La verdad es que me
tienen cansado los políticos, funcionarios, periodistas, opinólogos y todo
aquél que pretende explicar los desprecios y aprecios de Francisco basándolos
en la infinita piedad que emana de su persona.
No se privó de
bendecir a corruptos como nuestros funcionarios del gobierno anterior, a
ladrones y arribistas como los legisladores y militantes de La Cámpora, a
perversas como Milagro Sala, a defecadoras seriales de altares como Hebe de
Bonafini quien finge un dolor que no tiene por sus hijos “desaparecidos”,
llorando en el hombro de Francisco quien la recibe emocionado y solidario y la
lista sería de nunca acabar. A todos los recibió con el afecto que nos
mostraron las noticias, a todos prodigó besos y abrazos, así como palabras de
aliento y comprensión.
Esa misma actitud la
olvidó cuando recibió al Presidente de los argentinos y su esposa, a quienes
apenas dedicó poco más de un cuarto de hora. Dicen las malas lenguas que tuvo
que despedirlos porque ya no podía mantener la cara de c… con que los atendió y
le dolían los músculos faciales.
Y encima se dio el
lujo de concordar con Hebe de que esta Argentina se parece a la del ’55!!!!
Y ya saltaron
nuevamente, por si hiciere falta, los “explicadores” de la “infinita bondad” de
Francisco quien, según ellos, trata con estas alegres recepciones de comprender
y explicarnos que si alguien ha dado “algún paso en falso”, allí esta él, el
representante de Dios en la tierra para darle su bendición y atraerlo a su rebaño.
Francisco es un
piadoso de la gran siete…. Pero parece que ignora que en nuestras cárceles van
muriendo abandonados a su suerte octogenarios y nonagenarios a quienes no se
les reconoce ningún derecho humano, encarcelados por años sin sentencia, sin respetar
el principio de irretroactividad de la ley penal, sin otorgar el beneficio (que
es otro derecho humano) de la prisión domiciliaria. Que hemos pagado el sueldo
de un Ministro de Justicia que prohibió por años que los militares se
atendieran en los hospitales de sus respectivas fuerzas y debieran hacerlo en
las deprimentes y desabastecidas enfermerías de los penales, contraviniendo la
Convención de DDHH
celebrada en Costa Rica. Y que durante esos años murieran no pocos militares
por falta de atención médica… Y ese ministro, en lugar de ser imputado de
asesinato y abandono de personas, sigue dando opiniones críticas de quienes los
derrotaron en las urnas.
Podría seguir, pero
la bronca me invade y perdería objetividad.
Sólo deseo aunque sin
mayores esperanzas, ante el cruel silencio del Sumo Pontífice, que alguna
autoridad de la Iglesia tenga la valentía de explicar a los argentinos el
porqué del desprecio de Francisco por nuestros presos políticos.
¿Es que no son ellos
dignos de su piedad?
Juan Manuel Otero
Jamás ha sido papa, solo un fatuo argentino. Pura boca!
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