La imagen del cine
permite formular en un tiempo limitado temas de compleja comprensión.
Trailer del documental "El Dialogo"
El
documento fílmico del diálogo entre Graciela Fernández Meijide y Héctor Leis
nos deja con la idea que si no dice todo al menos nos abre la puerta para
pensarlo y debatirlo. Nos libera de los lugares impuestos
como dogmas por el oficialismo imperante. Un diálogo de una madre que revive la historia de su hijo desaparecido
y un ex militante que analiza su participación en el ayer. Y todo en
libertad, con convicciones pero sin certezas, con dolor pero sin esquemas.
Es una muestra de
cómo debería guardar la historia la visión de esos tiempos, con dudas y con el
dolor de una sociedad que sueña la paz y la invaden vanguardias que se imaginan
con derecho a conducirla.
Una
memoria con dolor pero sin engaños, aceptando que fueron
tiempos complejos y que todos nos equivocamos en mayor o menor grado. Si hubo
guerra había dos bandos, que uno usurpara el estado no alcanza para que una
absurda teoría de los dos demonios pretendiera otorgarle lucidez a la víctima
y, en consecuencia, condicionara el futuro a la devoción de este heroísmo tan suicida como carente de lucidez.
Hoy cuando algunos de esos mismos perseguidos usurpan el Estado con sueños de
eternidades, desnudan que en el fondo
eran lo más parecido al enemigo que condenan.
Los derechos humanos
y sus organismos merecían respeto por su heroísmo, pero no supieron estar a la
altura de su responsabilidad histórica, y han
terminado siendo parte del sistema prebendario que impulsa el oficialismo.
Todo está en la mesa
en este diálogo. Sin miedos, sin esquemas, sin limitaciones. Son muchos los
libros que intentan explicar los setenta. Los primeros defendiendo a los
desaparecidos, necesitaban darle una justificación al heroísmo. Pero toda memoria se degrada cuando se la
convierte en dogma.
Hechos y personajes. El líder montonero daba la impresión, según Gabo, de “ser un hombre de guerra”. Signos de una época convulsionada que precedió al encuentro: Clarín y el crimen de Aramburu; Cámpora y Perón. | Foto: Cedoc
El heroísmo era tan
digno de respeto como absurdo intentar insertarle una lucidez de la que
carecieron. Y de eso se trata esta obra, de salir de la consigna para ingresar al debate, de poder superar ese
pasado cuando algunos dejen de usurparlo. El reportaje de García Márquez a Firmenich desnuda una pobreza de pensamiento que apabulla. Termina diciendo que
le resulta un personaje extraño, en rigor nos muestra un pensamiento de tanta
pobreza como absurda soberbia.
En el centro, Vaca Narvaja y Cirilo Perdía
Algunos
sobrevivientes y sus memorias intentaron deformar el presente como lo hicieron
ayer con el pasado.
Enfrentaron la democracia en los setenta con el
terrorismo y
en su derrota intentaron asignarles sus errores a sus enemigos. El General
Perón les había asignado una enorme cuota de poder que ellos fueron perdiendo
en la medida en que imaginaban ampliarla con el uso del terror. A la
mediocridad de su pretendido pensamiento revolucionario del ayer se corresponde
la decadente reiteración en el hoy. Ayer confrontaron con Perón acusándolo de
reformista varios que hoy ejercen el silencio como símbolo de complicidad.
La película “El
Diálogo” es una herramienta esencial para salir
de las explicaciones de la secta.
Solo resolviendo
nuestro conflicto con el pasado y la violencia podremos ingresar al necesario
debate del futuro.
NOTA:
Las imágenes no corresponden a la nota original.
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