ofrecí a llevarlo pero prefirió tomarse un taxi que pasaba en ese momento.

No volví a verlo, pero siempre me quedó el regusto amargo de la áspera entrevista y la frustración y el enojo de una persona a la que yo respetaba mucho y que a la luz de los nuevos hechos y de las noticias que nos llegaban aquel lunes 23 de enero sobre la toma del regimiento y las proclamas rebeldes, parecía que finalmente tenía razón. Con algunos amigos y compañeros no trasladamos a la plaza central, donde estaba la sede del diario El Tribuno, para buscar novedades y allí nos quedamos junto a la gente, hasta que empezaron a llegar noticias entremezcladas que informaban que quienes habían tomado el regimiento era un grupo de civiles y que el EJército y la policía se aprestaban a tomar el cuartel por asalto con tanques, ametralladoras y todo el equipo que uno se pueda imaginar.

A esa altura ya nadie entendía nada y era imposible imaginar que los militares se prepararan con tanto entusiasmo para un ataque si quienes estaban en el regimiento eran sus propios camaradas. Y si no eran ellos ¿quiénes eran? La guerrilla ya estaba totalmente desmantelada y no conocía a nadie que pensara seriamente que podían repetirse las circunstancias de los años 70, y los minúsculos grupos sueltos que quedaban en posiciones de extrema dureza no tenían ninguna envergadura para operaciones de esta naturaleza. Alguien imaginó en voz alta que en realidad esto podía ser un acto de presión de algún sector de la izquierda sobre el Gobierno y todos los miramos como quien mira un loco.

- ¿Para lograr qué?... ¿y quiénes?

- No se tal vez las leyes de impunidad .o acelerar los juicios.

- ¿Tomando un regimiento? Eso va a fortalecer a los milicos, que están esperando salir de la cueva.

Costaba entender lo que había pasado hasta que se hizo pública una información que me dejó helado y que terminó de aclararme muchas cosas que hasta ese momento parecían deshilvanadas y sin sentido: el grupo que había tomado el cuartel era un grupo de jóvenes militantes del MTP, sin ninguna preparación militar, que había intentado tomar el regimiento para provocar una reacción popular que solo podía existir en su imaginación. Y también comprendí la reacción cuando me negué a firmar la denuncia sobre el supuesto golpe militar, cuando, al día siguiente, se informó oficialmente que el jefe de la operación, cuyo cadáver ya había sido reconocido era nada más y nada menos que mi amigo Jorge Baños.

FUENTE: https://www.eltribuno.com/salta/nota/2021-1-16-0-0-0-la-tablada

 


RESPUESTA DEL
Sr. TCNL EMILIO G. NANI

Leer este artículo, a días del 32º Aniversario del criminal ataque a los Cuarteles de La Tablada, no hace más que generarme una profunda repugnancia, al comprobar que estos apologistas del terrorismo en Argentina, continúan con sus acciones desinformativas, por más que intenten demostrar lo contrario.

Marcelo López Arias

López Arias, en el momento de la denuncia de Baños, era Fiscal de Estado de la Provincia de Salta. Un conocido terrorista como Jorge Baños, mimetizado en el CELS para defender los derechos humanos de sus compañeros de correrías, le avisa respecto de un golpe de Estado en ciernes preparado por las FFAA, ¿no hubiera correspondido que iniciara, de oficio, una investigación, obligando a Baños a dar la información de la que disponía, más aún, luego de las apariciones públicas de Baños, Fellicetti, Provenzano y Puigjané?


Guardó silencio durante 32 años y recién ahora sale a hablar del sanguinario y cobarde ataque a los cuarteles de La Tablada. ¿Por qué no lo hizo en su momento? ¿Por qué no acompañó al valiente Senador salteño, Horacio Bravo Herrera, en su denuncia plasmada en su libro La Guerrilla de Papel?

¿Se puede creer que un filomontonero como este parásito del Estado, pudiera ignorar lo que planificaba su amigo Baños? No. Todos estos malnacidos en complicidad con la infame Junta Coordinadora Radical (Nosiglia, Gil Lavedra, Storani, Becerra y demás criminales, incluido el propio Raúl Alfonsín) tenían pleno conocimiento de lo que se cernía contra la Nación y su pueblo, sólo por mezquinos intereses políticos, por cuanto habían sido ellos quienes lo planificaron y ejecutaron, lo que le costó la vida a 11 hombres de bien, entre ellos 4 Soldados Conscriptos.


Ahora, el inicuo ex Fiscal de Estado, ex senador nacional, ,
  ex diputado nacional, ex Ministro de Gobierno, Derechos Humanos y Justicia de Salta y miembro del CELS, dice que quienes habían tomado el cuartel, era un grupo de “jóvenes” militantes del MTP[1], “sin ninguna preparación militar”. ¿Acaso es posible operar los sofisticados lanzagranadas RPG 2 y RPG 7, de origen chino y soviético o los norteamericanos de 40 mm, sin tener “ninguna preparación militar”?. ¿Es posible que se olvide de la valiosa operación periodística montada por José Ignacio López para mantener desinformada a la población sobre lo que realmente estaba sucediendo en las instalaciones del Regimiento de Infantería 3 y del Escuadrón de Exploración de Caballería Blindada 10[2]?

Que esta basura de López Arias, que usó sus cargos para perseguir a los miembros de las FFAA que aseguraron la libertad que, hasta el 10 de Diciembre de 2019, disfrutábamos todos los argentinos, y dejar impunes a los terroristas, ahora se haga el imbécil, no hace más que demostrar el cinismo hipócrita de la corrupta corporación político-judicial argentina.

Mientras sigamos en manos de estos parásitos, Argentina jamás podrá ponerse de pie.

Nani herido en La Tablada

Tcnl (R) Emilio G. Nani


[1] Por la repugnancia que le genera la nota escrita por el autor, el señor Tcnl Nani olvida mencionar que el terrorista Enrique Haroldo Gorriarán Merlo lideró un grupo armado de Todos por la Patria que intentó copar el regimiento militar de La Tablada, no podemos decir que este asesino magnicida no tenía preparación militar.

[2] ¿Qué actuación tuvo el señor Tcnl Nani durante el intento de copamiento de la Guarnición Militar de La Tablada?.

NOTA: Las imágenes, referencias y destacados no corresponden a la respuesta del señor Tcnl Nani.

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