Fue en enero de 1974. Se cumple ahora un aniversario más del feroz ataque a la Unidad Militar de Azul, provincia de Buenos Aires, a manos de la organización armada Ejército Revolucionario del Pueblo; atentado en el que fue secuestrado mi padre 10 meses exactos. En épocas de pandemia y tuits borrados, elijo recordarlo como una persona sana, de trato cordial, correcto y con alma noble, capaz de sintetizar los ideales de patria, libertad y trascendencia espiritual. Fue mártir de la guerra más canalla que supimos soportar, y su nobleza fue avasallada. Cayó víctima de locos y cobardes que en su silencio gozaron con su agonía, sin saber que era héroe. Estoico hasta el final, nos enseñó cómo con valor y resignación cristiana se debe estar preparado para el momento más difícil. Fue militar de vocación, compenetrado de sus deberes familiares y abnegado creyente. Dura y real lección nos legó. Terminaron con su vida en un alarde de crueldad y sadismo, exento del menor sentimiento. Hoy le rindo con simpleza este homenaje que la Justicia no ha sabido comprender. No tengo espíritu de venganza ni mucho menos apetencias económicas o políticas. Tampoco intento reivindicar a ninguno de los actores que tuvieron parte en el conflicto. Solo quiero recuperar la memoria de un pueblo en donde la grieta se profundiza y transfiere a generaciones más jóvenes.
Ibarzábal, secuestrado y martirizado durante 10 meses por el ERP |
Silvia Ibarzábal
FUENTE: https://www.lanacion.com.ar/opinion/carta-de-lectores/de-lectores-cartas-mails-nid2571854
NOTA: Las imágenes, enlaces y destacados no corresponden a la nota original.
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