"La
incomprensión del presente
nace de la ignorancia del pasado".
Rafael Bielsa
nace de la ignorancia del pasado".
Rafael Bielsa
El domingo pasado, al leer la imprescindible
columna de Jorge Fernández Díaz en "La Nación" (https://tinyurl.com/z4qcmmf), tomé
conciencia del primero de los impresionantes cambios que se han producido en lo
que va del año.
Hasta ahora, los
ideólogos de izquierda del mundo subdesarrollado se hartaron de despotricar
contra la globalización, a la que consideran terriblemente perjudicial para los
países pobres. Sin embargo, hoy quien enarbola la bandera más importante de
resistencia a ese movimiento -que, debo decir, me parece imparable- es nada
menos que Donald Trump, que brega por cerrar la economía estadounidense con los
mismos argumentos que utilizan quienes se encuentran en sus antípodas
políticas.
Es interesante,
entonces, pensar cómo puede darse un fenómeno socio-económico, relativamente
nuevo, que resulte perjudicial para todos, sean privilegiados o sumergidos.
Como, naturalmente, eso contiene una contradicción que lo convierte en
imposible, resulta fundamental discernir a quién le asiste la razón.
Estados Unidos es,
sin duda, el mayor país del mundo todavía, aunque China pretenda acercársele. Y
es el mayor exportador de tecnología, dada su monumental inversión en
investigación y desarrollo. Pero, para poder mantener al mundo entero como un
mercado para sus productos, debe también aceptar que el resto de los países
exporten a su mercado interno porque, en general, las economías son reacias a
comprar a quien no les compra.
Por eso, creo que los
próximos meses -hace pocas décadas, hubiéramos dicho años- traerán algunas
respuestas a estos interrogantes, generados por algunos datos ciertos: un
obrero estadounidense gana, en promedio, cuatro veces más que su homólogo
mexicano, y ni hablar de los trabajadores del sudeste asiático, pese a que éstos
también han mejorado. Si Trump insiste en concentrar toda la producción de las
empresas norteamericanas en su propio territorio y en incentivar el
"compre nacional", resulta obvio que los salarios locales subirán aún
más, y ese mayor costo se trasladará, necesariamente, a los precios; de la
reacción de la sociedad ante ese incremento dependerá, en mucho, el futuro
político del nuevo Presidente. Casi tanto como de sus feroces batallas contra
la prensa (tan tradicionalmente libre allí que llegó a costarle su cargo al
Presidente Richard Nixon) y contra la Justicia, que ha actuado siempre como
garante de la división de poderes y como última defensa de los ciudadanos
frente a los abusos del Poder Ejecutivo.
El segundo vuelco se
refiere a la ola anticorrupción que, desatada por las investigaciones en las
empresas Petrobras y Odebrecht, ya alcanza a varios países de Latinoamérica. El
pedido de captura del ex Presidente peruano, Alejandro Toledo, las imputaciones
al Gobernador del Estado de Rio de Janeiro y al Alcalde (Prefeito) de su
capital, el bloqueo judicial a la designación de uno de los principales
ministros de Michel Temer (Presidente de Brasil), las acusaciones contra Juan
Manuel Santos (Presidente de Colombia),
las repercusiones en Panamá y en República Dominicana, donde hay varios
políticos y funcionarios de primer nivel involucrados, están transformando al
Lava Jato en un verdadero tsunami internacional que nadie sabe dónde terminará,
ni cuál será su costo.
Otro vuelco, el
primero propio, se refiere al reducido índice de inflación de enero, un mes
tradicionalmente malo para esta medición, que sorprendió a todos los
economistas. Anualizando los logros de los últimos siete meses en la materia,
resulta claro que el Gobierno y el Banco Central han conseguido domeñar este
flagelo, que tantos pobres produce; además, resultará un dato clave al momento
de negociar las paritarias, salvo aquéllas que se celebrarán con los gremios de
marcada dirigencia kirchnerista, en especial los maestros. Pero creo que, si
los diferentes gobiernos provinciales se mantienen firmes, surgirá una
importante disidencia dentro de los distintas agrupaciones que permitirán el
comienzo de las clases en tiempo y forma, y lo mismo sucederá con el
subterráneo capitalino y sus salvajes "metrodelegados". Cada vez
serán más quienes estén dispuestos a desobedecer directivas claramente
desestabilizadoras.
El dato de la
inflación, sumado al éxito del blanqueo y a la proximidad del ingreso de
ingentes divisas provenientes de las exportaciones de granos, acompañado por la
favorable opinión de los grandes operadores de los mercados de crédito
internacionales (Morgan Stanley dijo, el viernes, que Argentina enderezará su
economía y atraerá US$ 230 mil millones), permiten afirmar que el Gobierno está
haciendo muy bien las cosas en ese terreno. Estoy seguro que el país volverá a
crecer este año, aunque será muy difícil que ese crecimiento sea parejo para
todas las áreas de actividad, en la medida en que muchas de ellas dependen de
la marcha de nuestro principal socio comercial, Brasil, inmerso en una crisis
económica y política de incierto futuro.
Y, finalmente, el marcado revuelco que significa la
permanente presencia en los medios de difusión masiva, que hoy hasta
editorializan sobre la cuestión de los presos políticos pese a haberla ignorado
durante los últimos catorce años. Obviamente, ese cambio de actitud
responde a un nuevo interés social, reflejado en el rating y en los cientos de
cartas de lectores que publican los diarios de mayor circulación, que piden una solución inmediata de este
grave condicionamiento de nuestra joven democracia.
Todo ello resulta
innegablemente positivo porque, a la entrevista que realizó Eduardo Feinmann a Victoria Villarruel esta
semana, siguió un interesantísimo y constructivo debate -en Intratables- entre Silvia Ibarzábal (hija del Coronel secuestrado en el ataque a la
guarnición de Azul, torturado y asesinado en 1974, durante la presidencia de Juan Domingo Perón), Luis Labraña (el ex montonero que inventó la mágica cifra de los 30.000
desaparecidos) y Eduardo Anguita (ex combatiente del ERP), que
permitió iluminar este tema, tan manipulado.
Resulta inexplicable
que, mientras rivales seculares como Alemania, Francia, Gran Bretaña, Polonia y
Rusia, que combatieron en guerras terribles y sanguinarias, pudieron sólo siete
años después de la Segunda Guerra Mundial (en la que murió el equivalente a
toda nuestra población) sentar las bases para la actual Comunidad Europea, y
Estados Unidos y Japón se convirtieron en fuertes aliados después de los
bombardeos atómicos, nosotros sigamos
inmersos en una contienda que ya debiéramos haber debido dejar atrás, cerrando
las heridas que, sin duda, causaron esas décadas violentas.
Pero
no podremos hacerlo hasta que cese la venganza, y todos podamos estudiar
nuestra historia analizando crudamente los hechos tal como sucedieron, sin
enmascararlos detrás de posturas ideológicas, y sin tergiversar lo que pasó en
nombre de un sesgado relato que, a esta altura, huele irremediablemente a moho.
Bs.As., 11 Feb 17
Enrique
Guillermo Avogadro
Abogado
E.mail: ega1@avogadro.com.ar
E.mail: ega1avogadro@gmail.com
NOTA:
Las imágenes y destacados no corresponden a la nota original.
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