Se acercan las
fiestas de fin de año. Las familias buscan unirse y compartir la mesa navideña.
Hay muchas que nunca más lo podrán hacer. Son los familiares de los muertos
injusta y despiadadamente por los asesinos terroristas que asolaron nuestro
país, muchos de los cuales eran ciudadanos indefensos. Nadie los reparó por esa
pérdida. No ha habido ni hay funcionarios del Poder Ejecutivo ni legisladores
con las agallas suficientes para declarar estos delitos como de lesa humanidad.
Y los asesinos andan sueltos. Y a todos los que por temor o conveniencia
mantienen un prudente silencio sobre el tema, les pido que nos unamos en
oración para que, algún día, la Justicia actúe sin un parche en uno de sus
ojos, sino con la venda que es propia de su imagen.
José
María Ugarte
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