Siempre creí que mi
hija Laura hubiese sido una excelente contadora. Eso era lo que ella estudiaba,
Ciencias Económicas, en la Universidad de Belgrano, cuando una bomba terroristala asesinó el 8 de septiembre de 1975, con sólo 18 años. Laura no tenía miedo,
pensaba que los terroristas no iban a dañarla porque ella no militaba en ningún
lado ni hacía política. Pero ser un ciudadano inocente también te hacía blanco
del terrorismo en los 70, nadie estaba a salvo. Mi esposo murió poco tiempo
después que Laura, sumido en el dolor. Yo quedé a cargo de un hijo
discapacitado que extrañó a su hermana toda su vida, hasta que su condición se
lo llevó a él también. Ningún gobierno en estos 42 años nos supo dar
respuestas, mucho menos justicia. Olvido, desidia y desprecio es lo único que
el Estado les depara a las víctimas inocentes del terrorismo en la Argentina,
mientras que sus agresores siguen libres, impunes e idealizados. La justicia no
debería ser un logro, debería ser un derecho, y por ella luchamos desde Celtyv
para que todas las víctimas del terrorismo sean reconocidas en sus derechos
humanos.
Lorenza
Ferrari
NOTA:
La imágenes y destacados no corresponden a la nota original.
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