Con motivo de un nuevo aniversario de la lamentable desaparición
del Dr. René Favaloro, he leído,
visto y escuchado a través de los medios diversos homenajes a su memoria, todos
muy generosos y merecidos por cierto.
Modestamente me sumo a ellos con la evocación de cuatro
momentos de su vida, vida que todos conocemos, pero que tal vez en la
enumeración de sus extensos logros, su generosa y humilde personalidad y su
permanente dedicación a la profesión que amaba, hayan pasado desapercibidos
para muchos y sean ignorados por muchos otros. Sin embargo son momentos en los
que con todo el dolor imaginable debió renunciar a propuestas recibidas o
abandonar fama y fortuna honestamente ganadas. Su acendrado espíritu
democrático, sus normas ético morales no le permitían aceptar ciertas "condiciones" y en tales
circunstancias no dudó en dar media vuelta y pegar el portazo.
Sabemos, por ejemplo, que recién graduado con honores fue a
ejercer la medicina a un lejano pueblo pampeano llamado Jacinto Arauz, donde
junto a su hermano crearon un Centro de Atención Médica y un Banco de Sangre,
logrando en poco tiempo erradicar males como desnutrición infantil, infección
en partos y muerte de recién nacidos. Pero pocos recuerdan el motivo de aquel
insólito traslado para quien, nacido y criado en La Plata, se ilusionaba con
ejercer en su Ciudad, sin apartarse del Club de sus amores ni del Barrio del
Mondongo. Es que ese año 1949 había sorteado con brillantes calificaciones el
ingreso al Hospital Municipal platense. Todos sus sueños parecían
cristalizarse.
Pero el último requisito para aprobar su ingreso era la afiliación
obligatoria al Partido Justicialista.
Sus convicciones morales y su sentido democrático no se lo permitieron y así la noticia del
retiro del único médico rural lo pusieron en camino a Jacinto Arauz.
También conocemos que, terminada esta etapa, se interesó por
la cirugía cardiovascular y así fue como llegó la Clínica de Cleveland, desde
donde maravilló al mundo de la medicina creando la técnica del by pass con la
cual se han salvado millones de vidas. Su fama universal no lo mareó, la humildad
y bonhomía seguían a su lado. En 1992, The New York Times lo consideró un "héroe mundial que cambió parte de la
medicina moderna y revolucionó la medicina cardíaca". El diario estadounidense
no exageraba: Favaloro realizó
13.000 by-pass hasta sus 69 años.
Sin embargo, también renunció a honores, fama y fortuna. Es
que su acendrado patriotismo le impulsaba a volver al país que lo vio nacer.
Fue así como creo la Fundación Favaloro
a la cual dedicó todos sus esfuerzos.
Poco después, durante el gobierno del Dr. Raúl Alfonsín fue invitado, junto a otros notables
compatriotas, a formar parte de la CONADEP.
Emocionado agradeció la distinción y se preparó para trabajar con el empuje y
responsabilidad que lo caracterizaban.
Pero poco duró su
entusiasmo. Al comprobar que sólo se juzgaría a los militares y se dejaría
fuera de toda investigación a los terroristas su inmediata renuncia fue
acompañada de fuertes comentarios sobre la injusticia de realizar una
discriminada cacería en lugar de un juzgamiento a todos los responsables.
Y así llegamos a su última renuncia, la renuncia a la vida.
Justamente quien es responsable de salvar millones de vidas, no dudó al momento
de jalar el gatillo tronchando la propia.
Su carta de despedida nos embarga de congoja y emoción.
Algunos de sus párrafos nos ahorran cualquier comentario:
«Si se lee mi carta de
renuncia a la Cleveland Clinic, está
claro que mi regreso a la Argentina
(después de haber alcanzado un lugar destacado en la cirugía cardiovascular) se
debió a mi eterno compromiso con mi patria. Nunca perdí mis raíces....
Nos hemos negado sistemáticamente a quebrar
los lineamientos éticos, como consecuencia, jamás dimos un solo peso de
retorno. Así, obras sociales de envergadura no mandaron ni mandan sus pacientes
al Instituto. ¡Lo que tendría que narrar
de las innumerables entrevistas con los sindicalistas de turno! Manga de
corruptos que viven a costa de los obreros y coimean fundamentalmente con el dinero
de las obras sociales que corresponde a la atención médica. Lo mismo ocurre con
el PAMI. Esto lo pueden certificar los médicos de mi país que para sobrevivir
deben aceptar participar del sistema implementado a lo largo y ancho de todo el
país...
Lo mismo ocurre con
los pacientes privados (incluyendo los de la medicina prepaga) el médico que
envía a estos pacientes por el famoso ana-ana,
sabe, espera, recibir una jugosa participación del cirujano. Hace muchísimos
años debo escuchar aquello de que Favaloro
no opera más! ¿De dónde proviene este infundio?. Muy simple: el paciente es estudiado. Conclusión, su cardiólogo le
dice que debe ser operado. El paciente acepta y expresa sus deseos de que yo lo
opere. ‘Pero cómo, usted no sabe que Favaloro no opera hace tiempo?’. ‘Yo le
voy a recomendar un cirujano de real valor, no se preocupe’. El cirujano ‘de real valor’ además de su
capacidad profesional retornará al cardiólogo mandante un 50% de los
honorarios!...
La situación actual de
la Fundación es desesperante,
millones de pesos a cobrar de tarea realizada, incluyendo pacientes de alto
riesgo que no podemos rechazar. Es fácil decir ‘no hay camas disponibles’. Nuestro juramento médico lo impide...
El proyecto de la Fundación tambalea y empieza a
resquebrajarse. Hemos tenido varias reuniones, mis colaboradores más cercanos,
algunos de ellos compañeros de lucha desde nuestro recordado Colegio Nacional de La Plata, me
aconsejan que para salvar a la Fundación
debemos incorporarnos al ‘sistema’. Sí
al retorno, sí al ana-ana.
‘Pondremos gente a
organizar todo’. Hay ‘especialistas’ que saben cómo hacerlo. ‘Debés dar un paso
al costado. Aclararemos que vos no sabés nada, que no estás enterado’. ‘Debés
comprenderlo si querés salvar a la Fundación’
¡Quién va a creer que yo no estoy enterado! En este momento y a esta edad
terminar con los principios éticos que recibí de mis padres, mis maestros y
profesores me resulta extremadamente difícil.
No puedo cambiar, prefiero desaparecer"
Gracias Dr. Favaloro por su ejemplo de vida. Con su
sacrificio nos ha dado una lección que no debe caer en el olvido.
Juan Manuel Otero
NOTA: Las
imágenes y negritas no corresponden a la nota original.
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