Después de
diez años dos oficiales del Ejército Argentino condenados por problemas de
DD.HH. desaparecieron del Hospital Militar adonde habían sido trasladados desde
Marcos Paz para ser atendidos allí.
¿Se fugaron?,
esta sería la primera pregunta. El Hospital Militar es, valga la redundancia,
una unidad militar con sus reglamentos y sistemas de seguridad. Nadie los vio
salir, ningún soldado de guardia percibió movimientos raros ni siquiera se dio
de inmediato el alerta sobre el caso.
Siguen las
preguntas. Antes de ser condenados el Mayor Olivera y el Tte.1° De Marchi
estuvieron internados en Marcos Paz, ¿Por qué se fugaron luego de ser
condenados si antes de serlo también se hacían atender en el Hospital Militar
Central?, no se me ocurre ninguna respuesta que tenga, al menos, algo de
lógica.
Pero, dado los
tiempos que vivimos, pensemos mal y al menos las conjeturas que hagamos tendrán
un viso de seriedad y si bien hay quienes sostienen, sotto voce, que fueron secuestrados- prófugos o rehenes- ¿a quien
benefició esta fuga?
Y aquí si que
podemos suponer respuestas lógicas. Sin duda alguna uno de los beneficiados de
esta rastrera lotería donde sobran los billetes falsos, ha sido el general
Milani. Pudo descabezar la cúpula del Hospital Militar que le era desafecta
aunque la seguridad de los presos políticos en el Hospital Militar no está a
cargo de la dirección del Hospital sino de los hombres del SPF. Otro de los
beneficiados es Víctor Hortel, el autodenominado “negro de mierda”, jefe del SPF y organizador del llamado “batallón militante”- murga todoterreno o
barra brava según tercie la situación- integrado por presos de máxima
seguridad, siempre lista para tocar el bombo en actos oficiales. A Hortel esta
fuga le permitió descabezar a la sección traslados del SPF que tiempo atrás le
realizó una huelga por los problemas diarios que esta sección tenía con el
estado de los vehículos utilizados para el traslado de internos. Obviamente,
Hortel, no teniendo a mano a nadie para descargar su responsabilidad porque al
SPF le correspondía la seguridad de ambos presos, aprovechó la volada para
acusar al juez federal de San Juan lo que permitió que apareciera en escena el
tercer beneficiado de la tómbola, el ministro Alak que usufructuó el evento para amenazar a los
jueces como advertencia frente a futuras rebeliones judiciales.
Sin embargo,
debemos aceptar que nunca los títeres se benefician de algo que les hace hacer
su titiritero. Solo reciben, cuanto más, el aplauso momentáneo de una
inconstante y limitada platea infantil, porque, a fuer de verdad, estos quías,
Milani, Hortel y Alak no actúan a conciencia pura sino que son dirigidos por el
cerebro que en diez años ha manejado con maestría los hilos que destruyeron a
las FF.AA. de la República Argentina, que arrastraron por el barro a la
Justicia Argentina y autor del mas infame ataque a un representante de la
Iglesia Argentina- Jorge Mario, cardenal Bergoglio- hoy Su Santidad Francisco,
Papa de la Iglesia Católica.
Este cerebro
tiene nombre y apellido, se llama Horacio Vervitsky, antiguo jefe de la
inteligencia montonera y, posteriormente, amanuense de la FAA, quien tiene la
única respuesta posible a esta sinrazón de una fuga increíble, ya que de inmediato,
otras marionetas oficiales, los ministros Manzur y Rossi tomaron la decisión de
negarle a los presos políticos cualquier tipo de atención médica en el Hospital
Militar Central, en el Hospital Naval o en el Hospital Churruca derivándolos, a
fuerza de prepotencia, a las vergüenzas sanitarias de los Hospitales Públicos
donde mal mueren aquellos que por nadar en la indigencia han sido abandonados
por el “modelo” y ya ni siquiera figuran en los números amañados del INDEC.
Aquí,
finalmente, llegamos a la única respuesta que encierra la verdad de este
sainete. Esta es la única respuesta que hay a algo que, traído de los pelos, tiene
la “lógica” del absurdo ya que con este presunto golpe de efecto solo se busca
acelerar el exterminio sistemático de los presos políticos. En diez años han
muerto en condiciones de abandono más de doscientos noventa de ellos, como aún
quedan en los penales más de mil doscientos lo que creyeron que sería un
trámite más rápido dada la edad de los encausados es considerado hoy algo que
se desarrolla muy lentamente; y como usar “zyklón
B” sería mal visto, ¿Qué mejor que acelerar la aniquilación dejándolos en
manos de cualquier carnicero?
Que el mayor
Olivera y el tte.1° De Marchi se hayan fugado o hayan sido secuestrados es, más
allá de consideraciones personales, algo aleatorio. Chivos expiatorios al fin,
han servido para que el plan de terminar el 2015 sin presos políticos- una
especie de “solución final”- se convierta en realidad.
JOSE LUIS MILIA
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