sábado, 3 de septiembre de 2016

CARTA ABIERTA A LOS PERIODISTAS ARGENTINOS


Estoy saturado de leer, ver y oír noticias y comentarios sobre el médico que asesinó a un joven que quiso robarle el auto. Comprendo que nuestros periodistas estén muy ocupados con esta noticia y lo respeto. Comprendo también que ni Show Match ni Gran Hermano han dado estos días motivos de la importancia a que nos tienen acostumbrados.

Pero no puedo seguir con la ironía, la verdad me brota y debo decirla: Los periodistas argentinos, en su abrumadora mayoría, me resultan de una lamentable mediocridad y/o cobardía.

Nunca imaginé que, luego de más de tres décadas de democracia, el periodismo argentino, en lo que a Derechos Humanos se refiere, no haya logrado la veracidad, imparcialidad y valentía que el noble ejercicio de tal profesión requiere de sus representantes.
Una abrumadora mayoría guarda timorato silencio respecto de la grave y triste situación que soportan aquellos que, irónicamente, se jugaron la vida para que nuestra Patria no sea otra Venezuela o Cuba, (con la salvedad de que hoy la isla caribeña ha dado un giro de 180° en su política). De no haber combatido nuestros soldados a la guerrilla terrorista de traidores a la Patria, hoy haríamos colas multitudinarias para comprar papel higiénico, por citar un ejemplo. Y aquellos soldados están en la cárcel…

Los impensables giros de nuestra historia, atada con nudos gordianos a la corrupción política, nos ha llevado al lamentable estado en que los traidores a la Patria de ayer, han gobernado el país por más de una década y el fruto de la semilla por ellos plantada hoy esparce su pútrido aroma. Y aquellos soldados siguen en la cárcel…

No es necesario individualizar a nadie, todos sabemos quiénes son los periodistas tuertos, apenas una ínfima y honrosa minoría tiene la valentía de denunciar las violaciones a los derechos humanos que se siguen cometiendo… ¡En plena “democracia”!

Nadie levanta una nota en la cual se explique que el Estatuto de Roma prohíbe y tacha de nulo todo juicio en el que se imputen hechos anteriores a su entrada en vigor (2002), también declara que son imputables de acusación por los delitos de Genocidio y Lesa Humanidad los funcionarios del Estado y los integrantes de las organizaciones guerrilleras. Parece que a nadie llama la atención que se impute a un solo bando…. y se premie y rinda homenaje a los terroristas que a sangre y fuego dieron origen al caos.

Esta aberración jurídica no le interesa a ningún periodista. Tampoco el hecho de que la ley otorga el beneficio de la prisión domiciliaria a los detenidos mayores de 70 años, y son cientos los ancianos muertos por falta de atención médica que sobrepasan las ocho décadas con holgura, mientras jueces y fiscales se esmeran en negarla… a ningún periodista interesa esta ilegítima “pena de muerte”. Tampoco he leído una sola crítica a la perversa decisión del entonces Ministro de Defensa Agustín Rossi de prohibir que los detenidos se atiendan en los hospitales de su fuerza, logrando así que fallecieran cientos de ancianos por falta de atención médica. Tampoco vi notas en que algún periodista llame la atención por el hecho de que ningún fiscal lo haya acusado de homicidio preterintencional y abandono de personas…

Supongo que es más importante analizar la actualidad de Fede Bal, o tal vez las dos chicas que fueron echadas de La Biela por besarse en público los tiene en estado de tensión por las graves derivaciones que puedan desprenderse de semejante discriminación…

Tampoco les interesa que un Secretario de Derechos Humanos muestre una lamentable falta de equidad y se dedique a impulsar las querellas contra ancianos enfermos basadas en falsas denuncias que son receptadas por fiscales de dudosa imparcialidad e instruidas por jueces prevaricadores, en juicios llevados a cabo en recintos ocupados por tribunas rugientes que condicionan la equidad que debe imperar. Es el mismo Secretario que muestra públicamente su mal humor cuando algún tribunal se digna a cumplir la ley y otorga la domiciliaria…

Ningún periodista estrella levanta una crítica sobre ancianos que, pese a llevar una década encarcelados, no han recibido aún condena… parece que desconocen la garantía constitucional de la presunción de inocencia.

Eso sí, se llenan la boca con los derechos humanos, pero evidentemente desconocen sus normas. Sería oportuno que lean atentamente el artículo 11° de la Declaración Universal de los Derechos Humanos,

11.1. Toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad, conforme a la ley y en juicio público en el que se le hayan asegurado todas las garantías necesarias para su defensa.

11.2. Nadie será condenado por actos u omisiones que en el momento de cometerse no fueron delictivos según el Derecho nacional o internacional. Tampoco se impondrá pena más grave que la aplicable en el momento de la comisión del delito.

Y si bien saturan revoleando el Estatuto de Roma, ningún periodista aclara que los delitos imputados como de Genocidio y Lesa Humanidad, al ser tipificados en 2002, no existían al tiempo de su comisión, por lo tanto se trata de homicidios que prescribieron con el paso del tiempo.

Es muy clara su redacción…

Artículo 11 Competencia temporal 1. La Corte tendrá competencia únicamente respecto de crímenes cometidos después de la entrada en vigor del presente Estatuto.

Artículo 24 Irretroactividad ratione personae 1. Nadie será penalmente responsable de conformidad con el presente Estatuto por una conducta anterior a su entrada en vigor. 2. De modificarse el derecho aplicable a una causa antes de que se dicte la sentencia definitiva, se aplicarán las disposiciones más favorables a la persona objeto de la investigación, el enjuiciamiento o la condena.

Hago votos por que en un futuro no muy lejano, los periodistas argentinos tengan la capacidad, imparcialidad y valentía que tal profesión requiere y que los pocos valientes y honestos que hay, y que todos conocemos a través de blogs privados o libros de su autoría, tengan acceso a los medios y se les garantice su libertad de expresión.

Juan Manuel Otero

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