"Desgraciada
la generación cuyos jueces merecen ser juzgados". Talmud
A priori, le ruego siga
difundiendo esta convocatoria hasta el último minuto, a ver si conseguimos
movilizar a los jóvenes para que nos acompañen en esta patriada. Mientras
tanto, y de todas maneras, pensemos en qué nos pasa a los argentinos y qué
imagen estamos mostrando al exterior; realmente, ¿cómo el crisol de razas, del
que tanto nos enorgullecimos en el pasado, ha podido derivar en este país de
borregos emasculados?
El miércoles fuimos
sorprendidos por una noticia procedente de Brasil, que nos debería llenar de
vergüenza (una más, porque diariamente las novedades que deparan nuevos
descubrimientos de la corrupción del kirchnerismo nos convierten en el
hazmerreir generalizado): la condena a casi diez años de prisión dictada por el
Juez Sergio Moro, un magistrado de Curitiba, Paraná, contra Luiz Inácio Lula da
Silva, ex Presidente y aún dueño de una importante intención de voto en su
país. Obviamente, será apelada ante el Tribunal Federal Regional y, con
seguridad, llegará al Supremo Tribunal Federal, pero la repercusión ya ha sido
inmensa, sobre todo porque lo inhibiría de presentarse a nuevas elecciones.
La vergüenza tiene
varios aspectos en la lógica comparación con lo que aquí sucede. El primero, la
celeridad y la independencia con que actúa la Justicia allí, mientras que
nosotros seguimos sin saber siquiera cómo y cuándo murió el Fiscal Alberto
Nisman, por ejemplo, y los responsables del infame crimen de Once siguen en
libertad.
Luego, la pequeña
cantidad de la cual Lula se habría apropiado personalmente; un departamento en
el litoral paulista no tiene punto de comparación con el imperio hotelero e
inmobiliario que Néstor y Cristina construyeron ni, por supuesto, con la
propiedad de tantas estancias y empresas puestas a nombre de sus testaferros,
incluyendo una gran porción de las acciones de YPF, que los Eskenazi compraron
para Kirchner sin dinero. Finalmente, el monto total defraudado al fisco
brasileño es infinitamente menor que el saqueo al que fue sometida la Argentina
durante la prolongada década del latrocinio pingüino, tanto en términos
relativos (por la enorme diferencia en el PBI de ambos países) cuanto
absolutos: los US$ 3.500 millones desaparecidos en nuestro vecino no son nada
frente a la gigantesca fortuna que amasaron nuestros inventores de una
revolución imaginaria.
Algo similar está
ocurriendo en Perú, donde su ex Presidente Ollanta Humala y su mujer acaban de
ser encarcelados por corrupción en las operaciones con Odebrecht, y hasta en
Ecuador, ya que el sucesor de Rafael Correa, elegido por éste presumiendo que
sería un títere, ha ordenado abrir una investigación contra su padrino político
por idénticas razones, amén de acusarlo de haber estrellado la economía de su
país con su populismo.
Todos esos hechos, a
los cuales debe sumarse lo sucedido en los dos países modélicos de la región,
por los cuestionamientos chilenos a su Presidente, Michele Bachelet, en razón
de algunos negociados de los que se acusa a su familia, las graves sospechas de
corrupción durante el gobierno de José "Pepe"
Mugica, que están golpeando fuertemente al Frente Amplio y lo colocan al borde
de perder por primera vez las elecciones uruguayas desde 2004, y los reiterados
rumores sobre Evo Morales y su amante, gestora de grandes negocios en Bolivia,
confirman la profetizada ola de decencia que comenzó a impactar en este siglo
sobre todos los regímenes populistas de la región, condenándolos al tacho de
basura de la historia.
Una excepción, claro,
son los terribles acontecimientos que, en cien días, han llevado a la tumba a
más de cien jóvenes en las protestas contra Nicolás Maduro, que sigue
manteniendo el poder sentado sobre las bayonetas de su ejército y de sus
milicias paramilitares. Lamentablemente, la crisis que desangra a Venezuela no
parece tener siquiera una imaginable solución, porque el tirano es sólo uno de
los miles de bandidos que se reúsan a escuchar el clamor mundial y, si se
fugara o muriera, detrás están Diosdado Cabello y cientos de generales poco
dispuestos a perder tanto su libertad como las enormes fortunas que han
acumulado con el narcotráfico y los pingües negocios que realizan a costa del
Estado. La otra, obviamente, es la gerontocracia cubana, sostenida exclusivamente
por el cordón umbilical que la une a Caracas y a través del cual fluye el
petróleo que los venezolanos pagan con su cotidiana hambruna.
Pero la Argentina sigue
dando la nota desafinada en ese concierto regional que tan bien suena. El peronismo
se niega a entregar las cabezas de de los máximos exponentes de su corrupción:
el Senador Carlos Menem, el Diputado Julio de Vido, el Juez Eduardo Freiler y,
por supuesto, la Procuradora General, Alejandra ¡Giles! Carbó, llamada ayer a
indagatoria. Muy por el contrario, cierra filas en su defensa y eso es
comprensible porque, si esas testas rodaran, resultaría imposible que no
arrastraran a muchos más, tal como amenazó el ex Ministro de Planificación
cuando creyó que lo abandonarían a su suerte. El PJ adoptó idéntica posición en
la resistencia a los fallos judiciales que impiden al Senador Ruperto Godoy
continuar integrando el Consejo de la Magistratura por no reunir el elemental
requisito de ser abogado.
Y qué decir de la
libertad que gozan tantos procesados por delitos no excarcelables, mientras se
mantiene en prisión preventiva por décadas a dos mil ancianos, acusados por
hechos ocurridos hace cuarenta años, que no corren riesgo de fuga ni, menos
aún, poner en peligro la investigación.
Es por eso que los
ciudadanos debemos demostrar -y probarnos- que no somos meros eunucos y salir a
la calle a exigir a la Justicia, en las personas de ese Consejo y de la Corte
Suprema de Justicia, que deje de marearnos la perdiz y cumpla con el deber que
la Constitución Nacional le impone. Y debemos hacerlo, como dice el cartel que
encabeza esta nota, el 3 de agosto, a las 18:00, en Plaza Lavalle (y frente a
las sedes de los tribunales de todo el país), donde tienen su asiento ambos
órganos.
Las consignas y
reclamos deben ser concretos y unívocos. Es imprescindible que exijamos al
Consejo que deje de ser el mamarracho en que se ha convertido, designe a los
jueces que deben cubrir las incontables vacantes en todos los fueros y en todas
las instancias, y desplace de una buena vez a los enriquecidos canallas que hoy
ejercen magistraturas y venden sus sentencias al mejor postor, mientras
pretenden que los ciudadanos nos sometamos a ellas como si provinieran de Dios
mismo.
A la Corte, que actúe
con independencia e imponga su poder sin dilaciones y sin oportunismo. Y a
nuestro inicuo Congreso -ahora un mero aguantadero de delincuentes que se mofan
de sus representados- que modifique el Código Procesal Penal de la Nación de
modo tal que a cualquier procesado por hechos de corrupción, sea político,
funcionario o empresario, se le retiren los fueros y se le deniegue esperar en
libertad la sentencia definitiva y, a la vez, que sancione de una buena vez las
leyes de responsabilidad empresaria y la caducidad de dominio de los bienes mal
habidos.
Porque somos una
generación desgraciada, como afirma el Talmud, ya que tenemos jueces que
merecen ser juzgados por su corrupción y por su ilegítima militancia política.
Y no podemos transmitir esa herencia nefasta a nuestros descendientes; tenemos
la obligación de actuar ya mismo para evitarlo y para permitir que nuestro país
vuelva a ser una nación orgullosa de sus valores morales y de su destino, hoy
tan marchitos y decadentes.
Bs.As., 15 Jul 17
Enrique
Guillermo Avogadro
Abogado
E.mail: ega1avogadro@gmail.com
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