domingo, 24 de julio de 2016

SETENTA BARROTES Y CASI NINGUNA FLOR


"Tu angustia comprendió que era imposible,
luchar contra la gente es infernal".
Enrique Santos Discépolo

A raíz de la escandalosa y pornográfica exhibición de la corrupción kirchnerista -y eso que sólo se ha visto la punta de un monstruoso iceberg- ya nadie duda que Cristina Elizabet Fernández terminará presa; hasta sus mejores espadas lo han reconocido públicamente. La duda, entonces, se debería centrar sólo en cuándo sucederá, y qué miembros de su familia la acompañarán.

Sin embargo, al socaire de una feria judicial bastante movida y que todavía se extenderá una semana, se ha abierto una discusión política, absurda desde donde se la mire: ¿debe ser detenida o no? Hasta el propio Presidente se ha visto obligado a manifestarse al respecto pese a que, como todos sabemos, la libertad de la ex mandataria no depende de él; la razón por la cual fue preguntado obedece al obvio interés de Cambiemos en tenerla como sparring en las elecciones legislativas del año próximo, en especial si pudiera presentarse como candidata a Senadora por la Provincia de Buenos Aires, dado el manifiesto deterioro que ha sufrido su imagen.

Parafraseando a Perón cuando sostuvo que las masas avanzarían con los dirigentes a la cabeza o con la cabeza de los dirigentes, hoy podríamos decir que la sociedad avanzará en su lucha contra la inédita corrupción que encarnó el kirchnerismo con los jueces a la cabeza o con la cabeza de los jueces. Éstos lo saben, y por eso han acelerado tanto los trámites de las causas y han dado tanta repercusión mediática a los avances de las investigaciones; son conscientes que, en esa actitud, les va el cargo y, eventualmente, hasta la libertad.

Los magistrados de Comodoro Py deben apurarse a atravesar su propio Jordán para intentar purificarse de tantos años en los que su inactividad y sus sentencias írritas los convirtió en cómplices necesarios del latrocinio, cuando no en beneficiarios directos del mismo, como son los casos del camarista Eduardo Freiler y del ex Juez Oyarbide, entre varios otros, a quien conspicuos miembros de esa nefasta organización inventada para colonizar el Poder Judicial, "Justicia Legítima", les permitió zafar de las denuncias por el ilícito e inexplicable enriquecimiento del que disfrutan.

En ese río que espera a los jueces federales sin ofrecerles puente alguno, además de Cristina y sus hijos, Lázaro Báez y los suyos, los Ezkenazi (YPF), Gustavo Ferreyra (Electroingeniería) y Cristóbal López, también nadan Boudou (Vicepresidente), Scioli (Gobernador de la Provincia de Buenos Aires), De Vido (Planificación), Echegaray (AFIP), Anímal Fernández, Capitanich y Abal Medina (jefes de Gabinete), Di Cesare (PAMI), Uberti (OCCOVI), Milani (Ejército), Parrilli (SIDE), Clarens y Liuzzi (financistas), Schiavi y Jaime (Transportes), Vázquez (asesor de Jaime), Recalde (Aerolíneas), Michelli (Economía), Picolotti (Medio Ambiente), Daura (Casa de la Moneda), Barreiro (jardinero), Mazure (INCAA), Guillermo Moreno (Comercio), José López (Obras Públicas), Baratta (Coordinación de Planificación), Ulloa (Nación Fideicomisos), Cameron (Energía), Fatala (Obras Públicas), Espinosa y Argañaraz (ENARSA), Olazagasti (Planificación), Santiago Rodríguez y Grané (Fabricaciones Militares), Ricardo Barreiro (jardinero), los Zacharias (tareas varias), Alarcón, Farías Brito, Patrignani, Aguirres, Cabral, Fabián Gutiérrez, Daniel Alvarez, Bounine y Pablo Barreiro (secretarios privados presidenciales), Nélida Caballero (cocinera) (siguen las firmas) y  muchos repentinos desmemoriados de hoy, más los prestanombres de todos.

Porque, cuando dije que sólo se había visto la punta del iceberg, me refería a que todas las estancias patagónicas, las casas y departamentos en el país y en los Estados Unidos, los autos y aviones, y las montañas de dólares que lo que se nos ha mostrado son sólo las propinas que, en raros raptos de generosidad, Néstor (q.e.p.d.) entregaba a quienes le llevaban los bolsos de dinero; si pensamos que sólo Muñoz, el fallecido ex secretario de Kirchner, compró propiedades en Miami y New York por US$ 65 millones, tendremos una mejor idea acerca de cuánto robaron sus jefes.

En la medida en que ese desaforado saqueo nos ha colocado a todos, en una situación de terrible indefensión frente a las innumerables bombas sembradas por Cristina para que explotaran ahora -¡y lo están haciendo!- debo confesar que no comprendo por qué Mauricio Macri propone poner punto final, como hizo el viernes, a la revelación detallada de la herencia recibida y a la identificación de sus responsables. En verdad, me parece una actitud política suicida y, sobre todo, una falta de respeto a los argentinos, que quieren tener muy claro a quiénes deben sus actuales padecimientos y, en la medida de lo posible, pretenden que éstos devuelvan los dineros mal habidos.

Margarita Stolbizer quien, como Lilita Carrió, ha sido quién más ha denunciado la corrupción de Cristina, reclama para ella el principio de inocencia y la libertad hasta que quede firme alguna condena; además de recordarle que, en los casos de enriquecimiento ilícito ese principio no rige, es una pena que no haya hecho idéntica petición respecto a los militares presos, para los cuales parecen no existir las garantías constitucionales. Por su parte, también el peronismo muestra raras actitudes: Sergio Massa y Diego Bossio, para intentar cubrir con un manto de olvido su muy reciente pasado (¿complicidad?) en altos cargos del kirchnerismo, se han llamado a silencio, mientras que Felipe Solá inexplicablemente se sumó a la recua de desvergonzados -entre ellos, claro, Flor Kash- que califican a las investigaciones por los innumerables delitos cometidos como una cacería política.

La preocupación del Gobierno se vincula a la capacidad del kirchnerismo residual de generar conflictos; porque, si bien ya no hay ideologías mesiánicas en juego, como en los 70's, aún conserva un importante poder de convocatoria para la violencia -Miles TTT (D'Elía), Quebracho (Esteche), Tupac Amaru (Milagro Sala), algunas pseudo organizaciones sociales y miembros de la Policía de la Provincia de Buenos Aires-, sostenida con dinero de planes, del juego y del narcotráfico, con armas y, sobre todo, con drogas. Puede que no sean muchos, pero debemos recordar qué monumental zafarrancho organizaron sólo unos veinte mil terroristas en aquella época. 

Entonces, y ya que ese inquietante cuadro subsistirá cualquiera sea el momento en que la "noble viuda" termine con sus huesos en la cárcel, me pregunto por qué el Gobierno preferiría que esa situación se produjera el año próximo. Mi optimismo me lleva a pensar que la reactivación económica, con su consecuente repercusión social, llegará en los primeros meses de 2017, y eso permitirá a Cambiemos imponer a sus candidatos en las elecciones de octubre; si para entonces Cristina ya estuviera presa, los hipotéticos conflictos se habrían desatado -y terminado- mucho antes y los argentinos podremos volver a celebrar la democracia recuperada.

Enrique Guillermo Avogadro
Abogado

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