Cristina Kirchner no
se guardó nada en sus dos presentaciones en las Naciones Unidas y dejó más
claro que nunca dónde quiere ser vista y hacia dónde va su gestión en sus últimos
tramos.
Sus discursos fueron
claros y punzantes y se desplegaron en tres ejes: reafirmar el rumbo del
Gobierno, enfrentarse una vez más con Estados Unidos para potenciar el lugar de
la Argentina como víctima de la avaricia del capitalismo internacional y
destacar que tiene el apoyo de su amigo el Papa, que la empoderó al invitarla a
comer en el Vaticano antes de su viaje a Nueva York.
El miércoles, Cristina habló en el Consejo de Seguridad de la ONUante la mirada de Obama. Foto: Archivo
Los dos primeros
pilares no sorprenden por habituales desde que la Corte de Estados Unidos dejó
a la Argentina al borde del default al no tomar el caso de los holdouts y
desbarató los únicos planes que el Gobierno tenía para retirarse con una buena
cuota de poder sobre la base de una economía si no saludable, al menos no tan
vulnerable como ahora. Si no se gana, la tribuna exige, al menos, jueguito y
fantasía que vistan las derrotas. Cristina cumplió: lanzó fuegos de artificio
dialécticos y alimentó la fantasía.
La novedad radica en
la pata romana de su trípode argumental y da lugar a algunas preguntas que ni
el gobierno argentino ni el Vaticano han dilucidado.
¿Francisco comparte
las duras críticas, sospechas, conjeturas e ironías de la Presidenta sobre la
ofensiva de Estados Unidos contra Estado Islámico?
La más relevante de
estas cuestiones radica en saber si Francisco comparte las posiciones
sostenidas por la Presidenta en la ONU. En particular, las duras críticas,
sospechas, conjeturas e ironías referidas a la ofensiva de Estados Unidos
contra Estado Islámico (EI).
El asunto cobra
relevancia en tanto el Papa ha expresado reiteradamente su preocupación por la
persecución y matanza indiscriminada de cristianos por parte de EI, condenó las
brutales acciones de los jihadistas y dio un virtual respaldo a una acción
militar para poner freno a este nuevo (y más cruento que nunca) flagelo
fundamentalista.
Cristina Kirchner
visitó el sábado pasado al Papa junto al diputado Andrés Larroque y otros
referentes de La Cámpora. Foto: Archivo
De esta incógnita se
desprenden otras, entre las que no se cuenta, obviamente, cuál es la opinión de
Francisco respecto de lo que opina Cristina sobre el sistema financiero
internacional. Es público que comparten puntos de vista.
Menos claro está si el Papa evaluó cuánto sería invocado a modo de escudo. Dadas su sabiduría, su perspicacia política y su conocimiento profundo de la Presidenta en particular y del peronismo en general cabe presumir que lo previó. En tal caso, la pregunta que se impone es qué cálculos de costo y beneficio para sí, para la Iglesia y para la Argentina hizo cuando decidió darle sostén simbólico a la estrategia presidencial.
A nadie escapa que la estrategia oficialista tiene por objetivo primordial la recuperación de oxígeno político para poder seguir siendo un actor político determinante en lo que resta del mandato, convertirse en un elector calificado en la carrera presidencial y condicionar al próximo presidente. Para eso ha optado por valerse del kirchnerismo más duro, representado por La Cámpora, que hegemonizó la comitiva presidencial y tuvo un protagonismo excluyente en el Vaticano con el beneplácito de Francisco.
¿Qué cálculos de costo y beneficio para sí, para la Iglesia y para la Argentina hizo el Papa cuando decidió darle sostén simbólico a la estrategia presidencial?
Por eso, a los
referentes opositores les cuesta encontrar respuestas para el espaldarazo papal
justo una semana después de la presentación en sociedad del hijo presidencial y
líder camporista, que alteró la agenda política nacional, y en los prolegómenos
del previsible despliegue escénico de la Presidenta en la ONU.
Se les hace difícil creer que el Papa haya dado tanto de sí en favor de Cristina por temor a un eventual fin de ciclo turbulento, como se ha dicho, cuando en las últimas semanas el oficialismo dio muestras elocuentes de no haber perdido en nada la iniciativa política, sancionó toda ley que se propuso y sigue impertérrito en su avance sobre la Justicia. Aunque la inflación y el dólar siguen indomables, pero eso dicen que no les preocupa.
Máximo Kirchner
encabezó un acto hace dos semanas y recuperó la iniciativa política del
oficialismo. Foto: Archivo
Los opositores más
devotos prefieren creer que si no hubiera sido por el Papa todo sería peor. Los
más pragmáticos aducen que el Vaticano buscó evitar cualquier sorpresa contra
el dogma en la urgente sanción del Código Civil que se propone lograr el
oficialismo. Y muchos, desconcertados y expectantes, optan por la máxima que
dice que los designios de Dios son inescrutables.
De lo que ninguno tiene duda es que el kirchnerismo salió manifiestamente fortalecido del viaje al Vaticano y que está decidido a explotarlo en su beneficio. Pero no dejan de preguntarse qué dirá de todo eso el Santo Padre que vive en Roma, como les gustaba cantar a los auténticos setentistas.
Por Claudio Jacquelin
para LA NACION, viernes 26 de septiembre de 2014.
FUENTE:
* 1 8 1 0 – BICENTENARIO – 2 0 1 0 * POR UNA MEJORARGENTINA PARA RECUPERAR LA
PATRIA PARA RECUPERAR LA REPÚBLICA. Año 6
Nº 216
Edición
periódica 30 de
septiembre de 2014
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