MARTES 30 DE
SEPTIEMBRE 2014
Varios juristas
analizaron los casos en que el juez no trabaja para encontrar la verdad
Los juristas Federico
Morgenstern y Guillermo Orce presentaron este lunes por la noche su libro Cosa
juzgada fraudulenta. Dos ensayos sobre la llamada cosa juzgada írrita. En una
conferencia junto a varios invitados analizaron la posibilidad de reabrir
causas judiciales que cerraron de forma fraudulenta, tema sobre el que hay
posiciones dispares.
Cuando una causa está
cerrada, se la considera "cosa juzgada", lo que implica que no se
puede volver a debatir en sede judicial, salvo en determinados casos muy
puntuales. No obstante, existe lo que se conoce como "cosa juzgada
írrita", que se produce cuando se arriba a una decisión de manera
fraudulenta, por ejemplo, cuando el juez no busca la verdad.
Morgenstern, investigador
adjunto de la Universidad de San Andrés, está a favor de reabrir este tipo de
causas, sobre todo en casos de corrupción, en los que consideró que sería
"más probable que prospere".
"Creo que a
diferencia de otras iniciativas como la Conadep contra la corrupción, la cosa
juzgada fraudulenta, cuando corresponde, no alegremente, es algo concreto y
correcto, que no implica juguetear con las instituciones, ni requiere cambiar
leyes, remover a nadie de su función ni armar una comisión de notables. La cosa
juzgada írrita puede también aplicarse en casos de violaciones y crímenes de
lesa humanidad. Creo que hay un terreno fértil, no es tan solo para un
delito", sostuvo.
"Me preguntaron
si escribí este libro especialmente para rever el sobreseimiento de la
Presidenta (Cristina Kirchner) dictado por (el juez federal, Norberto) Oyarbide
en el tema del enriquecimiento ilícito. No conozco la causa, no estoy en
condiciones de contestar sobre eso y tampoco me corresponde. Ojalá el tema
tenga repercusiones judiciales o al menos pasen cosas", advirtió. Y
aventuró que el tema "se va a debatir en serio este año o el que
viene".
En la otra vereda,
Orce dijo que tiene "un concepto más restrictivo a la hora de rever la
cosa juzgada". Y explicó: "Si existe esta concepción significa que en
algún momento hay que dejar de discutir un tema. La cosa juzgada debe subsistir
con independencia de su correspondencia con la verdad y una sentencia puede ser
justa aunque no sea en un sentido relevante verdadera".
"En algún
momento debemos aplicar la cosa juzgada y terminar de discutir el tema. De lo
contrario, nunca dejamos de molestar a una persona que estuvo imputada. Hay que
aceptar que si existe un valor de la discusión es que puede terminar mal desde
nuestro punto de vista y el de nuestros intereses", insistió.
La conferencia
"Herramientas contra la corrupción" fue realizada a anoche en el
British Arts Centre (BAC), en el centro porteño, y hubo otros expositores
además de los autores del libro.
El director del
Departamento de Derecho de San Andrés, Lucas Grosman, apoyó la posición de
Morgenstern. "Que un juicio no haya encontrado la verdad no basta para
poder reabrirlo, pero el problema es cuando el juez nunca trabajó para
encontrar la verdad. Este el caso que nos debería preocupar", sostuvo. Y
evaluó: "Existe el riesgo de que los actos de corrupción realizados por
quienes, en el momento que sea, se encuentran en el poder sean jugados de una
manera que no se procure analizar realmente si cometieron un delito, sino que
el juicio sea una puesta en escena para tener una sentencia absolutoria que
blinde al acusado frente a futuras investigaciones".
En sintonía, el
profesor de la Universidad de Buenos Aires Agustín Zbar reforzó ese argumento.
"Hay derecho a ser eximido de culpa, pero no en una pantomima orquestada
para beneficiar a un imputado que eligió la partitura que van a tocar en ese
proceso, burlándose de todos los que respetan la Justicia", observó.
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