Diputados kirchneristas en una marcha en 2017 frente a la cárcel de Marcos Paz donde estaban presos Amado Boudou y Julio de Vido, entre otros ex funcionarios. |
15/02/2019 -
23:21 Clarín.com Opinión
Jorge
LanataCorrupción K
Fiel a su costumbre
de que lo que no se nombra no sucede, el
kirchnerismo sigue en silencio respecto de cualquiera de los delitos de los
que fue protagonista. Aún en medio de la lenta y venal máquina de la justicia
hay hoy 28 empresarios y ex funcionarios
de Cristina en las cárceles de Ezeiza y Marcos Paz. Son, para los K, “presos políticos”, perseguidos por su
pensamiento sobre el rol del Estado, la Patria Latinoamericana y las
asignaciones por hijo. Están encarcelados por su lucha social.
El problema son las
propiedades, los barcos, los aviones, las cuentas en efectivo, las cajas de
seguridad, los bolsos en el convento, las empresas, la evasión y las joyas.
Nadie entra en detalles y la única estrategia K fue darse un baño de agua
cívica y buenos modales para entrar a los comicios con el ánimo conciliador de
cerrar la grieta.
Da toda la sensación
de que, si ganaran, los huéspedes de Ezeiza y Marcos Paz serían liberados de inmediato. Pero no lo
dicen. El peronismo tiene una larga tradición en amnistías. Cerrar la grieta
sin castigo sería suicida y la mejor garantía de que todo volvería a pasar,
pero bajo una lente de realidad aumentada.
En el fondo piensan
que los compañeros caídos en desgracia no hicieron mal en robar, sino en haber
sido descubiertos. “Aquél la hizo bien”, se dice cuando no quedaron huellas. “Este es un traidor”, se califica a los
arrepentidos. Nada indica que, de volver al gobierno, la lógica de Néstor
de robar para la política vaya a ser modificada. La sostienen desde los
setenta, cuando robaban con armas y han pasado ahora a robar con lapiceras.
A nivel personal han
empeorado: antes “combatían” en la
clandestinidad y ahora exponen a sus hijos en los directorios. Mantienen,
también, las mismas estrategias de ataque: creen que acusar a otro de lo mismo los vuelve inocentes a ellos. Si
Stornelli coimeo, los cuadernos se disuelven. En este maratón de negaciones
algunos de los candidatos más importantes esperan aún que se defina su
situación judicial en varias causas. Podrían estar detenidos a la hora del
comicio, pero ni siquiera mencionan el punto.
Los únicos argumentos
K frente a los delitos probados son Panamá Papers, Calcaterra, Quintana,
Correo. Los repiten como una letanía.
Demostrar que los otros son iguales. El poder, así, se transforma en una
guarida. Cerrar la grieta sin justicia es de la frivolidad de un productor de
TV que lleva a su panel uno a favor y otro en contra. Desencantados con Macri y
temerosos del kirchnerismo pensamos que nos merecemos poco; no nos importa que
todo quede impune si las tarifas pueden bajar de nuevo.
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