“Felices los que trabajan por la
Paz”
fue el título del documento que los obispos argentinos difundieron tras la
realización de la 107 Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Argentina.
En general la dirigencia política partidaria hace una lectura de los documentos
de los obispos, más preocupada siempre
por el impacto mediático que puede llegar a generar que por el fondo de la
cuestión. Cuando un dirigente está en funciones de Gobierno, además se
preocupa por si existen señalamientos puntuales. Y cuando se está en la vereda
enfrente, como opositores, se hace foco en la agenda que trata de marcar la
Iglesia.
El
tema adquiere más relieve en tiempos del Papa Francisco, cuando el Vaticano ha
pasado estar más cerca para los argentinos, en el día a día. Pero a unos y
otros algunas cuestiones se nos pasan de alto; o bien no nos detenemos a
analizar el texto.
Y presurosos salimos a replicar,
como se ha hecho en forma desafortunada desde lo más alto del poder politico,
o peor aún a descalificar, como fue el caso del ex jefe de Gabinete, Aníbal
Fernández.
Ambas
respuestas parecen haberse detenido en los primeros siete puntos de la
Declaración. Como si a la Casa Rosada no le hubiera complacido el diagnóstico
de la realidad social que promueve el texto desde el inicio. Así poco y nada se
repara en que el documento final es el resultado de los aportes que vuelcan en
una Comisión los obispos de todo el país. Y que el encuentro fue promovido bajo
la exhortación apostólica “Evangelii Gaudium” del Papa Francisco y sus
propuestas programáticas.
Este
Gobierno nacional, que desde 2003 hasta el presente ha tenido más desencuentros
que comprensión con la Iglesia Católica, parece no querer aprender que los
obispos no son un grupo de religiosos
que juegan a la política y se ponen a garabatear un documento público en sus ratos
libres. “Urge en la Argentina recuperar el compromiso con la verdad, en
todas sus dimensiones. Sin ese paso estamos condenados al desencuentro y a una
falsa apariencia de diálogo” señala en el octavo punto el documento.
Rescato
este punto porque a partir del mismo, los Obispos concluyen en la necesidad de
“construir la paz” y reparan en que todo parte de nuestros corazones, y somos
cada uno de nosotros los que debemos cotidianamente tener gestos hacia la Paz.
Claramente la Iglesia está mirando más adelante. Claramente extiende su mirada
al 2015. Y hace un esfuerzo por meter en la Agenda de la discusión pública el
tema de “la paz” que nos permita una mejor convivencia.
Y al hacerlo, las agrupaciones,
frentes y partidos de opositores deberíamos ser los primero en aceptar el
convite.
Deberíamos
haber aprendido en más de 30 años de democracia que el tradicional documento de
la Conferencia Episcopal nunca está dirigido a un sector sino a todos. Al
conjunto del Pueblo. Y que sólo cuando quiere también es directo. Por ejemplo,
al decir “Exhortamos particularmente a la dirigencia a desarrollar un diálogo
que genere consensos y políticas de estado para superar la situación actual”.
Una invitación para los
legisladores y dirigentes con ambiciones de gobernanza.
Deberían
estar felices los que trabajan para el 2015. Los que trabajan para la Paz que
necesitamos todos.
NOTA:
Las imágenes no corresponden a la nota original.
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