por Ricardo
Angoso
“No es lícito olvidar, no es lícito callar.
Si nosotros callamos, ¿Quién hablará?”
Si nosotros callamos, ¿Quién hablará?”
Primo Levi
Las señales son inquietantes, la amenaza es real y
parece que, de nuevo, la bestia despertó de su letargo. En España,
por ejemplo, para mí vergüenza y la de tantos ciudadanos que nos consideramos
amigos de Israel y del pueblo judío, la noche de la entrega de los premios Goya
tuvimos que soportar el ataque brutal por parte de dos realizadores al Estado
hebreo. Cuando les fueron a entregar un premio al mejor documental a Carles Bover Martínez y a Julio
Pérez del Campo, directores y productores de “Gaza”, realizaron una
arenga política en toda regla y solicitaron el boicot total a Israel y
expulsión del festival de Eurovisión, concluyendo su sonrojante intervención
con una “¡Viva la lucha del pueblo
palestino!”. Podemos imaginarnos la objetividad de su filme sobre Gaza con
semejante carta de presentación. Semejante bodrio no pienso verlo. Lo realmente
vergonzoso de este dantesco espectáculo fue la reacción del público presente en
el evento: en lugar de haberles abucheado
como se merecían, se puso a aplaudir hasta decir basta. ¿Tan ignorantes
y estúpidos somos en España?
Escombros la mutual judía AMIA, destruído por coche bomba |
En Argentina,
donde el anterior gobierno de la presidenta Cristina Kirchner protegió a los terroristas que colocaron la bomba
en la mutual judía AMIA[1]
–decenas de muertos y tres centenares de heridos[2]-,
el principal rabino de AMIA, Gabriel
Davidovich, fue atacado este mes de febrero en un ataque de inequívoco
signo antisemita. Los atacantes, que
entraron a la casa de Davidovich en las horas previas al amanecer, gritaron “Sabemos que usted es el rabino de AMIA”,
antes de golpearlo, según los informes de la prensa local. El rabino está en
estado muy grave y el hecho ha sido repudiado por una buena parte de la
sociedad argentina, pero no ha habido, desde luego, las grandes protestas y
marchas que habitualmente hay en este país en solidaridad con la causa
palestina.
También en
Francia en estos días el país vivió una gran conmoción cuando unos desconocidos
profanaron 96 tumbas en el cementerio
judío de Quatzenheim, donde pintaron unas esvásticas sobre las lapidas para
después abandonar el recinto sagrado en total impunidad. Este tipo de hechos ya
han sucedido también en Argentina, Alemania e incluso los Estados Unidos. Los
ataques a las comunidades judías, a sus tiendas e instalaciones, incluyendo sus
cementerios, así como también a miembros de las mismas, se están repitiendo en
numerosas partes del mundo.
El periódico
Hatzad Hasheni relataba algunos de estos ataques perpetrados en Ucrania: “Pero en otros países europeos, la actitud
antisemita y los actos violentos también han sido frecuentes, por ejemplo en
Ucrania en la región de Donetsk donde los mensajes contra los judíos han
preocupado a la comunidad, como por ejemplo, lo ocurrido en marzo de 2014,
cuando el rabino Hillel Cohen de la organización Hatzalah fue agredido en Kiev.
El 25 de febrero del mismo año, la sinagoga Gymat Rosa en Zaporizhia fue
atacada con bombas incendiarias”.
GRAVISIMA SITUACIÓN EN FRANCIA
De todos los
países, sin embargo, es Francia el que reporta más casos y el problema parece
que se agrava. El diario español El País informaba recientemente que “el antisemitismo aumenta en Francia. El
vandalismo, los insultos, las amenazas y las agresiones contra los judíos
aumentaron un 74% en 2018, según datos oficiales. La difusión de los datos
coincide con el descubrimiento en días recientes de varias pintadas y la
profanación en las afueras de París del memorial a Ilan Halimi, el joven judío
secuestrado y torturado hasta la muerte en 2006”.
“El antisemitismo está en aumento y los judíos
están cada vez más preocupados por la posibilidad de ser agredidos, según un
estudio realizado en los 12 países de la Unión Europea con más población judía.
Centenares de judíos encuestados por la Agencia de Derechos Fundamentales de la
UE (EU-FRA) dijeron haber sido víctimas de ataques físicos de naturaleza
antisemítica durante el último año, y un 28% fue víctima de ataques verbales.
De todos los países analizados, Francia fue identificado como el que enfrenta
los mayores problemas de antisemitismo”, señalaba una reciente nota del
portal de noticias de la prestigiosa BBC.
“Chalecos amarillos” lanzan insultos antisemitas al filósofo judío Alain Finkielkraut |
Ese virus
letal del antisemitismo también ha contaminado hasta a los “chalecos amarillos”, un grupo de protesta social en el que
convergen militantes fascistas, islamistas radicales y un sinfín de especies de
todos los pelajes y convicciones, pero que se definen así mismos como “antisistema”. En una manifestación de
este grupo en París, el intelectual francés de origen judío Alain Finkielkraut (París, 1949) fue víctima de insultos antisemitas por parte
de los participantes a la marcha que lo llamaron “sucio hebreo” y le conminaron
a marcharse de su país, en un hecho paradójico por la circunstancia de
que quien se lo gritaba era un inmigrante musulmán. “Lárgate de nuestro país”, parece que le dijeron los integristas.
Todo vuelve, de alguna forma regresa con el mismo rostro o ropaje |
Buscando una
explicación “lógica” ante este hecho,
el mismo Finkielkraut respondía así:
“Existe un viejo antisemitismo -en
Francia- al estilo de la década de 1930 que hoy en día se está reciclando.
Todos repiten esta cita de Brecht[3]:
“El vientre que parió la bestia inmunda
aún es fecundo”. Y es verdad. Pero actualmente esa bestia inmunda también
sale de otro vientre. Los judíos son el primer blanco de la convergencia de las
luchas entre la izquierda radical antisionista y los jóvenes de los barrios
periféricos próximos al islamismo”.
Como fruto de
este estado de cosas, hay que reseñar que todos estos hechos, junto con una
serie de ataques y atentados contra la comunidad judía francesa, sus bienes y
miembros, han provocado un auténtico éxodo, tal como revelaba una nota publicada en El Sol de México: “Unos 60 mil judíos franceses -que representan 10% de la comunidad- abandonaron el país desde el año 2000 debido
al creciente aumento del antisemitismo y el aumento de la “inseguridad”. La
cifra escalofriante de 55 mil 049 personas que decidieron hacer el alyah
(“regreso” a Israel) fue revelada por el ensayista Pascal Bruckner[4] en la presentación de El nuevo
antisemitismo, trabajo colectivo que acaba de salir en Francia”.
La pregunta
que tenemos que hacernos, una vez asumamos la gravedad de los hechos que
relatamos y conocemos, es hasta dónde puede constituir este antisemitismo una
verdadera amenaza para la supervivencia de estas comunidades judías. Creo que
de cara al futuro, y teniendo en cuenta el pasado trágico y reciente, en que
primero los judíos fueron señalados y después atacados hasta el exterminio, es
muy importante promover los valores cívicos y ciudadanos, defender la memoria
histórica y concienciar, a través de los medios de comunicación y la educación, a las futuras generaciones de
los riesgos que entraña este triunfo de la cultura del odio en nuestras
sociedades. Porque no debemos olvidar que “el odio fue lo que construyó el
camino hacia Auschwitz, y la indiferencia lo que lo pavimentó”[5],
tal como señalaba el ensayista Ian
Kershaw[6]
en uno de sus últimos trabajos.
[1] En 2017 el
presidente de AMIA, Agustín Zbar, calificó
de “cuchillazo por la espalda” al memorando
que el gobierno de Cristina Fernández firmó con la República Islámica Irán
para que las autoridades jurídicas argentinas -entre ellas el fiscal fallecido/asesinado
Alberto Nisman- puedan viajar a ese país a indagar a los acusados. Incluso,
afirmó que la administración Kirchner “traicionó a la comunidad judía”.
[2] El atentado a
la AMIA fue un ataque terrorista con coche bomba
que sufrió la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) en Buenos Aires el
lunes 18 de julio de 1994. Se trató de uno de los mayores ataques terroristas
ocurridos en Argentina, con un saldo de 85
personas asesinadas y 300 heridas, y el mayor ataque contra objetivos judíos
desde la Segunda Guerra Mundial.
[3] Dramaturgo y
poeta, su vida en el exilio nos deja memorables reflexiones en forma de citas
célebres. Bertolt Brecht (1898 - 1956), nacido como Eugen Berthold Friedrich
Brecht), fue un dramaturgo y poeta alemán y creó el llamado teatro épico.
[4] Pascal
Bruckner, filósofo y novelista francés, nació en París en 1948. Colaborador
habitual de Le Nouvel Observateur, en 1995 obtuvo el Premio Médicis de ensayo
por La tentación de la inocencia y en 1997 el Premio Renaudot por la novela Los
ladrones de belleza. Otra de sus novelas, Lunas de hiel, fue adaptada al cine
por Roman Polanski. Entre sus títulos ensayísticos hay que destacar también El
nuevo desorden amoroso (en colaboración con Alan Finkielkraut), La euforia
perpetua y Miseria de la prosperidad.
[5] Algo similar
se denuncia y demuestra en el documental
Será Venganza, producidos por el
Centro de Estudios Salta y dirigido
por el cineasta argentino Andrés
Paternostro.
[6] Ian Kershaw
es catedrático de Historia Moderna en la Universidad de Sheffield y una de las
máximas autoridades del mundo en Hitler. Por sus servicios a la historia se le
otorgó la condecoración alemana de la Cruz Federal del Mérito 1994 y fue
nombrado caballero en 2002,etc.
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