Por
Jorge P. Mones Ruiz[1]
“Aunque
la mona se vista de seda, ¡en simple mona se queda!” (Esopo, Grecia, S. VII A.C).
La
fábula griega nos advierte que cualquiera puede mudar lo exterior pero la
esencia sigue siendo la misma. No importa cuántas veces modifiques tu
apariencia, siempre conservarás tu interior y mantendrás tu misma esencia. Hay
cosas que, por mucho que intentemos esconder o disfrazar, siempre seguirán
siendo como son.
Durante
milenios, siglos y décadas la vida parecía más simple. Las relaciones entre
hombres y mujeres aseguraban la prole y la conservación de la especie. Hoy día,
esta atávica costumbre parece estar cambiando y bajo el auspicio de una
política importada sobre control demográfico, corremos el riesgo de que algunas
naciones queden despobladas, desoladas o indefensas para la protección de sus
recursos naturales y otras riquezas espirituales, materiales y culturales.
Organizaciones
y organismos financieros internacionales no sólo promueven el aborto, sino
también las políticas de género que se implementan en varios países, incluso el
nuestro. Además de financiar a más de 66.000 clínicas abortistas en el mundo,
como lo hace la Federación Internacional de Planificación Familiar (IPPF),
presionan a gobiernos para instaurar políticas de educación sexual integral
para niños, niñas y jóvenes en las escuelas, obligando a las instituciones a
enseñar lo que no concuerda con sus idearios e imponiendo contenidos sin base
científica que responden a una construcción ideológica de género, sin contar
con la participación de los padres en su elaboración.
Además,
cuentan con la anuencia cómplice de varios e importantes medios de comunicación
y fuertes campañas publicitarias.
NUEVA CULTURA
Esta
nueva cultura, que prodiga el aborto y la ideología de género, se basa en la
promoción y justificación de nuevos paradigmas que atentan contra el orden
natural. Las construcciones subjetivas (Constructo Cultural, para Simone de
Beauvoir) o las autopercepciones de cada individuo para elegir su género
conllevan, a los que no compartimos estas consideraciones y hábitos progres, a
calificarnos de intolerantes y retrógrados. Hasta podemos caer fuera de la ley
si pensamos distinto.
Poco
tiempo atrás, varón o mujer eran las opciones sexuales naturales y racionales.
Hoy existen otras, según parece, que tienen que ver con el género y que se
confunden con la identidad sexual de la persona. La Comisión de Derechos
Humanos de New York reconoce 31 tipos de género y otras organizaciones y
miembros del colectivo LGBTIPQ, con mayor amplitud mental e imaginación,
afirman que son 112.
Es
decir que, tratamiento hormonal mediante o no, el que nació hombre puede
transformarse teóricamente en mujer, y viceversa. Claro, eso en apariencia, ya
que el ADN, masculino o femenino, sigue siendo el mismo que se tuvo desde antes
de nacer y seguirá igual en la osamenta dentro de la tumba, más allá de
mutilaciones o implantes practicados... Eso no cambia, igual que la naturaleza
de las cosas.
El
sexo no lo puede cambiar una ley o el documento de identidad. Por más que la
ley diga que el burro puede volar, no por eso le van crecer las alas. Si Pedro
quiere ser Petra, cosa de él, pero esa opción personal no va a evitar que desde
los 40 años de edad le convenga controlarse la próstata. Y si Hugolina quiere
autopercibirse como Hugo, allá ella, pero a partir de los 21 años hasta los 65
de edad es aconsejable que se realice un papanicolaou cada uno, tres o cinco
años.
Creo
que cada uno puede percibirse como quiera y en el ámbito de su intimidad hacer
lo que mejor le plazca, en tanto y en cuanto no sea obligatorio, ley mediante,
compartir ciertos gustos u orientaciones sexuales, o con mis impuestos
solventar semejantes berrinches ajenos, aprovechando las bondades de la Salud
Pública.
Esta
corriente contracultural pretende confundir con definiciones insólitas
eufemísticas o rebuscadas interpretaciones sobre conceptos que son inequívocos.
Por ejemplo, la acepción matrimonio no tradicional entre personas del mismo
sexo, cuando por definición ese tipo de coyunda no lo es. Como decía un
legislador salteño hace unos años: "Un
loro no es un conejo no tradicional, bípedo y con plumas. Un loro es un loro y
un conejo es un conejo".
El
matrimonio, unión de un hombre con una mujer, deriva de la expresión matris
munium (madre, cuidado o defensa), implicando la obligación del hombre hacia la
madre de sus hijos. Por otra parte matris, desde la anatomía, significa útero,
órgano de la gestación exclusivamente femenino. Así pues, resulta difícil
homologar a una unión civil o convivencial entre personas del mismo sexo con el
matrimonio.
Así
también llama la atención que muchos de los que proclaman que el matrimonio es
una institución pasada de moda, que ya no se usa, que las relaciones en una
pareja hoy día son fugaces o inestables, son los mismos que auspician el
casamiento entre personas del mismo sexo y que los curas abandonen el celibato.
Paradojas, diría G. K. Chesterton, "el
príncipe de ellas"...
ANTICIENTIFICO
La ideología
de género es un sistema anticientífico que sostiene que las diferencias entre
el hombre y la mujer, a pesar de las obvias diferencias anatómicas y
biológicas, no corresponden a una naturaleza fija, sino que son unas "construcciones culturales y convencionales",
hechas según los roles y estereotipos que cada sociedad le asigna a los sexos.
¿Por
qué decíamos que importamos una política externa relacionada con el control
demográfico?
Desde
los años '60, se intenta dar rango científico a esta invención del género con
el apoyo de la Conferencia Mundial de Naciones Unidas. Esta invención con
evidentes rasgos totalitarios está presente en todas las agencias de las Naciones
Unidas desde los años '90: en el Fondo para la Población, Unicef, Unesco y OMS
que han elaborado muchos documentos impregnados con los conceptos de esa visión
anticientífica. Desde las Naciones Unidas pasó a la Unión Europea, donde se
difundió por los medios de comunicación y en colegios, a través de actividades
lúdicas: fiestas, celebraciones, etc., de las que se busca que todos
participen, adhieran y no cuestionen.
En
1974 se elabora en Estados Unidos el NSSM 200, conocido como Informe Kissinger,
titulado "Implicaciones del
Crecimiento de la Población Mundial para la Seguridad de EE.UU. e intereses
ultramarinos". Recomendaba a las agencias del Gobierno no usar el
término "control de la
natalidad", sino otras expresiones menos contundentes como "planificación familiar" o "paternidad responsable". Lo
que se pretendía lograr con ello era garantizar el acceso de EE.UU. a las
materias primas de esos países, minimizando el consumo interno en ellos.
Según
Aciprensa (9/6/2018), International Planned Parenthood Federation (IPPF), la
multinacional del aborto más grande del mundo, invirtió en los últimos diez
años más de cinco millones de dólares para promover la despenalización del
aborto en Argentina. Entre los principales beneficiados con ese financiamiento
están la Fundación para la Salud del Adolescente (FUSA), Católicas por el
Derecho a Decidir (CDD), Centro de Estudios de Estado y Sociedad (CEDES) y la
Asociación Civil Pro Amnistía.
Otras
organizaciones que han recibido financiamiento de IPPF son Fundación Huésped,
el Fondo de Mujeres del Sur, el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y
la Fundación Universidad de Palermo.
Queda
claro pues que estamos ante un nuevo tipo de colonialismo cultural. Conocer los
actores estratégicos de esta maniobra es importante, pero más lo es impedir que
ellos cumplan sus objetivos. Rescatar nuestra esencia trascendente y nacional,
sus valores, nuestra historia verdadera y no el relato (como decíamos en otro
artículo) será el único antídoto para evitar que nuestra Argentina deje de ser
el sueño que pergeñaron nuestros próceres y que su realidad se convierta en una
grotesca y patética pesadilla.
Tiempos
Viejos, popular tango escrito en 1926 por Manuel Romero y con música de
Francisco Canaro, nos invita a añorar épocas pasadas que solemos recordar con
nostalgia. Su primera estrofa nos conmueve:
"¡Te acordás, hermano, qué
tiempos aquellos!; Eran otros hombres, más hombres los nuestros; No se conocían
coca, ni morfina; Los muchachos de antes no usaban gomina".
"Parece que ahora algunos
muchachos tampoco usan gomina", pero
prefieren ruleros, hormonas femeninas, tacos altos, y otras yerbas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
No dejar comentarios anónimos. Gracias!