28 de septiembre de 2015
En fin, como suele ocurrir en todas las batallas electorales
tiene que haber vencedores y vencidos, por mucho que todas las fuerzas
políticas se empeñen en minimizar sus pérdidas y maximizar sus supuestos
avances. Ya se sabe, la derrota es huérfana y la victoria tiene numerosos
padres. Es una tónica política muy española el tratar de presentar todos los
resultados electorales, proceso tras proceso, como un avance y una victoria si
se compara con las elecciones que mejor nos vienen al caso.
Nada que ver con lo que suele ocurrir en el Reino Unido, por
poner solo un ejemplo, donde los líderes políticos suelen asumir los malos
resultados cuando llegan y presentan su dimisión -generalmente en la misma
noche electoral- si los datos que arrojan las urnas no cumplen con las
expectativas deseadas y se consideran, en términos objetivos, un retroceso, un
simple estancamiento o una clara derrota.
DERROTA DEL
INDEPENDENTISMO CLARA Y ROTUNDA EN LAS URNAS
Pero nada de eso ocurrió en Barcelona la otra noche, la de
las grandes decepciones para algunos, aunque las ocultaron de una forma
bastante bochornosa y poco deportiva, y holgados avances para otros. Para los
independentistas de Juntos por el Sí y la Candidatura de Unidad Popular (CUP),
que habían planteado los comicios en clave soberanista, los resultados han sido
un chasco total, ya que pese a haber ganado en escaños en el nuevo parlamento
catalán (72 de los 135 en juego) no ha ocurrido igual en el número de votos
emitidos a su favor (47% frente a un 53% de los no independentistas).
Además, votó medio millón más de catalanes y los
independentistas solo consiguieron subir unos 12.000 votos, pero es que en
política dos y dos no siempre son cuatro. La coalición entre los extremistas de
izquierda de Esquerra Republicana de Cataluña (ERC) y los derechistas de CDC no
cuajó y no fue capaz de aumentar su caudal de votos en términos cuantitativos,
procediéndose la consiguiente derrota no reconocida. Ganaron, pero no lograron
la mayoría social a la que aspiraban y que les hubiera legitimado, en términos
democráticos, para haber liderado el proceso secesionista. ¿Se aventurarán a
continuar sin tener la mayoría social a su favor?
No hay más que decir, la conclusión es clara y tajante: hay
una mayoría clara de catalanes, casi igual que los que hubo en Escocia en la
consulta de la independencia celebrada este año (55% del “no” frente a 45% a favor), en contra del proceso oportunista,
disparatado y anacrónico que dirigían esos tres mosqueteteros que son el
tardocomunista y chaquetero Raúl Romeva, el nacionalista de opereta Oriol
Junqueras y el gran maestro de la farsa y la trampa que es el desacreditado
Artur Mas, seguramente el peor presidente de la historia de la Cataluña
moderna.
Más que un escenario político catalán me atrevería decir que
lo que hemos vivido en estos meses tiene más que ver con el camarote de los
hermanos Marx que con lo que es el desarrollo normal en una país civilizado,
moderno y democrático. Qué tropa, qué personajes de tan poca talla tuvieron la
máxima responsabilidad en Cataluña y no supieron estar a la altura de las
circunstancias. Dice Junqueras, incluso en estas horas de la derrota, como un
Hitler delirante en su búnker en las jornadas finales, que hay que seguir
adelante hasta la victoria.
CLARA VICTORIA DE
CIUDADANOS, QUE SE MULTIPLICA POR TRES, LEVE CASTIGO A LOS SOCIALISTAS Y
DEBACLE POPULAR
Pero sí se puede decir que hay un claro ganador. Se trata de
la nueva “estrella” del parlamento
catalán, Ciudadanos, la formación que apenas tiene unos años y que fundara
Albert Rivera bajo las premisas de combatir el nacionalismo y rechazar, bajo
cualquier ropaje, la idea de independencia y secesión. Así las cosas, y con un
mensaje claro y nítido, sin mácula de dudas, no como ocurría con los populares,
Ciudadanos ha pasado de 9 diputados a 25, consiguiendo convertirse en la
segunda fuerza política de Cataluña y con grandes posibilidades de obtener
excelentes resultados para las próximas elecciones generales previstas en
España para finales de año.
Mención aparte merecen los socialistas, que han mantenido el
tipo en cierta medida, a pesar que el voto a la izquierda estaba más disputado
que nunca, y que solo han perdido mil votos en términos absolutos. Sin embargo,
a mayor participación, como suele suceder, menos diputados y, finalmente,
consiguieron 16 frente a los 20 que tenían en la anterior legislatura,
perdiendo cuatro y quedando como tercera fuerza del parlamento. No es un buen
resultado, obviamente, pero no es el naufragio que le pronosticaban algunos y
quedan situados en una buena posición de cara a las próximas elecciones
generales si tenemos en cuenta que la gente en España vota de una forma
distinta en una consulta de carácter regional o local que en una nacional. Las
generales suelen beneficiar, habitualmente, a los socialistas.
Y los grandes derrotados, palabrería barroca y retórica de
sus líderes por medio, han sido los populares. El Partido Popular (PP),
liderado por un Mariano Rajoy que siempre elude sus responsabilidades políticas
y echa balones fuera, ha obtenido unos pésimos resultados, habiendo perdido más
de 100.000 votos y pasando de 19 diputados en el parlamento a 11. Aún hay más:
ha pasado de ser la cuarta fuerza política a la quinta en el legislativo,
aunque ya le está pisando los talones la CUP y apenas les separan 10.000 votos
a ambas formaciones. Ya no hablamos de encuestas, sino de realidades, y el PP
se encamina a un duro castigo por parte de un electorado cansado de sus
corruptelas, medias verdades, mentiras, desprecios y supina arrogancia.
De la misma forma que hay un claro derrotado en la derecha,
también hay otro en la izquierda: se trata de Podemos. Aliados con los antiguos
comunistas de Iniciativa por Cataluña y los Verdes (ICV), Podemos no ha
conseguido sumar votos a esta coalición e incluso le ha llevado a pasar a la
misma de los 13 escaños que tenía en el anterior parlamento a 11, demostrado
que la formación que lideraba Pablo Iglesias ha tocado fondo y que incluso
puede comenzar a vivir sus horas más aciagas en las próximas elecciones
generales.
Mención aparte en este análisis merece lo ocurrido con los
independentistas de CUP, que son junto, con ciudadanos, los grandes vencedores
de jornada. Multiplican por tres sus votos, eclipsando a Podemos y a sus
aliados tardocomunistas, y pasan de tres diputados en el legislativo catalán a
diez, un gran éxito sin paliativos y que revela que será una fuerza
determinante en el sistema político catalán de cara a próximas citas
electorales. Atentos.
Ricardo Angoso
Periodista español
@ricardoangoso
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