Mucho se ha escrito
sobre estos temas en las últimas décadas, en especial cuando los DDHH eran
parte de la carga ideológica de los gobiernos de turno y sus influencias
desembozadas en el Poder Judicial, desde
la CSJN hasta los juzgados inferiores y el Poder Legislativo.
Pero también los
últimos 10 años fueron especialmente ricos en el desarrollo crítico de lo que
estaba ocurriendo con el gran negocio de los DDHH impulsado desde el gobierno y
negociado con complicidad de la mayoría
de los jueces participantes, entre ellos una gran desvergonzada integrante del máximo Tribunal (CSJN) que cobró
irregularmente una jugosa indemnización (por desaparecida, aunque era fácil de
localizar vivita y coleando en tribunales) y que tampoco devolvió cuando se
descubrió el “chanchuyo”. Criticaron
esos procesos ciudadanos ilustres,
historiadores, periodistas, abogados constitucionalistas y del fuero penal,
libros, diarios y revistas, organizaciones de abogados como “Justicia y Concordia”, políticas, como la “Mesa de Convergencia Republicana” y de distintas asociaciones de
personal de las FFAASSPP, como UPMAC, Unión de Promociones, Foro de Generales,
Veteranos de la Patria, Foro de
Comandantes Mayores, y tantas otras de similares características.
No tengo título de
abogado, soy gendarme y Oficial de Estado Mayor; profesión y capacitación que
otorga tener una idea clara del derecho teórico y práctico, pues hasta mediados
de la década del 80 los instructores de sumarios de GN éramos verdaderos jueces
de Instrucción; éramos y somos hombres de derecho. Mis estudios universitarios
son de Profesor y Licenciado en Relaciones Internacionales, pero eso no me
habilita a tener la arrogancia de escribir sobre el tema de los DDHH y las
profundas violaciones al derecho en los juicios llamados de Lesa Humanidad.
desde el punto de vista legal, dado que fue tratado en profundidad por grandes
juristas, en especial el Dr. Fayt en su fallo en disidencia sobre las Leyes de
Punto Final y Obediencia Debida con antecedentes legales, jurisprudenciales y
un análisis que son una verdadera obra maestra del derecho y a la que la
historia, no muy lejana, le dará el lugar y marco que merece.
Pese a ello es
prácticamente imposible no tocar el aspecto legal en el análisis socio-político
que se quiera realizar; porque justamente la anarquía, la inequidad y el prevaricato
son las piedras fundamentales de las consecuencias de estos juicios, que nos están acercando rápidamente
a los 400 muertos en cautiverio; la gran mayoría, ancianos y enfermos que no
han podido gozar del beneficio de la prisión domiciliaria y otros beneficios de
la Ley 26.472.
Quiero sí escribir,
como tantas personas que han desarrollado el tema; para dar también mi opinión
en base a lo que viví y leí; dejar sentada una posición de apoyo a tantos
camaradas (y sus familiares) de distintas fuerzas que llevan sufriendo durante
años, una injusta persecución política-judicial; con prisiones preventivas
añosas y excedidas temporalmente de todo marco legal, con testigos falaces,
jueces y fiscales especiales al haber sido sacados de sus jueces naturales,
sentencias prevaricadoras y un ambiente político social extremadamente hostil
creado y alimentado por el propio gobierno, con las claras y miserables
intenciones de entretener, ganar tiempos políticos, y aumentar un caudal
electoral que superara el modesto 22% con el que llegaron a hacerse de la
presidencia. El poder en democracia se consigue con votos y estuvieron
dispuestos a cualquier cosa con tal de aumentar su caudal de apoyo.
Basta recordar el
amañado proceso electoral diseñado por el mayor responsable del posterior
desquicio institucional y de corrupción gubernamental que nos tocó vivir, el ex
Presidente Eduardo Duhalde. Primero dinamitó todo el proceso de sucesión
constitucional del renunciante De la Rúa para llegar él a la primera
magistratura que nunca pudo alcanzar con los votos. Segundo, por la mezquina sed de venganza
contra su excompañero del PEN (Menem) armando una ingeniería de Ley de Lemas (anulando
las internas partidarias) y poniendo al
matrimonio presidencial en carrera. Como buen traidor, fue traicionado, habrá
ganado un busto en la Rosada, pero seguramente no el respeto de la ciudadanía.
El tema de los DDHH
fue la mejor veta que encontró el matrimonio presidencial, pese a que nunca se
habían preocupado de ellos, para encontrar el apoyo popular que le había negado
el 78% del electorado. Ese apoyo les sirvió para entretener (circo) a una parte
de la sociedad, en especial la juventud y las organizaciones de izquierda,
mientras organizaban el gran “chorreo”
nacional para conseguir el dinero que se necesitaba para la política, propaganda, movilizaciones, comprar almas y
convicciones; el dinero saldría, en
parte, de lo que se robaba al estado, y la otra gran parte iría a sus bolsillos
sin fondo ni vergüenza, mediante no tan perfectas ni prolijas licitaciones de
obras públicas, operaciones financieras con sus amigos testaferros, etc. Hoy la justicia los tiene contra las cuerdas.
Detrás de un noble
fin una gran especulación política y destrucción de las FFAA:
El gobierno del Dr.
Alfonsín quiere iniciar un proceso histórico y necesario para evitar futuras
interrupciones militares a los procesos democráticos que debía comenzar por
enjuiciar a los responsables del último gobierno de facto.
Allí, así, de
entrada, comienzan a conformarse las primeras arbitrariedades, injusticias y
vulnerabilidades a principios constitucionales. No considero entre ellas la
designación al completo de la CSJN que era un paso necesario e indispensable
para iniciar un proceso democrático.
Como sacan a los
acusados de sus jueces naturales:
Sus buenas
intenciones de un proceso, que sin duda
se debía ajustar a los tiempo de la justicia argentina (sea civil o militar,
aunque la segunda siempre se caracterizó por ser muchísima más dura y veloz que
la primera), que era apremiada por una situación socio-política complicada que
tenía otros tiempos distintos. Allí comienza el primer escollo, la celeridad
que necesitaba el gobierno, contradecía el normal funcionamiento judicial, y se
diseña una ingeniería legal tramposa e inconstitucional: para sacarlos de sus jueces naturales “designados por ley antes del hecho de la causa” de la “justicia militar”, con sus delitos y procesos debidamente
codificados, legales y constitucionales.
Por más de un Siglo
las leyes, jurisprudencia y doctrina argentina (entre ellas la del propio ex
Juez de la CSJN Zaffaronni) reconocieron, como en el resto del mundo, al
Derecho y la Justicia Militar dentro del sistema legal nacional. Todos los manuales de Introducción al Derecho
(primera materia a cursar por los estudiantes de derecho) dedicaban capítulos o
acápites a desarrollar ese derecho especial.
De allí que el propio
Presidente Alfonsín apenas asume, el 15Dic1983 (Decreto 158/83) ordena procesar
a las tres Juntas Militares por el Consejo Supremo de las FFAA, máximo Tribunal
Militar, sumario que comienza el 28Dic1983.
Sin embargo y dando
una idea del apuro y su intencionalidad
política, el Congreso dicta al mes y medio, el 13Feb84 la Ley 23.049, donde
entre otras cosas, da intervención a la
Cámara Federal, para hacerse cargo en caso de “demoras injustificadas” de una causa militar.
Apenas siete (7)
meses después de iniciado el sumario militar, en una causa compleja, la Cámara
Federal solicita informe sobre la responsabilidad de los mandos de las Juntas
Militares en la lucha antisubversiva. El 25Sep84 esta contesta “que los decretos, directivas, ordenes de
operaciones, etc., que concretaron el accionar militar contra la subversión
terrorista son, en cuanto a contenido y forma inobjetables”; cosa que no
podía ser de otra manera, pues la mayoría eran normas legales de los gobiernos
constitucionales de los Presidentes Juan D. Perón y Estela Martínez de Perón.
Pese a ello, la
Cámara Federal, con la excusa de “demoras
injustificadas” se hace cargo del Proceso a las Juntas Militares. Apenas
habían pasado diez meses del inicio de un
sumario, sin duda complejo, con numerosas normas legales a considerar en
su aplicación, nueve (9) acusados y cientos de testigos a interrogar. Si diez
meses se consideran demora, que podríamos decir de los procesos por corrupción
(relativamente mucho más sencillos) de los últimos 30 años, con tiempos
vaticanos de sustanciación que promedian los 14 años, según declaraciones de
los propios jueces, fiscales y procuradores, que se quieren hacer los
escandalizados. Ni que hablar de los procesos
realizados a los miembros de las FFAASSPP, con detenciones preventivas
de cinco años como promedio y juicios que llegaron a los ocho años.
Allí tenemos la primera
piedra constitucional del escándalo, se sacaron a los acusados de sus jueces
naturales; pues la propia Cámara Federal que juzga a las Juntas, reconoce en su
fallo en dieciséis oportunidades que se trataba de una “guerra revolucionaria”; y si era una guerra que duda cabe que
debía intervenir la Justicia Militar en forma natural. El propio Art 18 de
nuestra CN dice “Ningún habitante de la
Nación puede ser…sacado de los jueces designados por la ley antes del hecho de
la causa”.
Juzgadas las Juntas
Militares parece que el país se encamina hacia un proceso democrático de
estabilidad política, donde el gobierno debe dedicarse impulsar la economía, el
progreso social, la equidad, reducir la inflación y la pobreza, etc., que era
para lo cual había sido elegido.
Pero la economía
comienza a desbandarse y el gobierno y los políticos acuden de nuevo al “circo”, empujando a determinados
estamentos judiciales a iniciar procesos a otros militares en una gotera de
citaciones que se transforman rápida y descontroladamente en un “chorro” de
procesados. Ya no definitivamente en la Justicia Militar que debía juzgar
hechos ocurridos durante la “guerra
revolucionaria” ya aceptada por la justicia argentina, sino en tribunales
comunes “designados luego de los hechos
de la causa”.
Allí se involucra no sólo a altos mandos de
las FFAA que condujeron el proceso político militar y la lucha antisubversiva,
sino que comienza a bajar hacia los oficiales y suboficiales que fueron
enviados por los gobiernos constitucionales y de facto a defender las
instituciones, los ciudadanos y habitantes de la República. Recalco mandados,
pues ninguno de ellos fue a esos destinos por elección propia o tenían
posibilidades de negarse. Había una guerra (ya dije reconocida por la propia justicia en el
juicio a las Juntas) y en la guerra las órdenes en esa época, en este país, no
se analizaban ni discutían. Quien no recuerda el dicho “El superior tiene razón y más cuando no la tiene”, esa era la
escuela de San Martín, Rosas, Roca, Perón y los militares de todo el mundo.
El poder político se
da cuenta del despropósito y trata de enmendar sus desaciertos con el dictado
de la Ley de Punto Final Nro. 23.492 del año 1986. Pero la caja de Pandora
había sido abierta y los llamados a juicio prosiguen, lo que provoca la
reacción de Oficiales Jefes, oficiales
subalternos y suboficiales del Ejército, que provocan los hechos de Semana
Santa. La solución del Presidente Alfonsín es el dictado a través del Congreso
de la Ley Nro. 23.521 de Obediencia Debida del año 1987, lo que apacigua el
malestar y encausa de nuevo la situación político-social que requería un clima
de paz para enfrentar la seria situación económica.
Pero pese a todo, la
situación social se agravaba por la inflación, hiperinflación y demás
circunstancia que requerirían la intervención y compromiso de las FFSS y PP,
pero también ellas habían sido involucradas en el desatino de la
judicialización de los que intervinieron en defensa de la Patria y sus
instituciones. Quien obedecería órdenes de reprimir manifestaciones, cortes de
ruta, saqueos a supermercados, o actos de vandalismo, si por cumplir órdenes
similares dictadas básicamente por
gobiernos constitucionales, podían ser procesados y llevados a las cárceles. Ya
la obediencia debida se hacía relativa como en la actualidad; las ordenes se
analizan, se prevén y calculan especulativamente las consecuencias personales y
luego se cumplen si interpretamos que es posible, no nos afectan, no corremos
riesgos de ser sancionados o peor aún, ser procesados y/o encarcelados.
Ya nadie cree que las
“órdenes se cumplen al menor impulso de
comando, todos sospechan y tienen derecho a creer que el superior se puede equivocar;
se hace común el dicho recibida la orden, espera un tiempo prudencial la contraorden”. Se pierde la fe y
confianza en los superiores jerárquicos, pues si ellos se equivocan dando una
orden, cae también la responsabilidad en sus subalternos. Era recomendable a
partir del gobierno de Alfonsín, que todo el mundo llevara un buen diccionario
para leer las distintas acepciones que podían tener las palabras que se podían
recibir en una orden. Por ejemplo “aniquilar”
-significa reducir a la nada, destruir por entero, anonadar, apocar,
deteriorarse mucho una cosa- y ni hablar si queremos buscar sinónimos.
El verbo “aniquilar”, mucho más fuerte que “reprimir” o “controlar”, habían sido pronunciados por el Presidente
Constitucional J. D. Perón en el mensaje que envía a los militares luego del
ataque a la Guarnición Militar de Azul y en los Decretos de Isabel Perón, Luder
y Ruckauf; no por Videla, Massera o
Agosti; sin embargo por eso muchos uniformados hoy estaban entre rejas y no
quienes las escribieron y dieron las órdenes.
El gobierno
constitucional de Perón-Perón fue el que modificó el Código Penal para
endurecer las leyes contra los delitos de terrorismo y acciones subversivas,
fue el Dr. Savino, Ministro de Defensa de María Estela de Perón quien dijo en
la Guarnición de Gendarmería de Campo de Mayo, “el mejor terrorista es el terrorista muerto, porque si no corremos el
riesgo que venga otro tío Cámpora, los deje libres y a los dos meses los
tenemos de nuevo en la calle poniendo bombas o asesinando gente”.
Esa era el mensaje,
esa era la forma de encarar la guerra antisubversiva del gobierno
constitucional Perón-Perón. Dentro de él operaba la Triple A (Alianza
Anticomunista Argentina) con formaciones parapoliciales que dependían del
Ministro de Bienestar Social y el propio ya mencionado Savino. Al punto que
ante las quejas del Cte. Gral. del Ejército Anaya y su segundo Videla que
denunciaron lo que ellos consideraban una banda que regaba de cadáveres las
calles; fueron pasados a retiro y disponibilidad respectivamente.
Cuando el gobierno
constitucional Perón-Perón ordena
implicarse en la “guerra
antisubversiva” a las FFAA, es porque las FFSSPP habían sido superadas y ni
siquiera las fuerzas paramilitares o como se las quiera llamar a la Triple A;
que operaban abiertamente fuera de la Ley, pudieron frenar el ataque artero y
permanente a la sociedad y el Estado. Basta leer las crónicas de la época.
Perón no sólo había
sido un político brillante, sino un General de experiencia, profesor de la
Escuela de Guerra, con cursos, capacitación y experiencias en el extranjero.
Sabía el por qué, el significado y las consecuencias de sacar las FFAA a la
calle. Sabía que las FFSSPP salían con el Código Penal y de Procedimientos en
la mano (sentido figurado), estaban preparados y capacitados para luchar contra
la delincuencia común o incipientes focos subversivos o terroristas; pero
cuando el ataque se transformó en una agresión sistemática, apoyada por el
marxismo internacional y Cuba en particular, las FFSSPP no dieron a basto.
Sabía el gobierno
constitucional que sacar las FFAA a la calle era ya, no para pelear con los
Códigos, sino con las Órdenes de Operaciones y Manuales Tácticos de Guerra
antisubversiva. Ya no se iba a buscar
delincuentes para detenerlos y eventualmente utilizar la fuerza de las armas
livianas para reducirlos; sino que los soldados salían a combatir en la forma
que fueron capacitados, enseñados, preparados y con armamento mucho más letal.
Ya no es el delincuente común que hay que detener; es el enemigo que hay que
derrotar por las armas, aniquilarlo, reducirlo a la máxima expresión para
forzar su rendición, no se debe permitir que huyan y se reagrupen para
contraatacar o recuperarse, se los debe perseguir hasta aniquilarlos o
capturarlos.
Los soldados no
llevan “esposas” para detener como
los policías; el enemigo derrotado es capturado y “prisionero” no “detenido o
demorado”, y cuando se lo captura o se rinde, es trasladado a un lugar
predeterminado en la Orden de Operaciones,
va a pie o en vehículo, y sabe que si intenta huir le dispararán. Aquí, en Cuba, China o cualquier otro país en
guerra. En ese lugar es atendido si está herido e interrogado como corresponde
para saber todo de él, sus jefes, los efectivos de otras unidades enemigas,
armamento y munición disponible, contactos, nombres de sus superiores, lugares
de reunión, puntos de apoyo logístico, atención de heridos, y todos los etc.
que cualquier soldado o persona se pueda imaginar; pues las guerras (clásicas,
revolucionarias o subversivas) se ganan con buena y oportuna información.
Fernando Héctor Rebour
Cte My ( R ) - DNI 8.262.664
NOTA:
Las imágenes no corresponden a la nota original.
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