De entrada voy a
aclarar algo, no soy negacionista sino afirmacionista. Hace rato digo de la
forma más tajante que la cifra “logotipo”
de 30.000 desaparecidos, producidos durante la represión de la agresión
castrista desatada sobre Argentina durante las décadas del 60 y 70 ejecutada
por terroristas argentinos y monitoreada por la inteligencia de Cuba, es una
patraña absoluta y total. Nunca jamás existió esa disparatada cifra. Ser un
hombre casi septuagenario, muestra que he vivido ese tiempo de plomo, bombas y
desaparecidos. (Me recibí de abogado en el año 1974.)
Es patrimonio de la
más sana doctrina jurídica que quien alega debe probar. La prueba simbólica más
palpable de la mentira que representa el Holocausto Argentino, es el mismísimo
cenotafio que lo recuerda, con ocho mil dudosos nombres y veintidós mil lugares
en blanco. Una mentira más de este Sistema de Mentiras. La comprobación oficial
irrefutable parte del mismo informe oficial salido de las entrañas del sistema.
También afirmo que es
falso de toda falsedad que hubo un plan sistemático para producir un genocidio
y robar niños. Eso sería dar crédito a las afirmaciones disparatadas que
quieren hacer creer que la guerrilla no existió, que no hubo una agresión
previa a la represión del castro-comunismo alzado en armas y que todo comenzó
una mañana de marzo de 1976 cuando un grupo de militares locos tuvo la idea de
matar a lo mejor de toda una generación que luchaba por un mundo más justo para
los pobres. Sería dar crédito a la propaganda anti histórica y descerebrante
que viene produciendo este régimen corrupto. Idiotez absoluta que repite en
cadena la canalla periodística y con la cual este sistema se valida y blanquea
permanentemente hasta sus actos más viles y descarados.
Aunque para muchos de
mi edad, este tema debería estar absolutamente terminado, se toca lo nuevamente,
desde una perspectiva histórica y política, por la histeria que despertó en el
Régimen y sus personeros más conspicuos, sus sacerdotes, acólitos y alcahuetes,
las declaraciones del funcionario del PRO, Gómez Centurión. Sienten miedo los
beneficiarios de que se conmueva el imaginario colectivo, que los lugares
comunes comiencen a ralear más y más y se comience a vislumbrar la verdad.
No por otra cosa
desde la Secretaría de Derechos Humanos salieron al cruce de las declaraciones
de Gómez Centurión diciendo que la cifra de 30.000 desaparecidos era
emblemática. A confesión de parte relevo de pruebas.
Nos debemos a la
verdad racional y todo lo que desmienta los mitos basales de este estado de
cosas inenarrable que lleva más de tres décadas sodomizando a la Argentina, es
una grieta que se agrega y un pequeño paso más para su derrumbe definitivo. El
derrumbe de este mito es el derrumbe final del Sistema al que escuda y protege
y un principio para la liberación de nuestra Patria.
No me mueve la
defensa de nadie. Gómez Centurión, un militar que actuó destacadamente en la
Guerra de Malvinas, y reivindica esa gesta. Lo peor de él, fue pedir disculpas,
por decir la verdad.
Tampoco importa un
bledo lo que ha dicho o dejado de decir sobre el tema en cuestión, la justicia
más prevaricadora y venal que hayamos sufrido en toda la historia, aliada y
defensora de delincuentes y políticos corrompidos. En última instancia declara
la "verdad del expediente" no
una sentencia ex cathedra como parecen afirmar los ignaros miembros del
progre-periodismo.
Conciudadanos: Solo
me mueve encender un pequeño fósforo para colaborar en que el "emblema", el mito, caiga
definitivamente en llamas.
Por Aníbal Hardy
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