En 2 oportunidades
históricas la República Argentina estuvo a punto de seguir el doloroso camino
del pueblo venezolano:
En el siglo XX el
dictador y tirano Fidel Castro atacó violentamente los países latinoamericanos,
especialmente en nuestro país, planificó, armó, entrenó a las organizaciones
político-militares terroristas que pretendieron desarrollar una guerra
revolucionaria para copar el poder mediante la violencia. Intento que fracasara
en la mayoría de los países atacados. El ícono de esa violencia fue el asesino serial Ernesto “Che” Guevara.
En el siglo XXI su
títere fue el payaso venezolano Hugo Chávez,
quién nos quiso engañar con su socialismo del siglo XXI. La amistad, sociedad y negocios corruptos que este sátrapa estableció
con Néstor Kirchner y Cristina Elisabet Fernández tuvo como objetivo la eternización
rotativa del matrimonio que gobernó durante 12 años a nuestro querido país.
La sociedad harta de todos los delitos cometidos ampulosamente a la luz del día
y en las sombras de la noche, en las elecciones de 2015 supo decir ¡BASTA! Y le pudo fin eligiendo un nuevo
gobierno, que si bien es el mal menor… le puso freno a la caída anunciada en el
precipicio venezolano.
Hoy asistimos
azorados a la vista, no de lo que todos sabíamos, si no ante la magnitud del Plan Sistemático de Saqueo de las arcas del
estado y el pueblo. Pareciera que esa fue la única y principal política de estado secreta que llevó adelante el
matrimonio en forma siniestra. A tal fin utilizó la “cortina de humo” de
perseguir a las Fuerzas Armadas, de Seguridad, Policiales y otros organismos
del estado, inclusive civiles, que los las armas vencieron al terrorismo. Esa “cortina
de humo” le sirvió al kirchnerismo
para ocular el saqueo despiadado que se está destapando en estos días.
Compartimos con mucho
dolor esta nota de nuestro corresponsal en Colombia, testigo privilegiado del
éxodo del pueblo venezolano y sus penurias multiplicadas por la dictadura de
Nicolás Maduro y los militares cooptados mediante la corrupción.
Pensemos y
reflexionemos que hubiera sido de nosotros y nuestros descendientes si el
populismo terrorista hubiera triunfado en cualquiera de las oportunidades que
lo intentó. Aterra de solo pensarlo.
EL
ÉXODO VENEZOLANO
por Ricardo Angosto
El éxodo de millones
de venezolanos huyendo del horror
construido por los próceres del socialismo del siglo XXI no tiene ya
precedentes en la historia de América Latina. Es una huida hacia la desesperada
que no parece tener fin y que engloba a todas las clases sociales, sectores,
profesiones, sexos y condiciones. Sálvese
quien pueda, el último que apague la luz, parece la consigna de estos millones
de venezolanos que huyen del hambre, la violencia, la falta de expectativas
sociales, políticas y económicas y el hundimiento definitivo -y quizá
irreversible- de lo que fue un proyecto
de país hoy encallado en los mares de la desesperanza. Se habla ya de cinco
millones de venezolanos que han huido de esa gran ergástula construida a sangre
y fuego por el dictador Hugo Chávez y su ruin continuador del mayor proyecto
criminal de la historia de Venezuela, ese inefable sátrapa llamado Nicolás Maduro.
Ecuador está en
alerta ante la situación extrema que viven sus fronteras ante la llegada de
miles de venezolanos huyendo de la utopía castro chavista. En Colombia, la
situación es todavía peor y ya se habla de más de un millón y medio de
venezolanos viviendo en el país en las peores e inimaginables condiciones de
vida, aparte de que el país no está preparado, por sus deficientes condiciones
sociales y económicas, para integrar y atender a esa inmensa masa de
desprotegidos indigentes que llegan con apenas nada. La tensión es cada vez mayor en suelo colombiano y el malestar de sus
ciudadanos es palpable en las zonas fronterizas con Venezuela. Chile, que
ya tiene dentro de sus fronteras a miles de venezolanos legales e ilegales,
ya les ha impuesto una visa a los venezolanos y les ha
cerrado las puertas a cal y canto. La situación es desesperada.
Perú, de igual forma,
ya soporta el peso de una inmigración venezolana que llega en el peor momento,
debido a que se está iniciando un constatado decaimiento de la actividad
económica y tampoco parece tener la capacidad para integrar a esa ingente masa
de inmigrantes. Incluso en estos días se ha anunciado por parte del ejecutivo
peruano que se endurecerán los requisitos de entrada y que exigirán el
pasaporte a los ciudadanos venezolanos. Las fronteras entre Perú y Ecuador, por
donde discurre el mayor flujo de emigrantes venezolanos que atraviesan los
territorios colombiano y ecuatoriano tras largas horas de viaje en
destartalados autobuses, son un hervidero de gente y un caos total sin
necesidad de utilizar eufemismos. Nadie sabe a ciencia cierta cómo acabará este
éxodo masivo, pero cada día que pasa las puertas se van cerrando para estos nuevos parias del siglo XXI. En
las calles de Lima, como en las de Bogotá, Buenos Aires y Santiago de Chile, se
pueden ya observar a miles de venezolanos cargados con bolsos y aperos
vendiendo empanadas o lo que se tercie para sobrevivir. Mientras que en la ciudades colombianas de
Cali y Barranquilla, miles de venezolanos duermen en las calles al intemperie. Qué desastre.
VISA
EN PANAMÁ, MIENTRAS CRECE EL RACISMO EN BRASIL
Las
fronteras se cierran, la solidaridad decrece y la angustia de millones de
venezolanos, durmiendo en los parques o
en los accesos de la frontera, al borde la inanición y sin apenas nada que
portar, crece. En el resto de los países latinoamericanos la situación es más o
menos la misma, mientras que miles de venezolanos ya han emigrado también hacia
Europa y los Estados Unidos en búsqueda de una existencia más digna que la
ofrece esa gran prisión construida a
sangre y fuego, con la ayuda cubana, por el régimen chavista.
Y en Brasil la situación está al límite tras
una serie de ataques racistas en Pacaraima, donde se agrupan unos miles de
venezolanos en unos campos de refugiados que conviven en esta conflictiva
región con sus "vecinos"
brasileños. Según relataba un medio local, "aparentemente,
el episodio fue una respuesta al asalto por parte de venezolanos de un
comerciante de la ciudad, que quedó herido". Eso habría hecho que
decenas de residentes de la ciudad atacaran los dos principales campamentos de
inmigrantes en las calles y quemaran todas sus pertenencias. También cortaron
durante cinco horas la principal vía de acceso al municipio al grito de “¡fuera venezolanos!”, según vídeos de
las protestas divulgados por redes sociales. Miles de venezolanos han retornado
de nuevo a su país ante los ataques racistas y no se descartan nuevos
incidentes, al tiempo que el gobierno ha militarizado la frontera ante la
situación de emergencia.
El
problema es que esta ola migratoria es como una bola de nieve que crece y crece
sin remisión. A medida que la situación crítica se
agudiza en el país, en pleno colapso de
su sistemas de salud, educación y sin esperanzas de cambio a la vista,
incluso con gente desesperada comiendo
de los cubos de basura y enfermos abandonados en los hospitales que se mueren a
falta de medicinas básicas, millones de venezolanos saben que su única
esperanza de un futuro mejor es lanzarse a la incierta aventura de la
inmigración. El futuro de Venezuela no existe, es un gran precipicio que se
traga todo y devora a sus mejores hijos ante un mañana que seguramente será
peor que el presente. No hay nada que hacer, la única remota
posibilidad de salvarse de este infierno dantesco es la huida hacia donde sea,
dejando atrás una existencia maldita marcada por la desolación, el hambre, el
terror y la segura muerte.
![]() |
Diosdado Cabello |
Seguramente, si
Venezuela sigue en la actual dinámica política y económica, que genera tantas
disfunciones en todos los aspectos de la vida, el país acabará perdiendo una
parte de la población muy importante, incluso hasta la mitad de su censo según
aseguran algunos expertos, provocando el mayor éxodo migratorio de la historia
de las Américas. Por ahora, la reacción del régimen hacia lo que está ocurriendo
es de un cinismo rayano en la más abyecta perversidad política, asegurando que
serán sus vecinos los que acabarán emigrando a Venezuela por las "excelentes"
condiciones de vida, tal como ha llegado a afirmar sin inmutarse el número dos
del régimen, el controvertido Diosdado
Cabello. Y, en el resto del
continente, la izquierda calla ante el drama, mientras que muy pocos gobiernos
alzan su voz contra la satrapía de Maduro. Esta tragedia no ha hecho más
que comenzar. Continuará.
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