"Mientras
en la calle imperan el caos, el olvido, la prisa, la guerra contra el pasado y,
sobre todo, está esa gente ilusionada con un cambio, desbordada de júbilo,
diría que hasta muy contenta con lo que confían recibir por su fervorosa credulidad,
sin pensar que pronto les llegarán las exigencias terribles de la fe que ahora profesan".
sobre todo, está esa gente ilusionada con un cambio, desbordada de júbilo,
diría que hasta muy contenta con lo que confían recibir por su fervorosa credulidad,
sin pensar que pronto les llegarán las exigencias terribles de la fe que ahora profesan".
Leonardo
Padura
La Argentina política
decidió esta semana castigar a los presuntos caníbales comiéndoselos. Confirmó
así su siniestra selección de un grupo de dos mil ancianos para que asuman la
culpa general de toda sociedad por haber apoyado la revolución militar de 1976
y así lograr el perdón.
Para preparar el
adefesio que cocinó por unanimidad -salvo la honrosa y valiente actitud del
Diputado Alfredo Olmedo- el ¿Honorable? Congreso de la Nación utilizó varios
ingredientes, todos en descomposición, lo cual facilitó la cocción: la
Constitución Nacional, el Código Penal, el Tratado de Roma, la Declaración
Universal de los Derechos del Hombre y la Convención Interamericana de los
Derechos Humanos.
Estoy hablando,
claro, de la ley que prohibió la aplicación del famoso "2x1" que había utilizado la Corte Suprema de Justicia
para declarar cumplida la pena de un condenado por crímenes de lesa humanidad,
un fallo que motivó la inmediata reacción de la izquierda, de los pseudo
organismos de derechos humanos y del kirchnerismo (probando todos una vez más
lo selectivo de su memoria), de los partidos políticos y hasta del Gobierno.
El Tribunal supremo,
por una mayoría constituida por sus verdaderos juristas, falló conforme a
derecho y, aún en contra de la posición personal y moral de cada uno, lo único
que hizo fue aplicar el principio vigente en todas las legislaciones, que
impone utilizar siempre la ley más benigna en el juzgamiento y la graduación de
la pena de todo y cualquier delito.
Ese principio está
consagrado en todas las normas, locales e internacionales, que he mencionado y
hasta el ex Juez Eugenio Zaffaroni (de allí la desmemoria, ya que sus votos
fueron calcados a lo ahora resuelto por la mayoría de la Corte) lo había
respetado en sus fallos. Pero ello no fue óbice para que todos salieran
corriendo a criticar a Elena Highton de Nolasco, Carlos Rosenkrantz y Horacio
Rosatti, y hasta llegaron al extremo disparate de denunciarlos penalmente por
prevaricato, es decir, por resolver teóricamente en contra de las pruebas de la
causa.
Con la sanción de
este espantajo, se viola nuevamente otro principio básico de toda la estructura
jurídico-penal de Occidente: la irretroactividad de la ley. Porque, cuando otro
caso de lesa humanidad llegue a la Corte, los legisladores pretenden que el "2x1" no sea aplicado siquiera
a las causas en trámite, es decir, que esta delirante norma recién promulgada
impida la concesión de ese beneficio a quienes ya lo tenían.
Pero no debe
asombrarnos, porque también se lo hizo cuando, en nombre de una "política de Estado"
¡convenida! entre los tres poderes (el Presidente del máximo tribunal, Ricardo
Lorenzetti, lo reafirmó así en su voto) se aplicó -y muy tuertamente, por cierto-
el concepto de "genocidio",
descripto por el Tratado de Roma, al cual adhirió la Argentina en 1994, a
delitos así calificados y presuntamente cometidos veinte años antes.
Como dijo nuestra "abogada exitosa" esta semana
en Bruselas, "todo tiene que ver con
todo" y, precisamente para imponer el concepto de "genocidio", fue que el terrorismo inventó el dogma de
los 30.000 desaparecidos, amén de lucrar innoblemente con las indemnizaciones.
Debemos recordar que,
cuando nuestros insanos legisladores sancionaron esta absurda ley, dijeron
haberlo hecho ante la presión del clamor popular; o sea, invocando a la teórica
opinión de la sociedad, nunca verificada, se modificó retroactivamente nuestra
Constitución Nacional. Eso fue, claramente, lo que hicieron Hitler, Mussolini y
Stalin para cambiar el mundo, ¡y así le fue a la humanidad!.
Y no se trata de una
mera exageración literaria. Basta preguntarse qué diferencia, en los hechos, a
nuestro Congreso del tirano Nicolás Maduro; ambos dicen representar a mayorías,
a las cuales no se atreven siquiera consultar, para cambiar las reglas de juego
de la democracia. La permanente violación a la ley, que los argentinos y
venezolanos sufrimos diariamente, nos acerca cada vez más a las horas más
oscuras de la historia, devolviéndonos a la selva en la que impera el más
fuerte.
Este tristísimo
episodio volverá a costar a la Argentina mucho más que los transitorios
beneficios de venganza que obtendrán sus aplaudidores porque, como es notorio,
convierte en innegable la enorme inseguridad jurídica que campea por estas
latitudes, en todos los terrenos, de la mano de una justicia venal, rastrera y
corrupta. Con esos elementos en la imagen que ofrecemos al mundo, ¿cómo van a
venir las inversiones que necesitamos tanto como el oxígeno?
Sólo el coraje cívico
de los tres miembros de la Corte Suprema, si mantienen -como fue la eterna
conducta del Dr. Carlos Fayt- su postura de apego irrestricto a la ley cuando
lleguen a su conocimiento otros casos similares, podrá salvar a nuestro país de
un nuevo abismo.
Tampoco será menor el
costo que pagará Cambiemos por lo sucedido. Con excepción de Lilita Carrió, con
su actitud imaginada como "políticamente
correcta", que lo llevó a ponerse de sombrero la división de poderes y
a descalificar a la Corte, pretende evitar el ataque permanente del
kirchnerismo y de la izquierda irracional y, en el camino, recoger algunos
imposibles votos de esas procedencias; pero olvida que, desde el lado sensato
de la sociedad, que se manifestó en las calles el 1° de abril, se mira con asco
este irracional proceder y muchos ciudadanos pensarán seriamente antes de
repetir su elección de 2015.
Pese a todo, no tengo
dudas que el Gobierno se alzará con el triunfo en octubre de este año, pero el
crédito deberá ser otorgado a la falta de opciones, ya que el peronismo no ha
conseguido evolucionar y desprenderse de su factor más centrífugo, Cristina Fernández
de Kirchner. Mientras ésta siga pesando en la escena partidaria, no podrán
surgir hombres y mujeres que representen una nueva forma de hacer política y
ejercerla con probidad y honestidad. La "noble
viuda" obliga a los cobardes dirigentes del PJ a arrastrarse en su
estela; y aún los pocos honestos de éstos que todavía existen se van así
sumergiendo en la fétida atmósfera de corrupción que la rodea y que no se
atreven a denunciar por miedo a su venganza.
Es desolador el
panorama que podemos ver a nuestro alrededor, pero está en nosotros mismos, con
nuestro esfuerzo individual, revertirlo. Tenemos esa obligación, aún los
mayores, frente a nuestros hijos y nietos, porque recibimos un país y lo hemos
destruido, incumpliendo así nuestra principal obligación como administradores
de algo que no era nuestro.
Bs.As., 13 May 17
Enrique
Guillermo Avogadro
Abogado
E.mail: ega1@avogadro.com.ar
E.mail: ega1avogadro@gmail.com
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