Los
recientes sucesos ocurridos en esta nación, como la reciente marcha del 21 de
noviembre con final violento y toque de queda, revelan que a Colombia le queda todavía un arduo camino hasta la paz definitiva.
por
Ricardo Angoso
El
paro nacional convocado el pasado 21 de noviembre, que acabó degenerando en
violentos enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas de los cuerpos de
seguridad, ha concluido con la imposición del toque queda en la capital
colombiana, Bogotá, tras dos días de caos y violencia y en un llamado, por
parte del presidente de la República, Iván Duque, a un diálogo nacional. En su
estilo habitual e insustancial, el presidente Duque no ha concretado ni la
agenda acerca del mismo, ni los temas a tratar, ni con quiénes lo entablaría.
El presidente, como un personaje de García Marquez, está perdido en su
laberinto, ¡pero carajos qué laberinto!
La
debilidad de Duque es notoria y evidente cuando apenas lleva quince meses en el
cargo y no ha podido desarrollar su supuesto programa; su aceptabilidad, según
los sondeos publicados, está en un raquítico 29% y ya ha tenido que hacer
frente a la primera crisis de gobierno sacando por la puerta de atrás a un alto
cargo realmente inepto. Aparte las violentas demostraciones de fuerza por parte
de la izquierda, que desaprueba la gestión del presidente, los recientes
acontecimientos en Colombia tras el bombardeo a un grupo guerrillero, en que
murieron seis menores y obligaron a dimitir al titular de la cartera de
Defensa, Guillermo Botero, ponen de relieve que la paz está muy lejos de
asentarse en este país. Solamente hay que ver las imágenes de las vandálicas
protestas en Bogotá para entender que algo no marcha bien en la nación.
Y
es que el proceso de paz que supuestamente ponía fin a la violencia, firmado
entre el ejecutivo colombiano, presidido entonces por el predecesor de Duque,
el cuestionado Juan Manuel Santos, con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia (FARC), naufraga en un mar de incertidumbre e inestabilidad. Lógico:
no parece que haya nadie al frente del país y la falta de gobernabilidad es
acusada en todos los estamentos de la nación; nadie sabe a ciencia cierta donde
terminará este viaje hacia ninguna parte, incluidos los uribistas, que auparon
a Duque al poder y viven momentos de gran confusión.
ASESINATO DE LÍDERES SOCIALES Y MATANZAS DE
INDÍGENEAS
También
el goteo en el asesinato de líderes sociales -sin que nadie ponga coto a este
flagelo- y las últimas matanzas de indígenas en el Cauca, que han puesto de
manifiesto las carencias en materia de seguridad en muchas partes del
territorio colombiano, presentan un cuadro de extrema gravedad al que tendrá
que hacer frente el máximo mandatario colombiano, cada vez más perdido en su agenda
programática y cuestionado por numerosos sectores sociales y políticos
colombianos.
¿Qué
está pasando en Colombia? La incertidumbre, cuando no la preocupación, se ha
apoderado de la sociedad colombiana. El presidente Iván Duque parece que no le
toma el pulso al país y muestra una notable ausencia de liderazgo, puesta a
prueba en estos días por todos estos capítulos ya reseñados anteriormente y la
constatada indefinición de un mínimo diseño político.
Se
echa en falta en el actual gobierno una estrategia de comunicación, un discurso
a la ciudadanía acerca de los verdaderos objetivos de la agenda política y,
sobre todo, un mensaje conclusivo acerca de hacia dónde se quiere ir. Duque no
ha sido capaz de generar confianza ante una situación económica carente de
dinamismo y numerosos conflictos de toda índole gravitando sobre el horizonte más
cercano. Luego falta equipo, es decir, caras visibles que pongan respuestas a
los problemas inmediatos y cubran las espaldas a un presidente con poco carisma
y pocos contenidos de profundidad y calado. Sin escuderos, no hay líderes
eficientes. Su popularidad sigue cayendo
vertiginosamente y, como le suele pasar a todos los presidentes, Duque ya ha
dicho que no cree en las encuestas, agravando la crisis nacional y la falta de
respuestas a las demandas de los ciudadanos.
El
gobierno más que un equipo es una orquesta de músicos desafinados poco dados a
dar la cara, hacer política verdaderamente explicando qué están haciendo (¿?) y
mostrar solidez y robustez para hacer frente a los incontables problemas del
país. Más bien lo contrario: los ministros de Duque son absolutamente
desconocidos para la mayoría de los ciudadanos y se muestran huidizos y
escurridizos, incluso poco dados a las intervenciones en los medios y hacer
política en las plazas públicas. No hay
pedagogía política, ni explicaciones acerca del trabajo que se está realizando,
dando como resultado de todo ello la presente crisis que, con toda
probabilidad, se agravará en las próximas semanas. Nadie conoce a los ministros
de Duque, nadie sabe dónde están y qué están haciendo. Así, inmersos en esta
grave coyuntura, se perpetúa e incluso se consolida el interminable círculo
vicioso y recursivo de violencia, muerte y terror que acecha indefectiblemente
a la sociedad colombiana desde hace décadas sin que nadie le haga frente de una
forma efectiva. Colombia sin paz ni tampoco rumbo, qué lástima. ¿Hasta cuándo?
Ricardo Angoso García
Coordinador
del Foro Ideas para la Democracia:
E-mail:
ricky.angoso@gmail.com
NOTA:
Las imágenes, enlaces y destacados no corresponden a la nota original.
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