On War es el título, traducido al inglés, de un famoso libro
escrito por el General Prusiano Karl Von
Clausewitz acerca del fenómeno “de la
guerra” (título en español). A lo largo de ocho tomos, Clausewitz analiza
cuestiones filosóficas y
prácticas de la guerra con una profundidad que ha hecho que su obra perdure y
sea aun estudiada en las academias militares a pesar de que el autor falleciera
en el año 1839.
Una de las ideas fuerza de Clausewitz, es la que expresa que las naciones y sus líderes persiguen
objetivos políticos y que la guerra no
es más que la continuación de la
política por otros medios o, dicho
en otras palabras, considera a la guerra
como un instrumento más de la política. Si bien esta idea
reconoce la preeminencia de la política sobre la guerra, resulta perturbadora
la crudeza en su aceptación del uso de la violencia en las relaciones
humanas, que refleja en forma realista
el pensamiento de la época en que vivió el autor y que aflora aun en nuestros días a pesar de la evolución
experimentada desde la creación de las Naciones Unidas.
El lenguaje también ha
evolucionado y el término guerra es a menudo reemplazado por la noción de “conflicto”, en cuyo desarrollo puede
existir una “fase armada” en que se
emplea la violencia en forma controlada o limitada. El grupo que hoy gobierna la Argentina,
encabezado en su momento por Néstor Kirchner y actualmente por su esposa Cristina Fernández, se identifica ideológicamente con
quienes en la década del setenta buscaron alcanzar sus objetivos políticos
mediante el uso de la fuerza y que ahora han logrado alcanzar el poder por
medio de los votos, dentro de las reglas
de juego impuesta por una Constitución de corte democrático, republicano y
federal. Pero su naturaleza parece no
haberse modificado ya que ha incorporado el conflicto como instrumento para
aumentar y prolongar el espacio de poder que le permite la Constitución que
juraron defender y con esa metodología van avasallando a los otros poderes
formales y a otras estructuras
institucionales que conforman el entramado social de la república.
A diferencia del régimen
venezolano, que ha expresado claramente y en forma documental su aspiración de
llevar a su país de un sistema
capitalista a uno socialista, el
oficialismo argentino nunca ha presentado un modelo ideológico coherente y ha
hablado sucesivamente de “transversalidad”,
recuperación del peronismo y ahora de una “revolución”
que no reivindica otros valores que su permanencia en el poder, acomodando
programas, ideas y discursos a las
necesidades electorales propias de un gobierno populista. Los dirigentes y funcionarios más encumbrados, al cabo de una década de
buena vida, ostentan situaciones patrimoniales extraordinarias y aplauden los
discursos presidenciales cualesquiera sean sus vaivenes y contradicciones.
Lamentablemente, estos últimos discursos están reivindicando dos de las ideas
centrales de Clausewitz, la del conflicto como una mera etapa en la
persecución del objetivo político y la de la obtención de la victoria quebrando
la voluntad de lucha del oponente.
De ese modo podemos interpretar
el llamado presidencial efectuado esta semana para “utilizar la fuerza de los movimientos políticos, sociales, juveniles
para desplegarlos en todo el territorio” a fin de perseguir desde las góndolas de los supermercados a los
comerciantes desleales que, según ella,
generan la inflación y controlar de ese modo el mantenimiento de precio de los
500 productos de la canasta familiar que permanecerán “congelados”. Para operacionalizar este concepto, el diputado Andrés Larroque, Jefe de la agrupación La Cámpora, llamó a “los
militantes” a organizarse, no sin dejar de denunciar, según
es costumbre, la existencia de un “movimiento
destituyente”. Aclaró, sin necesidad, que “no hay que tenerle miedo a la gente organizada porque no son
monstruos”.
Ciertamente, el temor que pudiere
existir no responde a la capacidad potencial de las multitudes de devenir en la
monstruosidad, sino en las connotaciones dictatoriales que tiene el reemplazar
a los organismos de control del Estado por grupos ideológicos organizados para
operar como vigilantes, a cuenta de quienes los contraten o impulsen para operar en forma autónoma e
incontrolable.
El gobierno se siente en guerra e
imagina enemigos allí adonde solo hay oponentes políticos, visualiza maniobras
destituyentes en cada crítica u
oposición a sus designios y organiza a su tropa de militantes bajo la consigna de
que hay que “empoderar al pueblo”
como manifestó la señora presidente
en el mensaje lanzado en la festividad del 25 de Mayo. Curioso festejo del Día
de la Patria en que se utilizaron como ya es costumbre ver, los medios del
Estado y la festividad patria como excusa para llenar la plaza de Mayo de
militantes traídos en ómnibus rentados y
armar un show artístico que finaliza, invariablemente, con la presidente lanzando arengas
políticas y exaltando los supuestos
logros acumulados en diez años de confusión. Como en todo conflicto, se
identifica a los enemigos que en este caso son los grandes monopolios y los empresarios responsables de la
inflación, los “difamadores” que
aparentemente serían los que denuncian los inocultables casos de corrupción y
los que quieren arrebatar al pueblo las reformas y conquistas que,
supuestamente, lo sumen en la felicidad.
Hartos estamos por cierto de
escuchar esta retórica vacía, alejada de
toda evidencia y carente de algún criterio de verdad. Si vamos a los números,
aun los que presentan las agencias estatales, tomamos conocimiento de que en lo
que va del año el Banco Central ha perdido el diez por ciento de las reservas,
que el saldo de la balanza comercial ha disminuido impulsado por el aumento
irrefrenable de las importaciones de energía y que se ha incrementado la
desocupación como signo inequívoco de la falta de dinamismo de la economía. La
escasez de divisas llevó a una nueva restricción para los particulares, esta
vez con la disminución del monto autorizado de extracción con tarjetas de
crédito en los cajeros en el extranjero,
lo que sumado a la negativa del Estado a vender dólares a precio oficial, empuja al mercado informal a quien quiera viajar y no tiene ahorros en
moneda extranjera.
Pero hay lugares en que las divisas no solo no escasean sino que
desbordan y esas parecen ser las bóvedas de los empresarios amigos del poder y
de los miembros del poder mismo. Las denuncias que se suceden semana a
semana comienzan a llegar a los estrados judiciales a pesar de la morosidad de
algunos jueces que realizan maniobras dilatorias y que tratan de sacarse de
encima las causas de corrupción como si quemaran en sus despachos. En la punta
de la embestida iniciada a partir de las denuncias del programa del periodista Jorge Lanata se han ubicado
un par de fiscales, Marijuan y Campagnoli, que parecen decididos a no dar tregua. Esta semana el fiscal José María Campagnoli abrió un
nuevo frente al pedir que Lázaro Báez
sea indagado por la presunta extorsión y amenaza al financista Federico Elaskar para quedarse con su empresa, desde la
que se habría lavado dinero proveniente de la corrupción. Báez ha intentado mejorar su imagen invitando al periodismo a
visitar alguna de sus posesiones pero solo consiguió incrementar las sospechas
de que las famosas bóvedas en que se guardaría dinero mal habido fueron
desarmadas, lo que estaría registrado en un conjunto de fotos que un testigo facilitó para su presentación en
la causa.
La reacción del gobierno ha sido
por demás insólita. Sin pudor ha trasladado el horario de los partidos que
disputan River y Boca, los equipos de fútbol con más seguidores, al horario de 21.30 horas, lo que es
absolutamente negativo tanto para el desempeño de los deportistas como para el
público asistente, con la expresa finalidad de restar audiencia al programa Periodismo Para Todos de Jorge
Lanata, desde el que se han formulado las más duras denuncias. Esta burda
acción, sumada a la media sanción otorgada el miércoles en el Senado a la ley de blanqueo de capitales en
moneda extranjera que abre las puertas al lavado de fondos mal habidos,
demuestra palmariamente que el gobierno no tiene intención alguna de contribuir
a las investigaciones y que, por el
contrario, tiene una actitud sumamente
sospechosa al respecto. Para abundar en esta sospecha el citado fiscal Campagnoli ha denunciado a la AFIP, la Inspección
General de Justicia y la Dirección
de Migraciones de retacearle la información que había solicitado vinculada
a las empresas de Lázaro Baez.
Lejos de cualquier especulación ideológica y de cualquier intento
destituyente, de lo que se trata aquí es de terminar con la red de corrupción
que enriquece a los vinculados al poder
y que destruye las bases morales de la nación, al tiempo que se
deterioran su activos físicos con consecuencias fatídicas para las víctimas
de la desidia y la deshonestidad enquistada en los más alto del poder.
El General K (me refiero a Karl
Von Clausewitz) acertaba al decir que para vencer al oponente hay que
quebrar su voluntad de lucha. Afortunadamente, lo que vemos cotidianamente es que a pesar de la presión con que el
gobierno empuja al conflicto y provoca temor en los que especulan hasta donde
estará dispuesto a llegar, cada día la voluntad de cambio se acrecienta en la
ciudadanía. Vemos que hay un
inexpugnable grupo de periodistas
independientes que no se dejan comprar ni amedrentar, que aparecen fiscales con
honor y valor dispuestos a investigar y que el día que aparezcan las urnas
seremos muchísimos los ciudadanos dispuestos a no dejar que su voluntad
democrática sea negada o tergiversada a través del fraude o de maniobras oscuras. Tengo fe en que la
República se salvará una vez más, a través del ejercicio democrático,
cualesquiera sean los obstáculos que planteen los que quieren cambiar las
reglas de juego en su beneficio a través de la provocación y el conflicto.
Un abrazo para todos y Feliz Día
de la Patria.
Juan Carlos Neves, Presidente de Nueva Unión Ciudadana.
Twitter @NevesJuanCarlos
NOTA: Las imágenes y negritas no corresponden a la nota original.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
No dejar comentarios anónimos. Gracias!