16 de febrero de 2017
- 20:02 - Por Luis Leonel León
"En
Argentina hay más de 3.000 presos políticos, a quienes se les ha violado el
derecho de defensa. No se les ha concedido la presunción de inocencia. No se ha
respetado el debido proceso legal", denunció el
activista cubano Armando Valladares
Los abogados Santiago Sinópoli y Victoria Villarruel, poseen amplia experiencia en la investigación de los temas vinculados con los presos políticos en Argentina. CORTESÍA / Wenceslao Cruz |
“En
la década de los 70’ hubo terrorismo en la Argentina. Se ha dicho y se ha hecho
mucho a favor de las víctimas de las fuerzas estatales que tuvieron que
recuperar el estado orden en ese país. Pero se ha dicho muy poco de los
terroristas que también causaron víctimas”, señaló el
destacado abogado y politólogo boliviano Carlos Sánchez Berzaín, en la presentación
del coloquio “Derechos humanos y juicios
de lesa humanidad en Argentina”, que sesionó en Casa Bacardí, sede del
Instituto de Estudios Cubanos y Cubano-Americanos (ICCAS) de la Universidad de
Miami.
“Hoy
en Argentina hay más de 3.000 presos políticos, a quienes se les ha violado el
derecho de defensa. No se les ha concedido la presunción de inocencia. No se ha
respetado el debido proceso legal. No se les ha permitido tener jueces
imparciales. Se ha presumido su culpabilidad como cuestión de Estado. Desde
antes de ser detenidos y enjuiciados, ya estaban condenados por decisión
política de un régimen tan arbitrario como corrupto”,
denunció el intelectual y activista cubano Armando Valladares, al presentar a
los dos abogados argentinos protagonistas del evento, Santiago Sinópoli y
Victoria Villarruel, con amplia experiencia en la investigación de los temas.
“Estas
conferencias tratan de reclamar por los olvidados, por los estigmatizados, por
los derrotados, por los sin voz. Esta es una causa en la que yo milito porque
fui un día un preso político, un preso de conciencia, un estigmatizado, un sin
voz, una víctima de la dictadura castrista”, recordó a
los presentes Valladares, quien sufrió en las cárceles cubanas desde
experimentos psicológicos y biológicos hasta trabajos forzados y celdas de
aislamiento sin luz ni natural ni artificial.
Ser
políticamente correctos, a veces es cobardía
“Muchos
de los presos políticos que hay en Argentina están enfermos y debían de ser
puestos en libertad de inmediato. Pocos periodistas y organizaciones se atreven
a denunciar esa situación. Por aquello de ser ‘políticamente correctos’ y a
veces esa corrección es una zona reservada a la cobardía. Por suerte una ola de
repudio a lo políticamente correcto recorre el mundo en estos días”,
expresó Valladares, autor de Contra toda esperanza: 22 años en el Gulag de las
Américas (1985), memorias de sus años en presidio.
“Este
foro tiene el objetivo de escuchar a valientes defensores de las víctimas de
ese silencio cómplice y de apoyar a los voceros de los olvidados. Hay presos
políticos en las peores condiciones en las cárceles argentinas que han llegado
a tal condición por el sólo hecho de que fueron escogidos por los Kirchner para
dar un escarmiento, para que ‘nunca jamás’, en lugar de ser una frase de
defensa de los derechos humanos, se convierta en una señal de terror para los
defensores de la libertad. Los que con la metralla mataron a seres humanos
inocentes y llenaron de luto hogares argentinos durante la guerra subversiva,
después, desde el gobierno, siguieron llenando de tristeza y lágrimas los
hogares argentinos”, concluyó el prisionero de político
del castrismo por más de 22 años y luego embajador de Estados Unidos en la
Comisión de Derechos Humanos de la ONU.
Los
que ganaron militarmente la guerra, fueron derrotados políticamente
Berzaín insistió en
que la administración de los Kirchner (2003-2016) estuvo absolutamente
vinculada al castrismo y el chavismo y formó parte del proceso de desinstitucionalización
de la democracia que vive Las Américas, además de la extendida corrupción que
los caracterizó y que cada vez se hace más evidente.
“Resulta
que en el gobierno de los Kirchner, los vencedores de esa guerra -que se llamó
Guerra Sucia de los 70’ en la Argentina y que fue un proceso de sublevación
urbana- aunque ganaron militarmente la guerra, fueron derrotados políticamente.
Y a través de una serie de procedimientos cuasi legales, cuasi jurídicos,
fueron convertidos en presos políticos, que no existen por cientos como los hay
en Venezuela, Cuba o Bolivia, sino que son miles de presos políticos los que
por estas razones hay en Argentina”, enfatizó Berzaín,
creador y director ejecutivo del Interamerican Institute for Democracy (IID),
institución que el pasado año, en la Feria Internacional del Libro de Buenos
Aires, realizó un primer foro sobre los presos políticos en ese país.
El
dinero, y no las ideas, lo está manejando todo
“La
dictadura militar en la Argentina desapareció, pero luego ocurrió algo que tal
vez ha sido peor. Aún hay miles de presos políticos. Muchos de ellos condenados
en juicios exagerados y sin garantías”, explicó el Dr.
Sinópoli, para quien “El juicio imparcial
no existe. La imparcialidad de los jueces no existe. El dinero, y no las ideas,
lo está manejando todo. Todos los procesos son caricaturas de procesos. Y más
allá del maquillaje de juicios justos, lo que hay es un exterminio. Pues muchos
de los presos políticos que hay en Argentina ya tienen 65 años y cuando sufren
una enfermedad terminal los mandan a las casas, pues nadie quiere que le
carguen esos muertos. Todo esto en Argentina no lo van a escuchar porque el relato
oficial histórico es que la culpa de todo es de los militares”, afirmó el
destacado abogado, doctor en Ciencias Jurídicas por la Facultad de Derecho y
Ciencias Políticas de la Pontificia Universidad Católica Argentina Santa María
de los Buenos Aires.
Para la abogada
Victoria Villarruel, es importante reconocer que el régimen cubano tuvo gran
influencia no sólo en las acciones terroristas en la Argentina de los años 70’,
sino también en toda la región, principalmente en los países de Colombia hacia
el sur, a donde con más fuerza exportó su Revolución.
Los
años 70’s: la etapa más sangrienta de Argentina
“Hay
tres elementos importantes en este contexto. El primero es que todo ocurrió en
el marco de la Guerra Fría. El segundo, fue la infiltración del marxismo en la
Iglesia a través de la llamada Teología de la Liberación. En 1967 se creó en
Argentina el Movimiento de sacerdotes para el Tercer Mundo. Un grupo de
sacerdotes y religiosas que criticaban la dominación imperialista y el
capitalismo. Su consigna era era ‘La violencia de los oprimidos no es
violencia, es justicia’. Varios de ellos se adhirieron a la Teología de la
Liberación y algunos se convirtieron en terroristas. Estos sacerdotes
adoctrinaban jóvenes, escondían armas en los altares. Y el tercer elemento fue
el peronismo. Estos tres elementos maduraron y convirtieron la década de los
70’ la etapa más sangrienta de nuestro país”, manifestó
Villarruel, vicepresidente de la Comisión de Derechos Humanos del Colegio de
Abogados de la Ciudad de Buenos Aires.
Un
mundo mejor jamás sobrevendría poniendo coches bomba
Villarruel
contextualizó y pormenorizó los dos principales grupos terroristas responsables
de innumerables crímenes en la Argentina de los años 70, que abiertamente
reconocían su inspiración en Cuba: los Montoneros (organización guerrillera
nacida en el seno de la Iglesia Católica y del peronismo) y el Ejército
Revolucionario del Pueblo (ERP, organización armada que fue la estructura
militar del Partido Revolucionario de los Trabajadores, que se abrazó al
indigenismo y al ateísmo marxista).
Según Villarruel, en
el 2003 y hasta 2016, con el gobierno de los Kirchner, se fortaleció el relato
parcial de los años 70’ en Argentina, resaltando el supuesto rol histórico de
los terroristas bajo la concepción que sólo era jóvenes idealistas en busca de
un mundo mejor:
“Un
mundo mejor que jamás sobrevendría poniendo coches bomba. Con los Kirchner se
reabrieron juicios de lesa humanidad contra los agentes del Estado, pero el
Estado omitió cuidadosamente reabrir juicios de lesa humanidad contra los
terroristas. Se ha impedido que las víctimas de los terroristas lleven al
estrado a sus victimarios. El dolor de los años 70’ es de todo un pueblo que se
ha desagrado y debe ser atendido por el Estado con igualdad. No hay muertos de
primera o segunda. El Estado no debe fomentar esta visión discriminatoria de
los derechos humanos. Las víctimas, a 40 años de los hechos, esperan el
reconocimiento de sus derechos a la verdad, la justicia y la reparación”,
reclamó la coautora, junto con Carlos Manfroni, de Los otros muertos.
Los
militares: material descartable para las nuevas generaciones
En su conferencia,
Sinópoli enfatizó en el concepto, desarrollado por de Freud, de la transmisión
transgeneracional de la actitud y la creencia, que analiza la “cadena de transmisión de significaciones
que se lega de generación en generación, y que abarca ideales, mitos, modelos
identificatorios y enunciados discursivos que involucran lo dicho, pero también
lo que se omite por efecto de represión. De manera que tales enunciados
adquieren la fuerza de mandatos cuya determinación es inconsciente”.
“Las
nuevas generaciones ven a los militares como material descartable”,
afirmó Sinópoli, quien además ha fungido como abogado mediador, consultor
psicológico, especialista en derecho público y docente en la Escuela del Cuerpo
de Abogados del Estado y militar, cerró su conferencia con una anécdota
simbólica:
“El
otro día, fuera de Argentina, entraba al baño en un aeropuerto y aparece un
oficial uniformado una persona cuidaba el baño le dice: ‘Gracias por el
servicio que me presta’. Yo estuve 35 años en las Fuerzas Armadas de mi país y
nunca nadie me dijo gracias por el servicio que presta”.
“Luego
de 12 años de un gobierno donde los derechos humanos fueron bastardeados,
mantenemos la esperanza en la democracia. Esperamos que con el nuevo gobierno
la Argentina sea un ejemplo de los Derechos Humanos y un país donde el
terrorismo se ha enseñoreado”, concluyó
Villarruel.
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