Empiezo la columna de
hoy haciendo mías las palabras en un twitter de Vicky Villarruel. “No puse
bombas ni secuestré, nunca pensé que un mundo mejor se hacía eliminando gente,
no convalido violaciones a los DDHH, no debo explicaciones.”
Esta semana se ha
producido un hecho para celebrar. Finalmente, el periodismo ha decidido empezar
a hacer visible algo que se ha barrido bajo la alfombra sistemáticamente. Lo
hace a su manera, plagado de golpes bajos, chicanas y operetas… pero está sucediendo!!
Bienvenida
sea la luz sobre la verdad.
Años abortando el
debate con la consabida y sacrosanta sentencia: “la justicia ya se expidió así que, de eso, no se habla”.
De eso no se pudo
hablar porque los vigilantes del “pensamiento
nacional” decretaron que era apología del delito.
Buscar la verdad y
completar la historia te convertía en genocida, torturador y apropiador de
menores. Así de implacables fueron. Implacablemente injustos y autoritarios.
Si no te mató un
policía o un militar, no eres víctima. No has muerto ni te han mutilado. Es más,
no has existido.
No mereces
reconocimiento, mucho menos reparación moral ni indemnización por parte de
quienes te hicieron volar por el aire o te asaron como un pollo con una “indefensa” molotov armada en el living
de la casa de la periodista panelista[1] de
Intratables que nos toma por estúpidos.
Nadie oyó tu reclamo
en 33 años de democracia mientras tus agresores obtenían honores, cargos,
compensaciones y se erigían en las autoridades morales de la patria.
Tu culpa fue no haber
secuestrado a los hermanos Born y matado a su chofer. Si lo hubieras hecho
podrías haber sido legislador y gozarías de todos los privilegios de una
jubilación con desahogo económico.
O podrías haber
tomado por asalto un regimiento de Formosa y asesinado a los colimbas que no se
rindieron… también hubieras sido diputado y podrías haber acomodado a toda tu
familia.
Pero no, tuviste la
mala suerte de que te tocó estar entre los demonios.
Tuviste la mala
suerte de que a la opinión pública se le ocurrió dejarse guiar por el
pensamiento único de la opinión “publicada”
que decidió hacer silencio por “corrección
política” y por 2.000 millones
verdes de razones.
Y allí fuimos a
parar, barridos bajo la alfombra durante 33 años de democracia.
Casi 34 años y recién
ahora parece que Intratables se da cuenta de que Vicky Villarruel es una señora seria y consistente que tiene la
contundencia de la verdad. En buena
hora!! Aleluya!
Deben haber medido la
audiencia y olfatean que la opinión pública está cambiando.
Por fin podemos ver a
Gil Lavedra balbuceando que lo de
los 70 no fue una guerra, junto a Fredy
Storani diciendo que si lo fue y que la coordinadora supo generar otra
oferta para la juventud.
Por fin vemos que la
incoherencia nos es muy propia. Correligionarios, protagonistas directos de un
misma gestión dramática, todavía no se han puesto de acuerdo en el nudo del
problema. Según convenga, fue una guerra o no fue una guerra. Mientras tanto,
en el medio hay personas, victimas, a las que se barre debajo de la alfombra
una y otra vez.
Gil
Lavedra ha sido erigido por el periodismo en “Totem de la justicia” a la que no se
puede cuestionar. ¿Perdón?
¿La justicia no se
puede cuestionar? Cuando la frase “Creo
en la justicia”, se convierte en lo más hipócrita que se puede decir, es
que debemos preguntarnos qué pasa. ¿Qué ha pasado con nuestra justicia?
¿Esto es justicia? En
un estudio de televisión, dos altos funcionarios contemporáneos de un mismo
partido, que participaron de un gobierno clave, dicen todo lo contrario y
nosotros, los ciudadanos… ¿no podemos cuestionar?
¡Yo
creo que tenemos la obligación!! Por el bien de la
reconciliación y el perdón, que vendrá sólo, como consecuencia de la luz sobre
la verdad.
Por último, lo que
debería ser primero y fundamental. Deberíamos preguntarnos qué pasó con el
periodismo. ¿Por qué tanto silencio? Antes y ahora. Repito… antes y ahora.
Pensamiento único, deshonestidad intelectual, hipocresía y cinismo con muy
pocas y honrosas excepciones.
Históricamente el
periodismo, en su mayoría, adhirió a las 4 falacias en las que incurrió Gil Lavedra en Intratables:
1-
“NO HUBO GUERRA”
En la sentencia del
tribunal que juzgó a las juntas en 1985, siendo él integrante del mismo,
sostuvo exactamente lo contrario.
2-
“SE TENDRÍA QUE HABER JUZGADO A LOS TERRORISTAS Y NO PROCEDER COMO SE PROCEDIÓ”
Es de público
conocimiento que los terroristas fueron juzgados. Se los condenó y, ni bien el
gobierno de Cámpora llegó al poder abrió las cárceles y soltó a todos para que
hicieran una cacería de los jueces que se habían atrevido a condenar. El Juez
Quiroga fue asesinado y el resto debió exiliarse.
A la fecha del golpe
del 76 no había juez que se animara a procesar y menos a condenar a los
terroristas.
El partido del Dr Gil Lavedra no quería saber nada con
hacerse cargo del desmadre. Al contrario, golpeó reiteradamente la puerta de
los cuarteles pidiendo el golpe para terminar con la sangría y, una vez
ocurrido, volvió a golpear pidiendo puestos para participar del gobierno (con
la represión incluida). Hay que hacerse cargo de TODO.
Radicalismo y
Peronismo aportaron un sin número de Intendentes que cubrieron todos los
cargos… ¿ o te crees que eran todos militares?
Hasta el Socialismo
puso a su máximo líder, Américo Gioldi, como embajador en Portugal.
Eugenio Zaffaroni, juez del PRN |
Zaffaroni
fue nombrado juez, pero para Gil Lavedra,
en Intratables, los militares son los únicos culpables.
3-
“EL TERRORISMO NO ES DELITO DE LESA HUMANIDAD”
El estatuto de Roma
dice exactamente lo contrario.
Los atentados más
numerosos y escalofriantes se cometieron en democracia con apoyo estatal.
Montoneros como Bidegain y Obregón Cano, entre otros, fueron gobernadores del gobierno
peronista y decenas de intendentes también eran montoneros sin mencionar funcionarios
y jueces.
4-
“LAS VÍCTIMAS DEL TERRORISMO SE ABROQUELAN EN DEFENSA DE LOS MILITARES”
En esto, Gil Lavedra, fue ampliamente acompañado
por la claque periodística que mortificó a los familiares de las víctimas del
terrorismo como antes lo hicieran con Gómez
Centurión, con preguntas como ¿Qué
sentís cuando pasas por la ESMA? ¿Qué sentís cuando pensas en Galtieri?
¿Condenás el genocidio perpetrado por los militares?
Nunca escuché a un
periodista o al propio Dr Gil Lavedra
cuestionar a los familiares de la represión militar como lo hacen con las
víctimas del terrorismo.
Jamás se cuestionó la
pública defensa y reivindicación que los familiares de terroristas confesos
desaparecidos hacen, no solo de sus hijos, nietos, padres, madres o hermanos,
sino de sus actos, su ideología y sus propósitos.
Jamás se los
cuestionó y nunca se les pidió unas disculpas y un acto de arrepentimiento por
la violencia que emplearon contra el país de todos los argentinos, en su afán
por hacerse del poder.
¿Cómo es que hoy,
todavía, no se puede cuestionar el pensamiento único?
¿Porque me contestan
que la justicia ya se expidió?
¿Cuál justicia?
¿La del Dr Gil Lavedra hoy o la del Gil Lavedra modelo 1985 que habló por
su sentencia?
Sentencia del
tribunal integrado por Gil Lavedra
sobre el juicio a las Juntas Militares en 1985.
“….
el fenómeno se correspondió con el concepto de guerra revolucionaria (….) no
hay entonces delincuentes políticos, sino enemigos de guerra y que debemos
admitir que en nuestro país si hubo una guerra interna iniciada por las
organizaciones terroristas contra las instituciones de su propio Estado”
Mientras los
argentinos pasamos 33 democráticos años mirando para otro lado hay gente que
clama por ser visibilizada.
Ellos también son
argentinos. Víctimas que merecen justicia.
Que se haga la luz
para que podamos tener paz.
Juan
Martín Perkins
NOTA:
Las imágenes y destacados no corresponden a la nota original.
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