El médico y periodista Nelson Castro publicó en Perfil información judicial a la que tuvo accceso: la denuncia de un compañero de prisión del general Jorge Rafael Videla, y el informe preliminar de la autopsia.
No coincidimos con la redacción y sobre todo la adjetivación que usa el autor para referirse al ex presidente de facto de
No nos referiremos a la nefasta conducción de
la ex presidente María Estela Martínez
Vda. De Perón y a la violencia de
los años 70(s) por todos conocidas, publicamos nota del periodista Dr. Nelson Castro porque
revela y describe una situación que todos sospechábamos: al general Videla lo dejaron morir.
Como agravante circula el rumor –no comprobado–
“que al Teniente General Jorge Rafael Videla, le propinaron una paliza, dos agentes del SPF, mimetizados entre
los demás internos, el lunes 13 de abril de 2013.
Adicionan
que la golpiza no necesitó de una inusitada violencia, por la extremada endebles
física del ex -Presidente.
Y que en
apariencia, la tunda tenía como objetivo, una advertencia disuasiva, frente una
inminente entrevista que el General,
estaba por concederles a dos reporteros de la Revista alemana Stern, quienes se disponían
viajar a la Argentina ,
la semana entrante.
El plan
consistía en que Videla se "auto
silenciara" en sus proclamas reivindicatorias y no volviera a pronunciarse
acerca de una salida armada a esta "eyaculación kirchnerista", según
lo hizo saber en esos precisos términos, a un contacto del Magazine germano, a
través de la esposa de un Camarada y consorte presidiario, que gestionó la nota”.
Somos de opinión que ante la supuesta
negligencia del estado en garantizar la vida y salud de una persona detenida, denuncia de un compañero de prisión y el rumor sobre la posible causa de las fracturas del general Videla, ameritan una investigación del propio estado para deslindar responsabilidades y
no dejar ninguna duda al respecto.
Sinceramente,
Pacificación
Nacional Definitiva
Por una
Nueva Década en Paz y para Siempre
El informe forense y la denuncia de un militar
y compañero de celda, a la que accedió Nelson Castro, están en manos del juez.
Evalúa qué razón hizo que no recibiera el cuidado que merece hasta el peor de
los asesinos.
Por Nelson Castro
El escueto certificado de defunción está
fechado en Marcos Paz el viernes 17 de mayo y dice así:
“Interno
Jorge Rafael Videla, 87 años de
edad, que se lo encuentra sentado en el baño de su celda sentado en el inodoro
inconsciente, sin pulso ni reacción pupilar. Se realiza ECG
(electrocardiograma) y se constata óbito siendo las 8:25 hs.
Paciente
que fue evaluado en el día de ayer por presentar un cuadro de diarrea aguda,
con deposiciones de baja cuantía. Se realizó laboratorio de guardia”.
El certificado está firmado por el doctor Jorge Alberto Domínguez, que era
el médico de guardia en ese momento.
La lectura del certificado, en sí, no debería
llamar la atención. El problema es que el cuadro clínico que llevó a la muerte
a este hombre cruel, responsable del terrorismo de Estado, crimen de lesa
humanidad que significó el secuestro, la tortura y al desaparición de miles de
personas –hechos de los cuales nunca se arrepintió– fue más complejo. Tan
complejo fue que podría dar origen a causas penales contra las autoridades del
penal de Marcos Paz, responsables por la seguridad y la vida de Videla.
¿Qué le pasó a Videla? ¿Cómo fueron sus últimos días? ¿Padecía de alguna afección?
¿Sucedió algo que puso en riesgo su vida? ¿Fue adecuadamente atendido? Lo que
sigue a continuación es la respuesta a estos interrogantes que son motivo de
una investigación que se desarrolla en el Juzgado Federal de Morón que subroga
el doctor Juan Pablo Salas. Por lo
pronto, el lector encontrará aquí un documento exclusivo: la copia de una
denuncia que realizó un interno del penal –camarada de Videla, alojado en el Módulo 4, pabellón 8 desde el 8 de marzo de
2008 y cuya identidad ha sido perfectamente acreditada por el juez– en la que se narran los hechos
que llevaron a la muerte del dictador.
Todo comenzó entre las cuatro y las cinco de
la tarde del viernes 10 de mayo cuando Jorge
Rafael Videla se estaba dando su habitual ducha, circunstancia en la que,
por causas que se desconocen, cayó pesadamente. Tras el golpe, tuvo problemas
para incorporarse por lo que tuvo que ser levantado por varios internos que lo
trasladaron a su celda.
El lunes 13, aquejado de fuertes dolores, el
ex dictador debió comparecer ante el tribunal por el que está siendo juzgado
por su responsabilidad en el Plan Cóndor de secuestro, tortura y desaparición
de personas llevado adelante por los gobiernos militares de la Argentina , Uruguay,
Brasil y Chile. Este procedimiento significó que fuera sacado de su celda a las
cuatro de la mañana, llevado a la
Unidad de Traslados de Devoto y desde allí al tribunal
correspondiente. En la Unidad
de Traslado debió esperar algunas horas. En invierno, el lugar es una heladera
y en verano, un horno. En la sala de audiencias, el ex dictador manifestó que
tenía “inestabilidad vertical”. Terminada
su comparecencia, fue regresado, previo nueva pasada por Devoto, al penal de
Marcos Paz. Esa noche, durante la cena, el ex comandante en jefe del Ejército
les comentaba a sus camaradas que se encontraba muy dolorido a causa de la
caída sufrida en la ducha. Se lee en la denuncia judicial: “Al día siguiente, es decir martes 14 de mayo, siendo horas de la
tarde, le pregunté cómo se sentía, y me respondió que estaba bien, pero señaló
que le dolía “acá” –señalando la zona pélvica. A partir de ese momento y los
días siguientes era comentario común entre el resto de los internos el estado
desmejorado en que se notaba en la persona de Videla. Los días miércoles y jueves por la noche lo sacaron del
calabozo y fue llevado al centro médico asistencial del complejo y vuelto a ser
reintegrado a su celda, y creo que el miércoles le sacaron una radiografía no
sé dónde, pero me enteré que ese día, mientras cenaba, que Videla aparentemente no tenía nada, y vi a Videla conversando con el doctor
Domínguez sobre su dolencia, pero no escuché el contenido de la charla”.
A esta altura del relato, el camarada de Videla
hace un comentario clave: “Mi pensamiento
fue el siguiente: como tengo conocimiento (de) que en el complejo no hay
traumatólogo, y porque padezco una lesión en el hombro izquierdo, desde el 10
de abril, y aún no tengo un diagnóstico certero, le pregunté quién vio las
radiografías, a lo que me contestó que no sabía y lo que me hizo pensar que
fueron (vistas) por alguien no especializado”.
El jueves, las cosas no mejoraron. Los dolores
siguieron siendo fuertes, lo que debe haber obligado seguramente a
administrarle al dictador altas dosis de analgésicos. Continúa el relato del
denunciante: “El jueves por la noche el Coronel (su nombre está tachado) y yo
comentamos el mal estado de salud en que se lo veía a Videla y, además, era un comentario general de los internos. Sé que
ese día se lo llevaron nuevamente al centro asistencial, pero yo no lo vi. Esa
misma noche lo ví conversando con una médica de la que no recuerdo el nombre,
pero (que) siempre viste ambo rojo. Posteriormente, Videla quedó en el pabellón
y a la mañana siguiente nos encontramos con el deceso del mismo”. Sobre el
momento de la muerte se lee: “…siendo las
8.10, tras escuchar unos gritos en el pabellón, sin entender lo que se decía y
creyendo que se trataba de una requisa, salí de la celda y otros internos me
informaron que había fallecido Videla;
textualmente me dijeron ‘se murió el viejo’. El Capitán (nombre tachado), interno alojado allí me dijo que cuando
pasó el recuento saliente, siendo las 7.50 horas, estuvo hablando con Videla y él los escuchó. Y al pasar el
recuento entrante, lo encontró fallecido, allí se produjeron gritos, por eso sé
que falleció entre las 7.50 y las 8.10 horas. A partir de allí, la celda de Videla se mantuvo cerrada y con
custodia, sin perjuicio del ingreso de personas del Servicio Penitenciario
Federal, alrededor de las 9 horas. Ingresó un médico o enfermero con un aparato
para realizar un electrocardiograma y otras personas que también ingresaron a
quienes no conozco, pero sí vi ingresar al subdirector
del módulo, oficial Tomadin.
Durante el resto del día, permaneció en custodia en la puerta de la celda de Videla hasta que se llevaron el cadáver
a las 16.00 horas. A la hora referida llegó el oficial Flores, director del
módulo, a quien el dicente el teniente
coronel Di Pasquale y el mayor
(nombre tachado) le solicitamos ser testigos del procedimiento de retiro del
cadáver y pertenencias del occiso y solicité la confección de un inventario de
tales objetos, recibiendo como respuesta que dicho procedimiento sería
realizado por personal de la
Policía Federal Argentina, lo que me obligó a referir que los
testigos debían ser circunstanciales y no traídos por ellos”.
Hasta aquí el relato de los hechos. Fuentes
del Juzgado Federal de Morón, a cargo del juez
subrogante Juan Pablo Salas, han confirmado que el informe preliminar de la
autopsia señala lo siguiente: fracturas múltiples, una de ellas de pelvis y
cáncer de próstata en tratamiento. Además, por los datos de la historia clínica
–guardada bajo siete llaves-– se sabe que Videla estaba recibiendo
anticoagulantes.
Teniendo en cuenta su edad –87 años– sus
antecedentes y el cuadro confirmado por la autopsia, Videla era un paciente de
muy alto riesgo. Hay constancia de que una médica –tal vez la del de ambo
rojo mencionada en la denuncia– , sugirió un traslado del paciente a su
domicilio. En verdad, lo que debió haberse hecho fue internarlo o en el
Hospital Militar de Campo de Mayo o en el Hospital Militar Central. El golpe
más la combinación de la anticoagulación con la administración de analgésicos
potentes obligaban a descartar una hemorragia en uno o dos tiempos, por lo cual
se imponía que el dictador hubiese estado en un centro médico de alta
complejidad para ser evaluado por especialistas que seguramente lo habrían
sometido a una serie de exámenes complementarios más profundo y dejado en
observación por unos cuantos días. Nada de ello se hizo.
EJEMPLO DE FRACTURAS MÚLTIPLES |
Las fracturas múltiples exigen como tratamiento
el reposo absoluto del paciente. Resulta increíble que no se haya hecho esta
indicación. Esto genera un interrogante: ¿se hizo el diagnóstico correcto? ¿Lo
vio un traumatólogo? Que el paciente, quien se quejaba de fuertes dolores que
localizaba con exactitud en la zona de la fractura, haya sido trasladado a
declarar el lunes 12 da pie a otra pregunta: ¿sabían los miembros del tribunal
el episodio de la caída sufrida por el acusado? ¿A nadie le llamó la atención
su mal estado como para pedir una consulta médica para evaluar si estaba en
condiciones de permanecer en esa audiencia?
Todas estas anormalidades y otras más, están
bajo el análisis del juez. Las evidencias de una mala praxis médica por omisión
de cuidados parecen claras. Eventualmente este caso puede encuadrase en el
artículo 106 del código penal en su modalidad más gravosa que conlleva de cinco
a 15 años de prisión. Por lo que se sabe, la familia de Videla ha comunicado que no iniciará acción legal alguna
contra el Servicio Penitenciario Federal. Pero más allá de este aspecto legal,
surge otro de índole moral: no se puede, en nombre de los derechos humanos,
violarlos. Que Videla merecía ser
condenado por los crímenes de lesa humanidad, cometidos durante la dictadura
que encabezó, es algo indiscutible, como también lo es que, al ser juzgado, sus
derechos humanos debían respetarse a rajatabla. Lo aquí expuesto demuestra que
ello no ocurrió: su derecho humano a la salud fue ignorado. En las dictaduras,
la vida no vale nada; en las democracias, en cambio, es sagrada.
FUENTE: http://www.perfil.com/columnistas/Exclusivo-la-autopsia-revela-que-Videla-sufrio-varias-fracturas-y-no-tuvo-atencion-adecuada-20130526-0029.html
NOTA: Las imágenes y negritas no corresponden a la nota original.
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