Humilde y
respetuosamente doy a conocer mi respuesta a la pregunta de nuestra Presidente,
instándonos a pensar en ¿Qué hubiera pasado si no ganaba las elecciones de 2007
y 2011?
Afortunadamente la
República Argentina ha cumplido con una
deuda de vieja data, cual es la colocación, finalmente, de un satélite que
ocupe la órbita 81, otorgada a nuestro país por la Unión Internacional de
Comunicaciones en el año 1998. En el medio quedaron algunos frustrados hitos.
El permiso de uso de
la órbita tenía vencimiento por caducidad en 2002 para el caso de no lograr
subir un satélite, responsabilidad que asumió la empresa Nahuelsat quien, antes
de dicho plazo, debía poner en funcionamiento el Nahuel II. El proyecto no pudo
llevarse a cabo, llegándose al vencimiento sin resultado alguno.
En estas
circunstancias la UIT concedió una prórroga hasta el 19 de octubre de 2005 y
dos días antes pudimos colocar en órbita un satélite contratado en Canadá por
el entonces Secretario de Comercio Guillermo Moreno. Se trataba de un viejo y
“cascoteado” satélite, el Anik E2 que desde 1991 giraba fuera de uso dañado por
una tormenta solar.
La “exitosa” maniobra
fue ampliamente publicitada por el gobierno, rebautizando al viejo satélite con
las siglas PP1 (Pueblo Peronista 1) y así el 17 de octubre de 2005 finalmente
cumplimos con el compromiso asumido.
Treinta y tres días
después, el PP1 dejó de funcionar y sus señales desaparecieron del espacio.
Ignoro si ante su vetustez y desuso Canadá lo regaló o pagamos algún canon por
la frustrada locación.
Y es así que, luego
de 9 años, las vísperas de otro 17 de octubre nos encuentran festejando nuestra
conquista espacial. La Presidente, a través de la cadena nacional ha puesto en
marcha el ARSAT 1 que viene a levantar en parte las bajas calificaciones que el
país mantenía en el campo de las comunicaciones espaciales.
Hemos logrado la “soberanía
nacional” con el lanzamiento del “primer satélite geoestacionario 100%
argentino” al decir de nuestros orgullosos funcionarios. Nos
incorporamos en definitiva al selecto grupo de países que producen este tipo de satélites (USA, Rusia, China, Japón, Israel y
la Eurozona).
El orgullo nos
embarga “Hasta hace diez años pensar que los satélites podíamos hacerlos
nosotros y no comprarlos al extranjero por medio de licitación era imposible.
Hoy hasta hay proyectos para exportarlos”, dijo eufórico hace unos días
Héctor Otheguy , gerente general de INVAP, la empresa pública a la que se
encargó la construcción del satélite.
“Pero ni todo el
ARSAT-1 es argentino ni solo Argentina ha participado en su desarrollo. Como
sucede en la mayor parte de los casos en los que un país sin un fuerte arraigo
en el sector espacial da sus primeros pasos, gran parte del satélite proviene
de países con tecnología más avanzada. Por ejemplo, la carga útil del satélite,
es decir, todos los instrumentos tecnológicos que le permiten realizar su
función , han sido fabricados por Thales Alenia Space, una empresa europea que
fue licitada por INVAP para esta tarea. Lo mismo pasó con los sistemas de
propulsión y el ordenador de abordo, que han sido encargados a Astrium, una
filial de la multinacional europea EADS. De hecho, la gran mayoría de los
componentes físicos del ARSAT-1 han sido fuera de Argentina”. (El País,
8/09/14 “El satélite 100% argentino que se fabricó en Europa”).
Y es en estas circunstancias
en que me llama la atención la efusiva e innecesaria propaganda oficial que se
ha dado a este lanzamiento que, en definitiva no es más que honrar una
obligación cuyo incumplimiento nos hubiera alejado del mundo de las
comunicaciones aeroespaciales con nefastos resultados. Es como si en 1978, los
funcionarios de facto de ese entonces, hubieran montado un show similar, con
militantes llevados en micros fletados a tal fin, para anunciar que Argentina
tenía finalmente televisión en colores.
Pero lo que más me
sorprende de los rutilantes festejos, son las palabras de la Presidente de la
Nación al preguntarse y preguntarnos a todos los argentinos ¿Qué habría sido de
la Argentina si ella no hubiera ganando las elecciones de 2007 y 2011?,
invitándonos a reflexionar al respecto.
Y me atrevo a
responderle Sra. Presidente que
se trata de una pregunta inútil, tanto porque nadie tiene (por lo menos yo no
los tengo) poderes ocultos que permitan ver qué habría sucedido si algún hecho
del pasado hubiera sido distinto a lo que fue, cuanto por la simple razón de
que aunque se lo llegara a saber sería imposible cambiar ese pasado. ¿Qué
habría sido del Regimiento de Granaderos si Cabral no le hubiera salvado la
vida al entonces Coronel San Martín? ¿Qué habría pasado si Lee Harvey Oswald
erraba su disparo? ¿Qué habría pasado si Poncio Pilatos no hubiese optado por
lavarse las manos? IMPOSIBE SABERLO.
Sólo conjeturas, sólo
múltiples probabilidades de corte subjetivo a gusto de cada uno. Y si de
libertad de opinión se trata, puedo dar la mía, aunque repito, no tengo poderes
extrasensoriales, no soy quiromántico, ni leo la borra del café. Apenas tengo
absoluta libertad de pensamiento y no adhiero a partido político alguno, lo
cual me pone al margen de cualquier sospecha de llevar agua para ningún molino.
Y lo que pienso, Sra.
Presidente, es que si usted no hubiera
ganado las elecciones, tal vez hoy en Argentina no estaría instalado el odio y
el enfrentamiento entre argentinos, tal vez la fraternidad ocuparía el lugar de
los ataques y el diálogo respetuoso el de los insultos y descalificaciones, el
intercambio enriquecedor de los adversarios el lugar del artero ataque al
“enemigo”. Eso en cuanto a las relaciones entre hermanos. En cuanto a la
situación de nuestra Patria, pienso que tal vez si Ud. no hubiera ganado las
elecciones, la República no estaría renga y los tres poderes serían
independientes como lo pensaron los padres de la Patria. Pienso que quien
ocupase el sillón de Rivadavia tal vez cumpliría con la Constitución Nacional y
se encargaría de distribuir la renta nacional a través de una genuina
coparticipación federal sin beneficiar ilegítimamente a los amigos y castigar a
quienes no lo fueran, sólo por disentir políticamente. Pienso que tal vez podríamos
salir a la calle sabiendo que regresaríamos sin ser asaltados, asesinados o
gravemente heridos por bandas de jóvenes drogados sin trabajo, sin estudios y
sin orientación de ningún tipo. Pienso que tal vez estaríamos en buenas
relaciones con el resto del mundo y no aislados política y financieramente,
sólo hermanados con los peores violadores de los derechos humanos del mundo.
Pienso que en lugar de narcotraficantes con pistas de aterrizaje a disposición
en tantas provincias y criminales echados de sus países, llegarían a nuestra
Patria, como lo fue siempre, inmigrantes con ganas de trabajar y fundar
familias bajo las pautas de respeto, responsabilidad, cumplimiento de la ley y
amor a la nación que los recibe. Pienso que si usted no hubiera ganado las elecciones,
tal vez la justicia sería eficiente y sin interferencias nefastas, pienso que
actuaría en forma independiente del poder ejecutivo, encarcelando a los
criminales y a los funcionarios corruptos como sucede en cualquier país serio. Pienso que tal vez no habría presos políticos
que arrastrasen una década sin pruebas coherentes en su contra, sin sentencia,
con su encierro basado en ley posterior a los hechos imputados. Pienso en que
tal vez los Derechos Humanos serían una sana política de estado aplicable a
todos y no un negocio fabuloso e ilegítimo para unos pocos. Pienso que los
argentinos podríamos comprar dólares libremente pero que no lo haríamos porque,
sin inflación, nuestra moneda seria apreciada. Pienso que no habría
enriquecimientos súbitos e injustificados basados sólo en perversos
privilegios, pienso en que los funcionarios del gobierno podrían salir a la
calle, ir a restaurantes o a presenciar espectáculos mezclados con el pueblo,
sin feroces escoltas y sin ser insultados en cada excepcional aparición, pienso
que no habría negociados corruptos y protegidos en cada timbre que se tocara de
la Administración Publica. En fin, Señora Presidente, es mucho más lo que
podría llegar a pensar a causa de su invitación, pero no creo que a usted le
interese.
De cualquier forma,
muchas gracias por el convite.
Juan
Manuel OTERO
NOTA:
Las imágenes no corresponden a la nota original.
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