por Ricardo Angoso
@ricardoangoso
Afganistán, Irak,
Siria y Turquía son los países más afectados por esta auténtica plaga. En
Afganistán, los talibán han conseguido llevar el terror a las ciudades y ya
controlan estratégicos territorios en el país, constituyendo una verdadera
amenaza para el ejecutivo de Kabul que apoyan los Estados Unidos y una
coalición internacional principalmente sostenida por los aliados europeos de
Washington en la guerra.
El Estado Islámico
ataca con dureza en Irak, Siria y Turquía, donde los "lobos solitarios" actúan casi en la impunidad y donde
existen células organizadas de estos grupos. Territorialmente, el Estado
Islámico se extiende entre Irak y Siria, aunque en los últimos tiempos ha
recibido duros golpes, como la pérdida de Mosul, y la intervención
internacional, principalmente rusa, en apoyo del ejecutivo de Damasco, le ha
hecho perder su carácter ofensivo y expansivo. El Estado Islámico también ha
llevado el terror a las calles de París, Niza, Bruselas y Berlín, detectándose
su presencia en otras partes de Europa y sin descartar próximas acciones en
este año. Estados Unidos, más alejado geográficamente de los escenarios de
conflicto pese a su implicación en los mismos, también es un objetivo
prioritario de las organizaciones terroristas de ideología islamista radical.
TURQUÍA,
EN EL PUNTO DE MIRA DEL TERRORISMO KURDO
En lo que respecta a
Turquía, aparte del Estado Islámico hay que reseñar la presencia del Partido de
los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y los Halcones del Kurdistán, dos
organizaciones que se levantaron en armas contra Turquía en defensa de los
derechos de la importante minoría kurda -entre 20% y 30% del censo turco- y que
aspiran a la creación de una entidad política independiente en la que vivan
todos los kurdos de la región.
El conflicto de
Kurdistán hunde sus raíces en la década de los ochenta, cuando se fundó el PKK
pero tiene sus orígenes reales tras la defunción del Imperio Otomano, en que
las potencias occidentales a través de una serie de acuerdos, como el Tratado
de Sévres, preveían la formación de una entidad política nacional kurda, algo
que más tarde fue rectificado y anulado, entregando los territorios señalados
para ese supuesto Estado a la nueva Turquía emergente tras la Primera Guerra
Mundial.
Los kurdos,
repartidos fundamentalmente entre Irán, Irak, Siria, Turquía y, en menor
medida, Armenia, veían frustradas sus aspiraciones nacionales y muy pronto
estallarían episodios de violencia contra los Estados en que quedaban
encuadrados muy a su pesar y sin haber contado con ellos. En total, según los
cálculos más optimistas podría haber en la región entre treinta y treinta y dos
millones de kurdos, una bomba de relojería que ya ha estallado en Siria, donde
la guerrilla kurda se ha atrincherado en el norte del país justo en la frontera
con Turquía, Irak, donde ya goza de un "Estado"
de facto también en la frontera turco-iraquí y hasta casi la mitad del país, y
ahora en Turquía.
VIOLENCIA
TAMBIÉN EN CASI TODO EL MUNDO ÁRABE
Para ir concluyendo,
hay que reseñar que otros países árabe sufren la violencia terrorista desde
hace algunos años, destacando especialmente el Argelia, Líbano, Libia, Egipto y
Túnez. En todos los casos, demostrándose con ello que las principales víctimas
del terrorismo islamista son musulmanes, el origen de estos grupos es el mismo:
organizaciones radicales religiosas que tratan de hacerse con el poder por la
fuerza y que desdeñan a los regímenes supuestamente aliados de los occidentales
en esa región.
Argelia hace más de
dos décadas que sufre la violencia islamista radical, que la sumergió en una
terrible guerra civil con sus miles de muertes y gravísimas violaciones de
derechos humanos, y el país nunca se ha recuperado del todo. El turismo es
inexistente, mientras que la economía está dominada por el peso de las commodities,
principalmente gas y petróleo, al tiempo que el gobierno es uno de los peores
de la región, una autocracia dominada por el veterano dictador Abdelazi
Bouteflika y apoyada por un Occidente que muchas veces no mira más allá de sus
espurios intereses económicos.
En Líbano, por
ejemplo, el grupo chiíta y proiraní Hizbulá tiene secuestrados al Estado y a la
sociedad libanesas, manteniendo como rehén a todas las instituciones mientras
haga valer su fuerza, sin que por ello haya renunciado a la violencia como
instrumento de hacer política y desafiando abiertamente a las fuerzas
democráticas de esta nación. Ha estado detrás del asesinato de varias líderes
políticos, seguramente en connivencia con los servicios secretos sirios que
operan en el país de los cedros, como el ex primer ministro Rafiq Hariri, y es
un grupo armado que opera como un partido-milicia ajeno al control de las
fuerzas de seguridad libanesas. También apuesta por la destrucción de Israel, a
quien ataca periódicamente usando
misiles de corto alcance que les proporcionan los iraníes, y apoya a los
grupos más radicales palestinos, como Hamas. Asegura tener 100.000 misiles
listos para atacar a la que denominan como la "entidad sionista", o sea Israel, y se han implicado en
la guerra siria sosteniendo al carnicero de Bagdad, el presidente Bashar
al-Asad.
Libia, tras verse
contagiada por la frustrada "primavera
árabe", acabó envuelta en una guerra civil en la que se enfrentan
varias facciones, entre ellas el Estado Islámico, y que son incapaces de llegar
a un acuerdo que ponga fin a la sangría que vive este país desde el
derrocamiento del dictador libio Muammar Gaddafi. Los ataques terroristas,
junto con algunos hechos de la barbarie propia del Estado Islámico, que ha
llegado a degollar a decenas de cristianos coptos, sigue presente en el país y
Libia es hoy, por obra y gracias del desorden promovido por los occidentales
tras la caída de Gaddafi, un paradigmático ejemplo de lo que se define como un
Estado fallido.
Egipto también padece
los efectos del terrorismo, aunque en los últimos tiempos parece haber
decrecido, quizá por la imposición de un régimen militar que persigue al
islamismo radical sin piedad y sin desdeñar la violación sistemática de los
derechos humanos. Eso, sin embargo, no ha evitado que el turismo haya
desaparecido a merced de algunos ataques terroristas contra objetivos
turísticos y que la violencia contra los cristianos haya seguido su curso
imparable (por cierto, ¿quién denuncia esta práctica en el mundo árabe?). Y,
finalmente, Túnez también ha sufrido algunos ataques terroristas que han
acabado con su industria turística y el país parece que es el único que camina
por la dirección democratizadora tras la mal llamada "primavera árabe". ¿Será así? El tiempo nos dirá. Dejo
para otra nota el caso de Israel, siempre en el punto de mira del fanatismo
islamista más radical y de los grupos palestinos más brutales.
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