13 de Junio de 2013.
Al Jefe del
Estado Mayor General
Armada de la República Argentina
Carlos Alberto Paz
Armada de la República Argentina
Carlos Alberto Paz
Hace nueve años que el régimen que detenta el poder en la
Argentina profundiza sistemáticamente su política de destrucción de las Fuerzas
Armadas. No solo se basa esta política en deteriorar económica y
profesionalmente a sus cuadros sino que ha sumado a ello una inmoral
persecución a los integrantes de las
mismas que actuaron en ellas en momentos en que la Patria era asolada por
bandas terroristas.
Desde el momento, años atrás, en que el jefe de estado
mayor de una de las Fuerzas tuvo que subirse a un banquito para descolgar un
cuadro se supo que los estamentos superiores de estas pasaban a ser títeres de
la hostilidad y el ansia de desquite que anida en el centro mismo del Poder
Ejecutivo de la Nación.
Que el cargo de ministro de defensa sea ocupado por
ignorantes cuya única cualidad destacable es el odio a las Fuerzas Armadas o
mangantes que solo pretenden mantenerse
allí agachando la cabeza frente a cualquier iniquidad ordenada no exime ni
eximirá a los jefes de estado mayor de las Fuerzas Armadas por su colaboración
con quienes tienen como objetivo la destrucción de ellas.
Las estupideces jurídicas manipuladas por el Ejecutivo
Nacional respecto de la obediencia que debe el personal naval a sus superiores
han quedado varadas en eso, estupidez. Hoy podemos asumir que la obediencia
debida sigue siendo dogma de fe entre aquellos que presumiendo de ser jefes en
las Fuerzas Armadas se someten a las cotidianas indignidades que la comandante
en jefe de las Fuerzas Armadas de la república Argentina hace ejecutar contra
ellas.
Usted, siguiendo los pasos de su antecesor ha aceptado
ascender post morten- ascenso reservado a los héroes que dan su vida por la
Patria-, a Jorge Devoto, ex marino y un simple criminal que fue cómplice del
asesinato del Capitán de Corbeta Jorge Bigliardi, Oficial de Marina y, por si
lo había olvidado, camarada suyo. Esto no es solo una afrenta al camarada
abatido; esta es una afrenta a la Armada de la República Argentina, a sus
integrantes en actividad o retirados y a los héroes que combatieron en una
guerra cruel entablada por el terrorismo internacional al cual pertenecía el
ahora ascendido.
No se equivoque, pretender ennoblecer a un delincuente es
una acción que se inserta en la más profunda de las necedades, lo haya decidido
usted o la comandante en jefe. Aún así, quiero suponer que no fue idea suya
esta bufonada, pero se lo ordenaron y usted obedeció sin pensar que al ser
partícipe de este acto quedaba asociado a un hecho criminal cometido en el pasado.
Sepa, si alguien no se lo ha dicho ya, que quienes le
ordenaron proceder de esta manera ni lo respetan ni tienen por usted
consideración alguna. Usted no ha ganado nada por si mismo. El poder que cree
tener es sólo un préstamo en la medida que se porte bien o hasta que deje de
servirle en acciones espurias a la comandante en jefe. Después, ya usado, será
tirado al tarro de los desperdicios y enviado a su verdadero castigo, el
desprecio de aquellos que alguna vez llamó camaradas.
JOSE LUIS MILIA
Josemilia_686@hormail.com
Josemilia_686@hormail.com
felicito al señor Millia, conceptos como este deberían haber sido vertidos por todos aquellos que creyendose grandes jefes, son títeres del poder de turno, simplemente son traidores a la patria, no cumplen con la mision específica por la cual han jurado a la bandera, simplemente son unos miserables, como subalterno, tengo verguenza de decir estos son mis jefes o fueron, de todos modos ellos se llenan los bolsillos de dolares mal habidos y el resto que se embromen, solucionan todo amenazando a los que pueden, no tienen valor ni honor, que se puede esperar.
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