"La
discreción tiene una importancia crucial para proteger el principal
electorado de los gobiernos implicados: el sector empresarial".
Noam Chomsky
electorado de los gobiernos implicados: el sector empresarial".
Noam Chomsky
El lunes comenzará en
la Argentina una nueva Semana de Mayo; la mitología atribuye a los pocos
presentes en la Plaza homónima, mientras se reunía el Cabildo porteño, la
autoría del grito "el pueblo quiere saber de qué se trata". Más de dos
siglos después, el reclamo recorre a toda América.
En los Estados
Unidos, a cinco meses de la asunción de Donald Trump a la primera magistratura
del país más poderoso del mundo, y después del intempestivo despido del
Director del FBI, cabeza de una investigación sobre los contactos de miembros
del círculo íntimo del Presidente con los jerarcas rusos, ya sospechados de
interferir en la campaña demócrata, la tormenta estalló y el famoso grito se
repite: existen serios indicios por eventuales divulgaciones de informaciones suministradas
por los servicios secretos de Israel, su tradicional aliado en Medio Oriente,
al Canciller y al Embajador de Rusia, un país que apoya al régimen sirio, y
hasta socio de Irán.
Ayer mismo, Trump
inició un prolongado viaje por varias naciones de Medio Oriente y Europa y,
dadas las excéntricas maneras que gasta el Presidente, nadie sabe en qué
redundará el periplo. Pero, en cambio, entre los propios legisladores
republicanos han surgido divisiones que podrían poner en jaque la permanencia
del magnate en la Casa Blanca. Recuerdo que el año pasado, un profesor -su
nombre se me escapa- de una de las más prestigiosas universidades
norteamericanas, se hizo famoso por haber predicho con exactitud el resultado
de las elecciones presidenciales en su país durante los últimos treinta y dos
años; ese mismo docente, cuyo método de predicción fue publicado en un exitoso
libro, afirmó que Trump no terminaría su mandato, ya que sería expulsado
mediante un impeachment.
Ese fue el camino que
siguió el Congreso brasileño, con el respaldo del Supremo Tribunal Federal,
para eyectar del Palácio do Planalto a Dilma Rousseff, acusada de "maquillar" las cuentas
públicas, y entronizar en su lugar al Vicepresidente, Michel Temer. Éste aún
cuenta con respaldo parlamentario debido al pánico de la clase política por el
fuerte reclamo popular, pero parece estar a sólo semanas de verse obligado a
dejar el cargo, y las consecuencias, como sucedería en los Estados Unidos, son
imprevisibles. Mientras tanto, las sanas leyes económicas ya sancionadas y
algunas otras en trámite, que habían permitido a Brasil comenzar a salir de la
peor recesión de su historia, han entrado nuevamente en controversia y ello
podría traer aparejada una nueva recaída.
Pero el grito de la
calle, traducido en el reclamo de "¡que
se vayan todos!" y expresado en manifestaciones callejeras en las
grandes ciudades del país, ha tomado nuevamente impulso por obra y gracia de
las revelaciones sobre la enorme corrupción que afecta a todo el espectro
político y empresarial de la séptima potencia mundial. En la medida en que la
Constitución otorga al Congreso la potestad de elegir a quien debería concluir
el actual período, si Temer fuera expulsado, y el abanico de candidatos
aceptables es muy reducido, el futuro inmediato de nuestro vecino y socio
esencial resulta totalmente incierto.
No es menor el hecho
de que el personaje público con mayor respaldo popular sea el Juez Sérgio Moro,
un magistrado federal con sede en Curitiba, a cargo de los procesos conocidos
como Lava-jato y Petrolão, que actúa, bajo supervisión del Supremo Tribunal,
con un equipo de fiscales dispuestos a cargarse a quien sea. Y es que en Brasil
también, el pueblo quiere saber de qué se trata en materia de corrupción y está
dispuesto a pagar el elevado precio que significará terminar con ella de raíz.
Un solo apunte
curioso: también allí el político más manchado por acusaciones de haberse
quedado con dinero público -Luiz Inácio Lula da Silva- aún cuenta con un 30% de
intención de voto. ¿Le suena conocido? Evidentemente, el populismo sabe hacer
las cosas para mantener cautivo a su electorado.
En Chile, un país con
elevados estándares de transparencia y ética pública, la Coalición gobernante
ha implosionado por la defección de la Democracia Cristiana, tal vez debida al
decaimiento de la economía y a los hechos de corrupción que afectan a la
familia de la Presidente Michelle Bachelet. Esa división, que impedirá la
presencia de un único candidato de centro izquierda en las próximas elecciones,
convierte a Sebastián Piñera en el más probable próximo inquilino del Palacio
de La Moneda.
En Venezuela, el
pueblo sale a la calle todos los días a gritar y, con un asombroso coraje,
enfrentar la durísima represión -que incluye ya más de cuarenta asesinatos a mansalva
y miles de detenidos- de la tiranía de Nicolás Maduro, que ha convertido a un
país enormemente rico en un caos de miseria y hambre, mientras saquea sin tasa
ni piedad las arcas públicas y se enriquece con el narcotráfico. Cuba es la
gran responsable -como lo fue en la Argentina de los 70's- de lo que allí
sucede, y no es para menos porque la supervivencia de la gerontocracia de Raúl
Castro depende, exclusivamente, del cordón umbilical que la une al socialismo
bolivariano, a través del cual llega a la isla el petróleo regalado, y por ello
lo apoya con armas, soldados e inteligencia interna.
Y, en Argentina, me
parece que es la sociedad entera quien grita, mirando a Comodoro Py, que quiere
saber de qué se trata; aquí, la obvia comparación con lo que sucede en Brasil,
resulta pasmosa y avergüenza. Que quienes se convirtieron en los máximos
artífices del desastre en que vivimos por sólo afán de lucro personal sigan
paseándose contentos y despreocupados entre nosotros nos produce desconcierto e
indignación. Hay demasiados muertos en tragedias evitables -trenes y rutas
inexistentes- y demasiada miseria como para que pueda resultar indiferente
tamaña impunidad. Estoy comenzando a dudar de una antigua afirmación mía -"los jueces federales tienen mejor
olfato que los más reputados perfumistas"- ya que, a esta altura,
hubieran debido percibir que un regreso de Cristina Kirchner al poder resulta
de todo punto de vista imposible.
Porque el peronismo
todo grita que quiere saber de qué se trata. La permanencia de tanto tránsfuga
en el escenario partidario, cambiando de sector y de fidelidad a cada rato, lo
ha sumido en un profundo estupor, y los esfuerzos por una imposible unidad que
realizan sus obsecuentes pequeños líderes se estrellan contra la presencia de
permanente de los más repudiados, como Luis D'Elía, Gabriel Mariotto, Martín
Sabbatella o Amado Boudou. Por lo demás, la indiscutida líder de ese "espacio", que continúa siendo
la dueña del látigo y de la lapicera, no hace más que contribuir a la dispersión,
en una conocida película que ya hemos visto mil veces y lleva por título "sálvese quien pueda", con los
intendentes como actores principales.
El jueves próximo
podremos celebrar que, después de doscientos siete años desde aquél 25 de mayo
fundacional y pese a nuestros ingentes esfuerzos suicidas, aún la Argentina
sobreviva. No es poco, pero tratemos de no terminar nuestra insana e
inexplicable autodestrucción como país. Mientras tanto, también nosotros
gritemos: ¡Viva la Patria!
Bs.As., 20 May 17
Enrique
Guillermo Avogadro
Abogado
E.mail: ega1@avogadro.com.ar
E.mail: ega1avogadro@gmail.com
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