miércoles, 17 de enero de 2018

LA VISIÓN DE NUEVA UNION CIUDADANA DE ENERO 2018


CAMBIAR O PERDER

Cambiemos, la coalición que logró vencer al kirchnerismo y despojarlo del poder hasta en su baluarte histórico de la provincia de Buenos Aires, ha completado ya más de la mitad de su mandato.

El análisis objetivo de su desempeño hasta el presente requiere ubicar esta gestión en el contexto en que se hizo cargo del gobierno e intentar el difícil ejercicio de despojarse de la atracción y el rechazo que despiertan en cada uno de nosotros sus personajes protagónicos.

Cuando asumieron, un grupo de   observadores y analistas dudaba de la posibilidad de que Cambiemos terminara su mandato, atento a la gravedad de la situación económica e institucional del país y a su posición minoritaria en el Congreso. Hoy, después de las elecciones legislativas del 2017, los temores se han morigerado, la gobernabilidad parece asegurada y, sobre todo, Mauricio Macri y su equipo de trabajo han mostrado una capacidad para la negociación y la manipulación política muy alejados de la imagen de inocentes y transparentes idealistas republicanos. Demostraron que saben pelear, apretar, engañar, mandar mensajes ambiguos, comprar voluntades y retroceder cuando hace falta. No les darán el premio a la ética política pero tampoco los van a correr con la amenaza de una vaina sin espada.

Si nos conformamos con que este gobierno de Cambiemos cubra una etapa de transición en la que fue capaz de devolvernos las estadísticas, sacarnos del default técnico y del cepo y aun así puede lograr ser el primer gobierno no justicialista que complete su mandato, la evaluación es positiva. Ahora, si lo evaluamos en términos del cumplimiento de sus promesas electorales -que representan compromisos con la ciudadanía- o en términos de avances objetivos en el desarrollo y el crecimiento del país, la calificación bordea el aplazo.  

Veamos: ha fijado metas inflacionarias que no ha podido cumplir a pesar de mantener tasas tan altas que dificultan el crecimiento económico. Un factor determinante para el mantenimiento de la inflación es el aumento en las tarifas de servicios, transporte, combustibles, impuestos y peajes que el mismo gobierno fija por encima de la inflación proyectada. El ajuste, que aplica con distintos eufemismos, no se traduce en un descenso del gasto público ya que lo que ahorra por un lado lo gasta con creces en otros, con criterios de rentabilidad política antes que económica.  Pontifica acerca de la injusticia de dejar deudas a nuestros hijos y nietos mientras toma préstamos externos a un ritmo insostenible. Fija como objetivo prioritario hacer desaparecer la pobreza pero reduce los fondos destinados a los jubilados y pretende poner límites a las paritarias en función de expectativas inflacionarias poco creíbles. Ni siquiera ha obtenido réditos de la mejor relación con el mundo ya que la balanza comercial (relación entre lo que se compra y se vende al extranjero) ha alcanzado récords de déficit al igual que el turismo que forma parte de la balanza de servicios.  

El ciudadano medio sufre las consecuencias de los aumentos y del ajuste pero no percibe beneficios tangibles al cabo de dos años. La posición de Cambiemos se sostiene en la esperanza de que la persistencia en las políticas aplicadas comiencen a dar frutos y en la percepción de que las alternativas que ofrece el mercado político son aun peores, sobre todo a la vista de las llagas purulentas de la corrupción que dejó la anterior administración cuyos dirigentes no se resignan a dejar la escena que tanto han perturbado. Antes luchaban por el poder, ahora por no ir a prisión y por poder disfrutar de sus fortunas mal habidas sin tener que devolver lo robado.   

Sin embargo, la satisfacción moral que produce ver a los corruptos frecuentar los tribunales y pasar breves temporadas en prisión no se traduce en beneficios materiales, en tanto en el Congreso no se sanciones una ley de “extinción de dominio” que permita al Estado recuperar lo robado para beneficio de la ciudadanía. 

Nos queda aún por exponer un reproche, quizás el menos advertido por el ciudadano medio pero uno  de los más graves en términos del mediano y largo plazo.

El presidente  y el equipo que lo acompañan parecen ignorar o desestimar los riesgos que el mundo que habitan presenta en términos geopolíticos para nuestro país. Frases tan falsas como desafortunadas expresando que la Argentina no tiene conflictos, son pronunciadas no solo por periodistas mal informados sino también por funcionarios que tienen la obligación de conocer el entorno internacional en el que viven.

Las amenazas convencionales no pueden ser desestimadas en un mundo ávido de los recursos que le sobran a una Argentina que no los explota, no los controla y está perdiendo precipitadamente la capacidad de defenderlos. Los funcionarios recién parecen descubrir a movimientos indigenistas que lejos de buscar una integración plena, declaran sin eufemismos que desean adquirir soberanía sobre parte de nuestro territorio para producir una secesión en el  país, utilizando la fuerza. Son movimientos bien organizados, con sedes en el extranjero, que se apoyan en organizaciones internacionales disfrazados de víctimas de la violación de derechos humanos, que alegan derechos territoriales inexistentes y que tienen conexiones a ambos lados de la cordillera de los Andes. 

Por supuesto que no podemos dejar de mencionar la más grave amenaza a nuestra soberanía como es la ocupación británica en las Islas Malvinas, sostenida por la fuerza con una población implantada a través de la cual se explotan sin pudor los recursos del Atlántico Sur.

Hay en el gobierno y en ciertos medios quienes reniegan de la preocupación por Malvinas,  aduciendo que hay temas más importantes a que abocarse en momentos de estrechez económica.

Tengo frente a mis ojos un informe suministrado por el diario Penguin News en que se expone que en el primer trimestre del año financiero británico (de julio a septiembre del 2016) el gobierno kelper exhibió un superávit de unos ocho mil millones de dólares (6.407 millones de libras esterlinas) producto de las regalías pesqueras y petroleras. Los impuestos de esas ganancias y las multas a pesqueros quedaron en las islas. Los números dan idea de los que se juega en esos territorios cuyo valor el gobierno se empeña en ignorar.     

Los británicos han declarado sin rubor que realizan tareas de espionaje en Argentina y mantienen fuerzas militares que se adiestran y hacen ejercicios de armas regularmente en Malvinas, sin importarles las molestias que eso pueda causarnos. Por nuestro lado, a pesar de la disposición transitoria de la Constitución Nacional, que dice que la recuperación de esos territorios y el ejercicio pleno de la soberanía constituyen objetivos irrenunciables, el gobierno prefiere recibir los mendrugos de los beneficios de una relación comercial generalmente desfavorable, antes que sostener firmemente nuestra justa posición.

La indiferencia por los temas geopolíticos lleva a descuidar totalmente la situación de las Fuerzas Armadas incrementando el desnivel con nuestros vecinos. Aunque resulte insólito, se anuncian y se aplican ajustes en el Ministerio más castigado en toda la era kirchnerista y menemista descuidando hasta tal punto el mantenimiento y el adiestramiento, que los accidentes han dejado de ser tales para transformarse en el resultado ineludible del descuido. Mientras tanto, se crean cada vez más, innecesarias superestructuras administrativas (área educativa, área de obras sociales, etc.) que se constituyen en cargos políticos e incrementan el gasto de personal.   

No podemos cerrar este análisis sin mencionar la enorme disparidad de criterios jurídicos con que se procesa a los militares que combatieron la subversión en comparación con los terroristas que agraviaron la nación y la rigurosidad con que se evalúan las prisiones preventivas que se aplican a los políticos frente a las eternas prisiones preventivas de los militares que suelen terminar con la muerte sin condena de muchos procesados. Quien crea que puede haber justicia sin equidad está ciertamente equivocado.

Si Cambiemos no cambia sus planes y prioridades de gobierno prontamente va a empezar a perder. Se puede mirar al costado ante el hundimiento de una nave de guerra y la muerte de sus tripulantes, se puede seguir prometiendo el paraíso mientras se vive de prestado, pero no se puede hacer esto siempre porque la realidad inexorable se hace sentir, cachetea y finalmente castiga en las urnas, como le sucedió al gobierno anterior. 

No es fácil que el cambio llegue por convicción. Quizás este gobierno devorador de encuestas piense en cambiar cuando los números señalen el mal humor social. El problema es que no sabemos si se despertará a tiempo y si sabrá qué hacer cuando quiera hacer algo mejor y diferente.

Estamos, como siempre, haciendo planes alternativos para cuando la patria nos necesite y afortunadamente cada vez somos más, aunque todavía no los suficientes. Esperamos que llegue nuestro tiempo, con fe en Dios y convicción en nuestros principios y valores.


Juan Carlos Neves
Primer Secretario General de Nueva Unión Ciudadana

Miembro de la mesa de conducción de ENCENDER (Encuentro de Centro derecha)

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