La señora Laura Alonso ha dicho que el
Congreso no debe ser una guarida, pero, si se mira con cuidado, hay una que
viene funcionando como tal y no parece provocar la misma atención. Me refiero a
los tribunales federales, tan eficaces en la persecución de ancianos por hechos
ocurridos hace más de 40 años. A éstos los encierran en la cárcel por medio de
procesos fraudulentos, mientras que aquellos que envilecieron a LA NACION y
afrentaron a un pueblo alguna vez libre y ahora cautivo de sus robos y
peculados, los dejan vivir tranquilos en sus extravagantes mansiones y gozando
de sus canonjías. No son los fueros los que los protegen, sino esos jueces.
Parece ser la hora para que un tribuno, como hace más de 20 siglos, les
pregunte con voz alta, para que toda LA NACION la escuche: ¿hasta cuándo
abusarán de nuestra paciencia?
Gerardo Palacios
Hardy
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