Enrique Stel, es Coronel, Veterano de la Guerra de Malvinas. A
partir de 1979 perteneció a las fuerzas de élite de la República Argentina y
luchó en la guerra integrando la Compañía de Comandos 602. Recibió del Congreso
de la Nación Argentina la Condecoración “A
los Bravos de Malvinas” y el Ejército Argentino lo condecoró con la Medalla
“Al Heroico Valor en Combate”. Además
le otorgó una mención distinguida por su desempeño en la guerra.
Arriesgó su vida infiltrándose
detrás de las líneas enemigas, ayudó a sus camaradas espiritual, emocional y
físicamente para sobrellevar la pesada carga de este hecho traumático. Después
de la rendición argentina, estuvo como Prisionero de Guerra de los Ingleses
durante un mes, en un frigorífico de la Bahía de San Carlos en condiciones
climáticas adversas, durmiendo en el piso, comiendo una vez al día y duchándose
una vez por semana.
Hoy este hombre se ha convertido
en una simple y lamentable estadística en el sistema de los “Derechos de Algunos Humanos”. Detenido
injustamente cuando ya se encontraba presentado en la causa, imputado por “haber sido” y no “por hacer” (derecho penal de autor) y detenido por el simple hecho
de “pertenecer” al Ejército Argentino.
Procesado sin fundamento alguno, sin pruebas, sin lógica ni relación
circunstanciada de acción, causa, resultado. Imputado por una cosa y procesado
por otra, hoy lleva un año privado de libertad en una cárcel común y la Cámara
Federal de Apelaciones de Bahía Blanca omitió dolosamente verificar la
afectación a su derecho de defensa, y lo que es peor aún, a un debido proceso
legal.
Enrique Stel tenía 20 años a la
fecha de los hechos que se investigan, era Subteniente del Arma de
Comunicaciones y se desempeñaba como jefe de sección de la Compañía Alámbrica
del Batallón de Comunicaciones 181. Por ese cargo se lo imputó, pero se lo
proceso por otro, por ser jefe de sección de una Compañía de Infantería
dedicada a la lucha antisubversiva. Es decir, se le asignó intempestivamente la
pertenencia al Arma de Infantería y automáticamente se asoció a este Arma con
el desarrollo de actividades ilícitas. Un dislate jurídico.
Cualquiera que conozca un poco la
estructura orgánica del Ejército, sabe muy bien que un militar no puede
desempeñar funciones de un arma a la que no pertenece (ni por capacidades
adquiridas ni por cuadro organizacional) Por otro lado, lo procesan por hechos
de los que no hay ningún elemento material que demuestre su participación
(ninguna víctima lo menciona, ni por nombre ni por apariencia física. Cabe
aclarar que las denuncias en muchos casos fueron realizadas entre los años 2009
y 2014) La imputación de esos hechos sólo se produce por la mera dimensión
temporal, tornando automática la culpabilidad sólo por esto (es decir la
coincidencia de las fechas en que ocurrieron esos sucesos con el período de
tiempo en el que Enrique Stel estuvo desempeñando funciones en una Sección
Alámbrica de una Compañía de Comunicaciones)
En síntesis, lo procesan por una
función que nunca desempeñó, en un Arma a la que nunca perteneció y por hechos
de los cuales no hay elementos que permitan demostrar de modo alguno que
participó en la consecución de los mismos.
Es importante destacar que esta
investigación surge 40 años después y obviando el hecho significativo de que
jamás fueron impugnados sus ascensos a Mayor, Teniente Coronel y Coronel
durante la democracia, siendo que en esas oportunidades su legajo personal fue
analizado por todos los organismos de Derechos Humanos y la Comisión de
Acuerdos del Senado.
¿Cómo es posible que continuemos,
como dice el Dr. Gil Lavedra, efectuando “imputaciones
por presuntos delitos de lesa humanidad de un modo ligero, sin la correcta
verificación de la alta probabilidad de que concurran los requisitos que
caracterizan a tales delitos”? Lamentablemente hay muchas distorsiones y
confusiones, en parte por ignorancia y en parte por mala fe. Esto tan simple
que escribo, es sistemáticamente negado por quienes deben hacer justicia, tal
vez porque necesitan incrementar los
números estadísticos y justificar el inmenso flujo de dinero generado por este
sistema donde ser parte de las Fuerzas Policiales, de Seguridad o Armadas es
casi automáticamente equivalente a ser delincuente, argumento que viola las
normas jurídicas más elementales, entre ellas, el principio de la
responsabilidad penal individual y el principio de la presunción de la
inocencia.
¿Cómo un hombre que ha dedicado
su vida a las causas humanitarias puede estar procesado por delitos como lo que
se le imputan? Un ser humano no pierde su esencia. O es bueno, o es malo y las
acciones a lo largo de la vida van reflejando esa naturaleza. En el caso de mi esposo ha reflejado ser un
hombre de bien, con actos heroicos y acciones trascendentes. Ha vivido momentos
desagradables y nunca se ha quejado. En
la guerra de Malvinas lo dieron por muerto al punto que le rezaron una misa por
su eterno descanso, camino a sabiendas
entre campos minados para cumplir con su misión, sabiendo que un paso en
falso podía ser el último. En Zagreb vivió el bombardeo del año 1995, enfrentó
la presión de los serbios cuando custodiaba los convoyes humanitarios del ACNUR
y del ACNUDH que intentaban llegar a la población civil sitiada en Bosnia
Herzegovina… Sus acciones humanitarias le valieron tres condecoraciones por sus
servicios a la paz de Naciones Unidas.
Juntos hemos recorrido 16 países
investigando algunos de los crímenes más atroces de los cuales puede ser capaz
el ser humano y hemos trasmitido a nuestros alumnos la importancia de vivir en
la diversidad, respetando al otro más allá de las diferencias. Nunca pensamos
que justamente él, uno de los primeros militares argentinos que por convicción
se especializó en Derecho Internacional Humanitario –y el primer oficial que en
la historia del Ejército Argentino fue becado por la Escuela Internacional para
el Estudio del Holocausto Yad Vashem para capacitarse en la temática de la Shoá
en Jerusalén- hoy estuviera en una celda, esperando poder demostrar su
inocencia, por delitos que jamás deberían haberle imputado. Cuando fue
prisionero de guerra de los ingleses durante el conflicto de Malvinas lo aceptó
y lo comprendió perfectamente, son las reglas de la guerra. Esta situación no
puede aceptarla ni comprenderla.
Lo que más me preocupa, más allá
de esta situación personal, es nuestra deshumanización como nación, nuestra
premura en condenar sin saber, nuestra pérdida de valores y principios, nuestra
ponderación invertida de cuestiones elementales. Me preocupa el odio alimentado
con una fuerte estructura que no nos conduce a nada bueno. Me preocupa la
injusticia.
No creo que nadie piense que los
responsables de los crímenes más atroces vividos en nuestro país no deban ser
condenados, pero es importante que lo hagamos respetando el principio de
legalidad, cuidando “celosamente la
categoría excepcional de delito de lesa humanidad y los procesos en los que se
aplica.”
Sólo espero que Dios nos de la
fortaleza para seguir luchando en este sistema perverso donde inocentes pagan
por culpables. Lo triste de todo esto es que los años no son infinitos, que
nuestro tránsito en la tierra es limitado y que lo que hacemos con nuestro
tiempo tiene que ser bueno, constructivo, no estéril. Siento que estamos
perdiendo un tiempo valioso en esta lucha desigual cuando podríamos hacer cosas
valiosas y trascendentes.
Tres razones me llevaron a
escribir esta nota: uno, la fecha de conmemoración de los Veteranos de Guerra
de Malvinas, otra, la triste realidad de que el 12 de marzo de este año Enrique
Stel cumplió un año de detención en flagrante violación al principio de
excepcionalidad de la prisión preventiva y por último, el inicio de la Semana
Santa, un tiempo donde como cristianos, debemos purificar nuestra alma y
ofrecer nuestro sufrimiento a Dios para acompañar la Pasión de Nuestro Señor
Jesucristo.
Desde la guerra de Malvinas mi
esposo lleva consigo un Rosario que con el tiempo se ha deteriorado. Su fiel
amigo lo sigue acompañando. Los hombres pueden abandonarnos, Dios jamás nos
abandona.
Carina Emilce Faur
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