El 23 de enero de
1989, un número importante de terroristas del Ejército Revolucionario del
Pueblo, que tanto daño ocasionara a los argentinos en la década del ’70, ahora
devenido en el Movimiento Todos por la Patria fundado, entre otros, por Enrique
Harolodo Gorriarán Merlo, Carlos A. Burgos, Jorge Baños, Roberto Fellicetti,
Francisco Provenzano, José Maria Serra, Antonio Puigjane, Rubén Dri, Manuel
Justo Gaggero, Alejandro Ferreyra Beltrán, Pablo Díaz, Hernán Invernizzi,
Carlos Samojdeny, Daniel Rollano, Melitón Vázquez, que contaron con la
invalorable colaboración de quienes fueran Secretario y Subsecretario de
Derechos Humanos de la Nación, Eduardo Luis Duhalde y Rodolfo Matarollo, los
integrantes del Centro de Militares por la Democracia (CEMIDA) López Meyer,
Juan Jaime Cesio, Cesar Perlinger, José García, Augusto Ratembach, Horacio
Ballester, Mitelbach y D’Andrea Mhor y otros “defensores de los derechos
humanos” como Néstor Vicente, Luis Zamora, Marcelo Parrili, Santiago Vernazza,
irrumpió en las instalaciones del Regimiento de Infantería 3 y del Escuadrón de
Exploración de Caballería Blindado 1 con asiento en La Tablada, perpetrando un
nuevo e inaceptable derramamiento de sangre de jóvenes argentinos.
Esta repugnante
acción fue llevada a cabo durante, y con la complicidad, del gobierno
constitucional de Raúl Alfonsín, contra un cuartel desguarnecido, debido a la
época del año en que se realizó, caracterizada por la licencia anual de los
integrantes de ambas unidades militares; la hora en que se produjo el ataque;
los cambios de destino de Oficiales y Suboficiales y, fundamentalmente, como
consecuencia de la implementación del irracional proceso de desmantelamiento de
las FF.AA. iniciado por el régimen de turno.
En estas acciones
caen asesinados el Teniente Coronel Horacio Fernández Cutiellos, el Teniente
Primero Ricardo Alberto Rolón, el Suboficial Principal Ricardo Raúl Esquivel,
el Sargento Primero Ramón Wladimirio Orué, el Sargento José Gustavo Albornoz y
los Soldados Conscriptos Roberto Tadeo Taddía Domingo Julio Grillo, Héctor
Cardozo y Leonardo Martín Díaz y el Comisario Inspector Emilio García García y
el Sargento Primero JOSE MANUEL SORIA, de la Policía de la Provincia de Buenos
Aires.
Pocos años más tarde,
a partir de Enero de 2000, recurriendo a cuanta felonía tuvo a su alcance y
demostrando su desprecio por Instituciones, como el Ejército Argentino y las
Policías de la Provincia de Buenos Aires y Federal Argentina, que dejaron su
saldo de muertos y heridos en la neutralización de aquel ataque, defendiendo el
orden constitucional y los intereses de la Nación, el aparato estatal se puso
en funcionamiento para lograr la libertad de quienes habían atentado contra su
pueblo.
El desprejuicio y la
irracionalidad evidenciados por funcionarios, y legisladores para liberar a los
terroristas y el silencio cómplice de los integrantes del Poder Judicial, sólo
encontró explicación en la connivencia o complicidad de los unos con los otros.
En esta trama macabra
participaron representantes de la corporación política que detenta el poder
desde 1983, muchos de los cuales todavía ocupan puestos en los poderes del
Estado, desde donde continúan con su prédica de odio y destrucción, como por
ejemplo el Auditor General de la Nación Leandro Despouy, a (en aquel entonces
funcionario de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos); Alicia Pierini,
terrorista montonera y actual defensora del pueblo; Federico Storani; Carlos
Becerra; Diana Conti (que se desempeñaba como subsecretaria de Derechos Humanos
de la Nación); la terrorista montonera Alicia Oliveira quien fuera Defensora
del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires; Alfredo Bravo; Alfredo Villalba;
Floreal Gorini; Simón Lazara; Enrique Pérez Esquivel; quien fuera canciller del
gobierno kirchnerista, Jorge Taiana (en aquél entonces Secretario General de la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos); el actual diputado nacional por
el radicalismo Ricardo Gil Lavedra (en aquel entonces Ministro de Justicia y
Derechos Humanos); Ramón Torres Molina, oficial de la organización terrorista
Fuerzas Armadas Peronistas y actual director del Museo de la Memoria y las
“humanitarias organizaciones filoterroristas Familiares de Desaparecidos,
Abuelas de Plaza de Mayo, Centro de Estudios Legales y Sociales, Servicio de
Paz y Justicia, Liga Argentina por los Derechos del Hombre, Movimiento
Ecuménico de Derechos Humanos, Madres de Plaza de Mayo – Línea Fundadora y
Asamblea Permanente de Derechos Humanos, Movimiento Judío por los Derechos
Humanos.
El 24 de febrero de
2001, producto de las oscuras manipulaciones políticas, los terroristas
recuperaron su libertad, habiendo logrado que el gobierno les conmutara las
penas que les había impuesto la Justicia por los crímenes cometidos.
Alguien dijo que el
peor enemigo de la verdad no era la mentira, sino la estupidez; y en esto se
equivoca. Los peores enemigos de la verdad son la hipocresía y el cinismo.
Es por esto que el
objetivo perseguido con este escrito, es provocar la motivación para hurgar en
el pasado con la finalidad de refrescar la memoria, más aún si se tiene en
cuenta que a partir del año 1984, y con mayor intensidad desde el 25 de Mayo de
2003, se ha instalado en los medios de comunicación social un largo proceso de
desinformación tendiente a desviar la verdad histórica para borrar del
inconsciente colectivo del pueblo argentino todos los crímenes cometidos por
las organizaciones terroristas.
En todo este largo
proceso, con la inapreciable colaboración de periodistas y escritores -muchos
de ellos con sus manos manchadas de sangre- como Jorge Lanata, Alfredo Leuco,
Tenembaum, Zlotoviajda, Eduardo Anguita, Eduardo Aliverti, Florencia Saintout,
Miguel Bonasso, Martín Granovsky, Horacio Verbitsky, Juan Gelman, Silvina
Walger, Juan Gasparini, María Seoane, Gabriela Cerrutti, Horacio González,
Norma Morandini, Osvaldo Bayer y tantos otros, quienes, mediante el uso del
ocultamiento y la tergiversación de la verdad o de la simple y descarada
mentira, fueron desapareciendo de los medios de comunicación los atroces
atentados, las desapariciones forzadas de personas, los asesinatos, secuestros,
robos y tantas otras acciones llevadas a cabo por los terroristas.
Pero por favor no
creamos que lo que lo que está sucediendo son hechos aislados. Absolutamente
no.
Todo esto no hace más
que demostrar que para los personeros del crimen, el rencor y el odio, la
guerra continúa, lo que queda materializado en la mentira, el resentimiento y
la venganza promovidos desde el actual gobierno, al que vemos “orgulloso” de su
cínica e hipócrita política de derechos humanos, una política caracterizada por
exaltar a quienes atentaron contra la Patria y a encarcelar a quienes la
defendieron o esconder a aquellos que murieron para que ella aún sobreviva.
Un ejemplo de lo
expresado fue el regalo de Fin de Año de la corte suprema de justicia, que
dispuso reabrir una causa por la supuesta desaparición de dos de los
terroristas, revocando un fallo de la instancia inferior.
Hoy, a 26 años del
criminal ataque, con muchísima tristeza comprobamos como el desprecio o la
indiferencia por aquellos que dieron su vida por todos nosotros, se han
apoderado de una sociedad adormecida que pareciera no tener la menor idea de su
destino.
Es así que, con el
advenimiento del gobierno de los Kirchner, aparecieron en escena quienes nunca
habían combatido, los que, en una pretendida construcción de un pasado guerrero
que no tuvieron y bajo la excusa lograr encontrar la verdad, la justicia y la
memoria, convirtieron la Verdad en mentira; la Justicia en prevaricato y la
Memoria en una antojadiza y hemipléjica reescritura de la historia.
Día a día vemos cómo
el poder político judicial arrasa con las instituciones, con sus consecuencias
de caos y desolación, contando para tan rastreros objetivos con la complicidad
de sus integrantes, sean ellos togados o uniformados que, por acción, omisión,
oportunismo o corrupción, se subordinan a las órdenes de funcionarios
repentinamente enriquecidos a costa del hambre y la desesperación del pueblo
argentino.
La corporación
judicial federal penal produjo fallos en absoluta complacencia con los deseos
del gobierno nacional, arrasando con las bases del Derecho, alejando casi
definitivamente toda posibilidad de alcanzar la necesaria concordia que tanto
precisamos los argentinos para poder vivir en un país serio y de la manera que
nos merecemos.
Para ello, los jueces
han destruido el estado de Derecho, con la consiguiente de “ausencia de
seguridad jurídica” que hoy reina en nuestro país, violentando nada menos que
31 garantías procesales e instituyendo al prevaricato como metodología para
negar Justicia y privar de la libertad a quienes dieron todo de sí para liberar
al pueblo argentino del flagelo del terrorismo, siendo las más que más
repugnan, la negación -por negligencia criminal- del acceso a un sistema de
salud digno y la introducción de la accesoria de la pena de muerte por abandono
de persona, que dan forma al plan criminal de exterminio de un sector de la
población perpetrado por la corporación político judicial más siniestra y
corrupta de toda nuestra historia. Doscientos ochenta (280) muertos en cautiverio
por estas causas, avalan lo que digo, pagándose un precio demasiado alto para
consumar la venganza.
Todo lo que está
sucediendo, realimentará los odios del pasado y evitará el cierre de las
heridas que en los ‘70 se abrieron en nuestro cuerpo social, cicatrización que
necesitamos con urgencia para poder vivir en una Argentina en la que se
constituya la unión nacional, se afiance la justicia y se consolide la paz
interior.
A esta altura es
necesario decirle a quienes integran el Poder Judicial, que no queremos el país
que, con sus actos están coadyuvando a destruir. Nos cuesta aceptar que no
entiendan el ruego de la ciudadanía, que hoy día más que ruego es un clamor.
Queremos que sepan que, como pueblo de esta tierra, nos asquea la ductilidad de
algunos jueces de adecuar sus opiniones conforme a la forma de pensar y
proceder del gobierno de turno.
A pesar de lo
expresado, y tal vez ya cándidamente, insistimos en nuestro pedido para que
recapaciten, pues si continúan en esta peligrosa línea, la República se
encamina aceleradamente hacia su disolución porque, con jueces como los que
citamos; con legisladores que se han olvidado de su “honorable” misión y con
políticos que demuestran estar más preocupados por la mejor forma de
incrementar sus injustificados patrimonios, difícilmente se logrará la paz
social que tanto necesitamos para desarrollarnos.
El camino hacia la
reconciliación no se puede construir con memorias parciales, verdades a medias
e injusticia. Pensemos en el país que le estamos dejando a nuestros hijos y
nietos, los que -no les quepa la menor duda- se merecen un futuro mejor.
Como hace tiempo que
no se escuchan voces oficiales ofrendando el justo y necesario homenaje a los
caídos en salvaguardia de Dios, de la Patria, de la Familia y de las
Instituciones republicanas, con este escrito quiero rendir tributo a quienes
murieron por nosotros y por nuestro estilo de vida. A todos los que cayeron,
tanto en el ataque a los Cuarteles de La Tablada, como en todas acciones
perpetradas por las organizaciones terroristas a lo largo de nuestra triste
historia reciente, les expresamos nuestra gratitud por el ejemplo que nos
dieron, por defendernos y por haber dado todo de sí, sin pedir nada a cambio.
Emilio Guillermo Nani
Teniente Coronel (R)
Veterano de Guerra
FUENTE: http://informadorpublico.com/2015/01/23/a-26-anos-homenaje-a-los-caidos-el-23-de-enero-de-1989/
NOTA: Los destacados no corresponden a la nota original.
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