Por Virginia Gamba
La guerra contra el terrorismo iniciada por orden del gobierno
constitucional argentino en 1975 fue naturalmente continuada por el régimen de
facto a partir del 24 de marzo de 1976, no porque los militares lo desearan,
sino por imposición del enemigo, que mantuvo la ofensiva contra la sociedad
argentina.
Pero desde 1983 se decidió llevar a los militares
combatientes en ella a los estrados judiciales a fin de juzgar sus conductas
por procedimientos para tiempos de paz a la luz del Código Penal ordinario,
habiendo generado ello una fenomenal confusión que se ha ido agravando a través
del tiempo pues es sabido que las acciones de guerra deben juzgarse por las
leyes que la gobiernan ante tribunales especiales y no por las leyes penales
ordinarias aplicadas por los tribunales previstos para juzgar delitos comunes
en tiempo de paz.
Los jueces que han procesado y los que están juzgando a
militares por sus responsabilidades durante la guerra contra el terrorismo,
actuaron y actúan ignorando lo que es la guerra, las normas que la regula y la
historia de la formación por parte del Estado Argentino de los cuadros
militares para desempeñarse en ella.
El conflicto en su variante netamente “revolucionario”, a partir de la década de los cincuenta, comenzó a
preocupar a estudiosos militares y ya en el año 1958 en la Escuela Superior de
Guerra contribuían en la cátedra dos Tenientes Coroneles franceses con
experiencia en la guerra de Argelia, habiéndose llevado a cabo el primer
ejercicio denominado “Barcala” en el
Valle de Punilla, Córdoba.
Desde entonces comenzaron a ser entrenados en forma
específica por el Estado Argentino los cuadros militares tomándose más
adelante, como guía escrita, reglamentos dictados e impresos oficialmente a
partir de 1968 en los cuales se explicaba y definía a ese tipo de conflicto y
se preveían las acciones para combatir en él.
Hoy en día el conflicto es aún peor, y tanto Colombia, como
Venezuela, como Chile, Bolivia y por supuesto Brasil están tomando medidas
preventivas para evitar la guerra.
Las miles de víctimas del terrorismo se merecen que
encontremos una forma eficaz de detener a los terroristas y evitar que sigan
amenazando la vida republicana, aunque sea bajo la apariencia de “democracia”. Porque no es lo mismo
República que “democracia”, para los
socialistas del siglo XXI.
Los terroristas no funcionan como ejércitos convencionales:
nunca llevan uniformes o defienden un territorio. Sus combates son para
infundir pánico y, a través del miedo, su ideología. Por tanto, para que el
ejército pueda responder al auge del terrorismo global hace falta plantear medidas
que estén en constante evolución dentro de una estrategia global.
El apartamiento voluntario del mundo civilizado obedece a la
política desarrollada por parte del actual gobierno de la familia Kirchner, que
sumergió al país en una falta de seguridad jurídica crítica. Eso trae
necesariamente consecuencias: situaciones críticas que pueden llegar a ser
violentas cuando el encauzamiento de los problemas trascienden lo jurídico.
Con la autoridad de haber sido asesora permanente del
Ministerio de Defensa argentino desde 1983 hasta 1988, y además Profesora
Titular de la Escuela Superior de Guerra, antes de radicarme en Europa, puedo
sostener científicamente que la falta de preparación de los militares en
Argentina, su anulación y desarme absolutos, garantizan que el país será un
blanco fácil del próximo conflicto, de una naturaleza absolutamente distinta
que los anteriores.
Como lo he expresado claramente en mi último trabajo “Society under siege – Crime, Violence and
Illegal Drugs” (Sociedad bajo asedio – Crimen, Violencia y Drogas),
publicado en Dublin, considero que el desarme y la desmovilización de las
fuerzas armadas argentinas son garantía de la violencia.
Saludo a usted atentamente felicitándola por los contenidos
de su página.
Firmado: Virginia Gamba
Capetown – Sudáfrica
TOMADO...
Desde el foro de I.P. posteado por:
*ROBERTO DANSEY
13/09/2015 at 11:58 AM
La guerra de los años 70 en Argentina fué legal?
La guerra de los ‘70 fue legal, y los juicios a los
comandantes de las FF.AA., un disparate progre e insconstitucional
Si sólo lo dijera yo, Roberto Dansey, ¿qué validez tendría?
Pero ahora sale a luz este informe, de la nueva DIRECTORA DE DESARME EN LA UN,
Virginia Gamba, Argentina de 59 años, Premio Nobel de la Paz (compartido) como
miembro de la organización Pugwash por el desarme nuclear, en 1995.
La principal experta que tiene el país en estrategia y en
islas Malvinas, asumió hoy el cargo de directora de Desarme en las Naciones
Unidas. La profesional se desempeñó hasta la semana anterior como asesora en
temas internacionales del Ministerio de Seguridad y Justicia del Gobierno
porteño. Con el cargo que asume hoy, descripto en la grilla como uno de los más
altos en la burocracia de las Naciones Unidas, la Argentina completa un cuadro
de funcionarios debajo de la oficina de Ban Ki-moon que tiene pocos
precedentes.
El cargo de Gamba es de la jerarquía D2, el más alto fuera
de las designaciones políticas, como directora y vice alto representante de la
Oficina de Desarme del organismo en Nueva York y con competencia sobre todas
las ramas de ese sector: Conferencia de Desarme (con sede en Ginebra), Armas de
Destrucción Masiva y Armas Convencionales.
Gamba asume el cargo después de un concurso en el cual
compitieron cerca de 100 expertos del todo el mundo, entre ellos un ex
canciller de Egipto y un ex vicepresidente de Rusia. La designación reconoce la
larga experiencia de esta dama de 59 años en estrategia y en desarme, al punto
de que en 1995 obtuvo el Premio Nobel de la Paz (compartido) como miembro de la
organización Pugwash por el desarme nuclear.
Entre 1996 y 2001 fue responsable de la fundación Safer
Africa que se encargó de las tareas de retiro de las armas que habían quedado
en Sudáfrica como consecuencia de años de guerra civil. En esa tarea trabajó
junto al ex presidente Nelson Mandela. Vivió en Pretoria durante esos años y
desde allí fue asesora en temas de seguridad interna de más de una decena de
países africanos.
Por esa experiencia en 2010 vino a la Argentina para
trabajar en la organización de la escuela de la Policía Metropolitana y como
asesora del Ministerio porteño de Seguridad, donde se desempeñó hasta la semana
pasada.
Roberto Dansey
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