Extracto del artículo
“La
farsa y la tragedia bailan juntas” de Marcos Aguinis publicado en la
Nación 03/10/2014.
“...Hablando
de buitres, circula por Internet una descripción que me limito a reproducir:
"Adueñarse de 28 casas en Santa Cruz mediante la 1050 es de buitres.
Comprar tierras fiscales a sumas ridículas por el privilegio de tener el poder
por el mango es de buitres. Cambiar billetes argentinos por dos millones de
dólares el día previo a la devaluación ordenada por la esposa-Presidenta es de
buitres. Incrementar el patrimonio personal en la cifra alucinante de 1600% es
de buitres. Haber dejado empeorar la educación, la salud, la pobreza, la
delincuencia y facilitar el incremento feroz del narcotráfico es de
buitres".
Según el relato, los
ladrones del presente no son tales, sino víctimas del neoliberalismo que rigió
en los 90, que no tenía lazos de parentesco con el peronismo en general ni los
incontables funcionarios de la actual gestión "exitosa". Por eso un alumno que desea
abandonar la escuela merece aplausos, porque denuncia con su actitud al mal
docente que lo aplazó por negarse a estudiar. El mérito es cosa de burgueses,
de liberales, de oligarcas; lo que vale, en cambio, es el desmérito, que suena
a revolución. Mucha farsa, desde luego,
pero envenenada de tragedia. O, dicho mejor, una tragedia que veremos con
mejores luces y colores más hirientes en el futuro próximo.
Sin
pensarlo demasiado, se compara la riqueza petrolífera argentina con la de
Arabia. Y se las homologa sin sonrojo, pese a que se trata de yacimientos que
requieren diferentes montos de inversión. Esas inversiones no vendrán ni
"ebrias ni dormidas" mientras siga rigiendo la actual inseguridad
jurídica. Mientras, pagamos a Qatar y Bolivia por un gas que podríamos producir
por una mínima fracción de lo que desembolsamos con nuestra gestión nacional y
popular. La culpa de esta situación no
la tienen, ni por asomo, quienes manejan el Estado. Deben de ser Obama, Merkel,
los terroristas.
El Estado ya ni se
sabe qué es. Por lo pronto, hay una cabeza homologable a Luis XIV, porque, sin
decirlo, es Ella. El Estado es Cristina Fernández de Kirchner. Hace lo que se
le ocurre, no rinde cuentas de nada y apenas consulta con quienes le dicen sólo
aquello que le acaricia el narcisismo....”
NOTA:
Las imágenes y destacados no corresponden a la nota original.
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