Por
Darío Lopérfido
5
de abril de 2020
Los jubilados se agolparon en la puerta de los bancos para cobrar sus haberes (Foto: Franco Fafasuli) |
El Gobierno pasó de la gloria al
ridículo en pocas horas. Las demoledoras fotos de ancianos
haciendo colas infinitas para poder obtener el dinero de su jubilación están
dando la vuelta al mundo. El contraste es tremendo porque habían querido instalar una épica berreta en la lucha contra el
coronavirus cuando lo lógico era trabajar con perfil bajo sin buscar la gloria
política en una pandemia. Mintieron, exageraron, hicieron demagogia y
salieron a atacar a los que criticábamos esas actitudes. La corte de periodistas
oficialistas, los militantes zombies, la gente del espectáculo y todo ese
espectro falsamente progresista hablaba del “fin de la grieta” y nos
cuestionaban a los que estábamos alertas al autoritarismo, la desidia y la
mentira, que son las bases estructurales de este grupo político.
El Gobierno mintió y banalizó hasta el
hartazgo.
El ministro Ginés González García dijo que la Organización Mundial de la Salud
nos tomaba de ejemplo y nos seleccionaba para pruebas. La verdad es que
Argentina se ofreció, como otros países, para algunas pruebas. Eso solo. La única política de Estado es la mentira.
En medio de una caída libre de la economía se dedicaron a agredir a las
empresas privadas, que son las que generan riqueza. Debería ser un momento para la prudencia dado que en todo el mundo las
empresas están perdiendo dinero y se están perdiendo puestos de trabajo.
Las pequeñas y medianas empresas están luchando por su subsistencia y por poder
seguir trabajando. No es momento para
bravuconadas gubernamentales. En patético contraste con ese ataque a las
empresas, el Presidente llamó a Moyano un dirigente “ejemplar” mientras inauguraban por tercera vez el Sanatorio
Antártida (sobre la compra del mismo hay sospechas de lavado de dinero),
propiedad del sindicato de camioneros. Las obras sociales ligadas a Moyano han
recibidos cerca de 300 millones de pesos en lo que va del año y, además,
cobrarán por cada paciente que reciban con coronavirus. Cualquiera que haya
visto alguna película sobre la mafia sabe cómo es el asunto: hay que pagarles y
agradecerles por la “protección”.
Moyano no tiene nada de ejemplar. Tiene comportamientos mafiosos, extorsiona
permanentemente y tiene varios problemas de corrupción, que si no avanzan en la
Justicia es por dinero y por el temor a enfrentarlo. Que Fernández lo llame “ejemplar” es, asimismo, un desprecio a
los argentinos ejemplares (que son muchos) y que ven como los políticos
devalúan el sentido de todo en la Argentina. La escala de valores de Fernández
es patética.
Hace varios días que muchos nos
pronunciamos acerca de lo sensato que sería que los funcionarios políticos se
bajaran los sueldos y hubo varios cacerolazos en todo el país con esa consigna.
Uruguay lo ha hecho y el dinero recaudado irá a un fondo para asistir a la
lucha contra la pandemia. La reacción de los cortesanos y militantes
defendiendo el sueldo de los políticos dio vergüenza ajena. Siempre los K
pueden caer más bajo. Como cualquier fuerza política autoritaria y populista
siempre se expresarán para complacer al poder. Son una manada. Defendieron que se les quite dinero a los
jubilados y ahora defienden el sueldo de los políticos. El dinero hace a
los militantes K defender cualquier cosa. La indigencia intelectual de esta
gente los lleva a repetir lo que les mandan sin capacidad de pensar por sí
mismos. Hasta hace un tiempo decían “menos
mal que esta crisis no fue con Macri”. Ahora, defienden la ejemplaridad de Moyano y dicen que el que se expresa con
críticas o golpea la cacerola no quiere “cerrar
la grieta”. La grieta en la Argentina es moral: está la mafia y están
los ciudadanos honestos. No hay nada que cerrar. Y la intolerancia hacia el que
piensa distinto solo muestra autoritarismo. El fanatismo hace que se encierren
en su mundo de fantasía y buscan estigmatizar al que piensa distinto.
El
desgraciado episodio de las larguísimas colas de jubilados (principal grupo de
riesgo del coronavirus) para cobrar en efectivo sus ingresos marca que el
Gobierno no tenía plan de contingencia para nada más que para autoelogiarse. El
populismo visto en imágenes da contrastes descabellados. El Presidente que dedicó un tiempo insólito para hablar con el cantante
de Calle 13 en medio de la crisis o autorizaba al hijo del conductor televisivo
Marley a que coma más caramelos no pudo prever el desgraciado incidente de las
colas de los jubilados que pueden haber provocado una cantidad enorme de
contagios. Todo en una semana. Mirar la foto de los últimos días da vergüenza: Mirko, Calle 13, el “ejemplar” Moyano, la
cola de los jubilados y la interrupción de la cuarentena. La estupidez y la
desidia van de la mano en un momento trágico poniendo en peligro a los
ciudadanos.
En España gobierna una coalición que
integra Podemos, que son iguales a los K de autoritarios e
irresponsables (de hecho son fuerzas políticas amigas). Cuando ya había muchísimas alertas acerca del virus y Europa estaba
alistándose, el Gobierno fogoneó una marcha feminista el 8 de marzo. La
mayor impulsora fue la ministra de igualdad Irene Montero, militante feminista
(está en el cargo porque su marido es Pablo Iglesias, el vicepresidente; muy
feminista). Las mujeres ministras del Gobierno encabezaron la marcha y
asistieron miles de personas. Un par de días después la crisis del coronavirus
se desató fuertísima en España. La misma ministra tuvo que admitir que se había
contagiado. Muchos científicos explican
que esa marcha fue un desastre en términos de contagios. Imaginen ustedes
lo que significa que miles de jubilados hayan estado en esa situación. Los
virus matan. El populismo mata. El autoritarismo mata. La estupidez mata.
Argentina
hoy es el bochorno del mundo. Las fotos de colas larguísimas de jubilados
(algunos en sillas de ruedas) están en la prensa mundial. Pocas veces se puede
ver de manera tan cristalina el desastre populista. Tres días antes mentían que Argentina era ejemplo en el mundo y hoy el
mundo habla del desastre argentino. Frente a lo que está pasando en el
mundo y los países que mejor están haciendo las cosas se destaca un aspecto: la
cantidad de tests que se hagan. Argentina en eso está atrasadísima, con lo cual
se puede pensar lo peor. La reacción del
Gobierno frente al desastre es la peor imaginable. Dicen que Fernández está
“enojado” y se echan la culpa entre
los distintos funcionarios y sindicalistas. No tiene que ver con el estado de
ánimo del Presidente este tema. Tiene que ver con los tests y con respiradores.
La filtración del “enojo” de Fernández marca que la preocupación del Gobierno es la “imagen” de Fernández. Y el
problema, en realidad, son los miles de jubilados amontonados y al aire libre
por muchas horas. Siguen equivocándose. Se empieza a ver con claridad lo que se
sabía: querían el gobierno para operar sobre las causas de corrupción K desde
el poder y para ocupar cargos y hacer negocios. No tenían muchas ideas ni personal idóneo para otra cosa. Un
ejemplo los describe: en su ataque contra todo lo que no manejan y su
ideologización idiota quitaron la posibilidad de que se paguen salarios, e
incluso jubilaciones, por “billeteras
virtuales” medida que había sido instrumentada por el anterior gobierno.
Prefieren a la gente en la calle jugándose la salud.
La
situación en el mundo es gravísima. En
Argentina, mucho más. Hay que luchar contra la pandemia y, al mismo tiempo, ver
cómo salir de esto con el aparato productivo destrozado y la economía en caída
libre. Existe, además, una presión impositiva salvaje para el que trabaja o
produce y un estado elefantiásico que gasta mal y despilfarra dinero. Hay un
aparato de clientelismo que tiene a cada vez más gente sometida. Los políticos
tendrían que estar pensando el presente y el futuro al mismo tiempo.
Necesitamos estadistas y tenemos gente que no puede solucionar cómo pagarle a
los jubilados. Mientras en algunos países están usando técnicas de bioingeniería
para crear organoides humanos, que permitan investigar para encontrar el
fármaco contra el coronavirus, en Argentina la primera dama organiza un teletón
para juntar unos pesos y los canales de aire argentinos lo transmiten en
cadena. La mediocridad es alarmante. Hay
muchas vidas en juego.
ESTE HOMBRE ME DA PENA. ES UN DESESTABILIZADOR. ES UNA CAMPAÑA. NO SOY PERONISTA. SALUDOS
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