"El
destino de nuestros nietos no cuenta nada cuando se lo compara
con el imperativo de que mañana aumenten los beneficios". Noam Chomsky
con el imperativo de que mañana aumenten los beneficios". Noam Chomsky
Ayer a mediodía, el
mundo cambió por el impacto de un fenómeno cuyas consecuencias aún son una
incógnita para muchos, pese a haber escuchado el discurso de asunción de Donald
Trump, por la sorprendente integración de su gabinete. De todos modos, ya hay alguna
certeza: el nuevo mandatario norteamericano ha generado en su sociedad una
fractura que mucho se parece a la grieta que aquí construyeron los Kirchner;
también son idénticos su populismo, su relación con la prensa y, sobre todo, su
megalomanía.
Pero algo hay que
reconocerle: logró expresar el resentimiento del interior profundo contra la
globalización de la economía mundial. Y en eso resulta posible coincidir, a
poco que pensemos en los rasgos que la han marcado en las últimas décadas: la
monstruosa concentración de la riqueza en pocas manos (ocho hombres tienen
tanto dinero como la mitad de la humanidad) y, sobre todo, el anonimato del
capital. Que ese resentimiento se produzca cuando el país tiene la menor tasa
de desempleo en años no fue óbice para que el magnate viera frustrada su
carrera hacia la Casa Blanca.
El paquete accionario
de control de la principal empresa del mundo en producción de bienes tangibles
(General Electric) equivale sólo al 2,5% de su capital; el resto se encuentra
atomizado en manos de carpinteros alemanes, agricultores italianos, ricos
chinos, compañías japonesas, fondos de inversión, etc. Y esa situación se
repite en la enorme mayoría de aquéllas que cotizan en las bolsas de valores de
todo el mundo.
Los capitales se
mueven por el mundo a la velocidad de las transacciones cibernéticas, sin
importar en absoluto cuáles sean los efectos que esa migración produce en los
países. Esa situación hace que los presidentes de las compañías -los famosos
CEO's- y sus ejecutivos sean meros gerentes, a los cuáles sólo se les exige
cumplir una regla: generar beneficios; cuando no lo hacen, y aún con ingentes
indemnizaciones, son despedidos sin piedad por las asambleas de accionistas.
A partir de esa
máxima, dejó de tener relevancia alguna el lugar en que se encuentran las
plantas fabriles, y éstas son trasladadas a países con costos laborales
inferiores y con sistemas impositivos más beneficiosos para el capital. Si,
para cumplir el objetivo, resulta indispensable sumir en la pobreza a las
personas que trabajaban en las fábricas abandonadas, se lo considera "daños colaterales" y, por
supuesto, perfectamente admisibles.
El ejemplo más
paradigmático es la ciudad de Detroit, en Michigan, otrora capital mundial de
la industria automovilística: hoy está abandonada y en ruinas, literalmente
quebrada por las deudas, arrasada por el desempleo, la miseria, la violencia y
la drogadicción. Y todo esto se produjo porque las grandes automotrices se
radicaron en otras latitudes, se llamen Japón, China, Corea, etc., para vender
en Estados Unidos.
Donald Trump ratificó
ayer que hará lo que dijo en su campaña electoral: imponer el proteccionismo a
la economía de su país, de la mano del "compre
americano"; varias empresas, que tenían planes de inversión en México,
se curaron en salud y, aún antes de su asunción, los suspendieron o, lisa y
llanamente, los cancelaron por el temor que generó la imposición de gabelas de
importación que las sacaría del mercado.
Esa vuelta a atrás en
la apertura económica, que lo hizo reiterar que abandonará los grandes acuerdos
de libre comercio -NAFTA, en especial, pero también las negociaciones del Transpacífico-
implicará, necesariamente, un aumento en las tasas de interés mundiales,
forzadas por unos Estados Unidos transformados en una verdadera aspiradora de
fondos, y los países emergentes -como en el nuestro- verán encarecerse su
endeudamiento y crecerán las dificultades para exportar productos industriales
al mayor consumidor mundial.
El otro aspecto del
monumental movimiento tectónico que se registró ayer son las relaciones
internacionales de la mayor potencia militar del globo. Trump ha reconocido
informalmente a Taiwan, y anunciado que limitará los intentos de China de
extender su soberanía al mar que rodea su oriente cercano y su sudeste. Beijin,
como era previsible, reaccionó oficiosamente planteando la posibilidad de un
conflicto bélico que, de producirse -estudios de la Universidad de Harvard lo
consideran probable- arrastrará al mundo todo y hasta podría poner en peligro
su supervivencia.
El nuevo Presidente,
por lo demás, ha reafirmado su simpatía con Vladimir Putin, a quien debe entenderse
como la expresión de una sociedad de enorme raigambre zarista, como lo fueron
desde 1917 todos los jerarcas soviéticos. La idolatría nacional por sus líderes
resulta un elemento fundamental para comprender el porqué del respaldo a las
actitudes más alocadas o criminales de éstos, y aún al perdón por los fracasos
económicos que llevaron a la caída de la URSS. Cómo se darán las relaciones
entre las tres potencias (EEUU, China y Rusia), a la luz de las diferentes
alianzas que podrían forjarse entre ellas en pos de la hegemonía es la gran
incógnita de los próximos años.
En cuanto a la
región, sin duda el hecho más resonante de la semana fue la muerte de Teori
Zavascki, integrante del Supremo Tribunal Federal de Brasil y encargado de la
supervisión de las investigaciones del Lava Jato, el escándalo de corrupción
que está manteniendo en vilo a los políticos y empresarios brasileños, que ha
llevado a muchos de ellos a la cárcel y que tiene repercusiones en muchos
países. En particular, el Juez muerto estaba dispuesto a convalidar los
acuerdos de "delación premiada"
de más de setenta ejecutivos de Odebrecht, incluido su Presidente, que
significarán un nuevo huracán en nuestro castigado vecino.
Inmediatamente
surgieron, aquí y allá, todas las sospechas sobre ese tan oportuno
fallecimiento, amplificadas por el segundo aniversario del asesinato de nuestro
Fiscal Alberto Nisman. Más allá del contenido de las cajas negras del avión
siniestrado, las dudas se disiparán si el propio Supremo Tribunal designara a otro
de sus miembros para asumir el rol de Zavascki y, en cambio, se incrementarán
si se decidiera esperar a que el denunciado Presidente Michel Temer nombre, con
el acuerdo del tan desprestigiado Congreso, a quien deba ocupar su lugar.
El equipo económico
del Presidente Mauricio Macri pudo exhibir esta semana algunos logros
significativos: la gigantesca oferta de fondos internacionales para su emisión
de deuda, el reconocimiento de Davos a la gestión y las consiguientes
expectativas de inversión, el cambio del disidente Carlos Melconian (que
ratificó su alineamiento con el Gobierno) por el economista Javier González
Fraga para impulsar el crédito hipotecario, y los incipientes acuerdos de
incrementos salariales por productividad. No es poco, aunque el clima haya
producido novedades desagradables para las cosechas. El anuncio de un
gigantesco plan de obras públicas (180 mil millones de pesos) que se pondrá en
marcha de inmediato traerá aparejado el crecimiento del empleo y una reducción
en los costos de transporte, que tanto atentan contra nuestra economía.
Bs.As., 21 Ene 17
Enrique Guillermo
Avogadro
Abogado
E.mail: ega1avogadro@gmail.com
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