Durante los últimos meses hemos estado atentos a lo que venía ocurriendo con los servicios del IOSFA, derivados de su delicada situación financiera. Estábamos siguiendo este tema con sumo interés y expectantes por los resultados de las auditorías que se están llevando adelante y el compromiso del Ministerio de Defensa de poner las cosas en orden lo antes posible, cuando se conoció la noticia del empleo de fondos del IAF para financiar un proyecto de FADEA. Ambos temas son institucionalmente importantes por su sensibilidad intrínseca, la atención de los problemas de salud de nuestros cuadros y sus familias y la administración de los fondos que aportamos desde nuestro ingreso a la Fuerza hasta la muerte o baja de los aportantes al sistema.
Sin
embargo, otros temas se han sumado durante las últimas semanas, tremendamente
sensibles para los integrantes de las Fuerzas Armadas, unos por dolorosos y de
larga data, otros por lamentablemente sorprendentes.
Ramón Abel Recio |
El
mismo día, el ex Presidente Duhalde
advirtió en un reportaje sobre la posibilidad de un golpe de estado, para
avalar su argumento sobre la baja probabilidad de que se puedan llevar adelante
las elecciones de medio término en 2021 en un contexto político anárquico como
el actual, según su opinión.
La
repercusión de sus dichos fue enorme en los medios, dando lugar, de inmediato,
a dos días completos de análisis sobre la posibilidad de un golpe militar, con
elucubraciones de todo tipo sobre potencialidades, divisiones en las fuerzas,
análisis de las eventuales reacciones por franjas etarias, etc. Curioso,
viniendo de alguien que fue indispensable en la caída del gobierno de De la Rúa y a quien la prensa y la
dirigencia política trató, ex post, con gran consideración y prudencia sobre su
responsabilidad en ese proceso. Más tarde vinieron las excusas, las de actores
políticos que con forzada benevolencia disculparon los dichos del Dr. Duhalde y de él mismo, tratando de
restarle importancia a un supuesto fallido.
Un
día después, un periodista de manifiesta posición oficialista dedicó un
eufórico monólogo a aquellos que combatieron en Malvinas, calificándolos, sin
ningún distingo en particular de la peor manera en que se puede calificar a un
soldado: cobardía o falta de coraje. No vale la pena abundar en el análisis de
lo dicho, sus palabras han tenido suficiente difusión ya.
Los
últimos tres hechos descriptos y sus repercusiones, generan en cualquier
persona que haya vestido un uniforme de la nación, cualquier cosa menos
indiferencia y nos obligan a algunas reflexiones:
Ninguno
de ellos tiene su origen o fue provocado por actitud alguna de personal
militar. Todas devienen de acciones u opiniones externas a las Fuerzas.
Demuestran
una profunda e intencionada tergiversación sobre hechos del pasado y la
realidad de las Fuerzas Armadas y del país.
Denotan
una manifiesta y provocativa falta de respeto institucional e individualmente,
a aquellos que ya no forman parte de las Fuerzas Armadas y de Seguridad, por
caso, los Soldados Conscriptos que, en cumplimiento de la ley vigente,
combatieron por la Nación o a los cuadros y civiles que ya no pertenecen
orgánicamente a las mismas.
Debemos
pensar que es, al menos curiosamente llamativo que, en momentos en que se vive
una situación delicada desde el punto de vista económico y social, en sólo unos
pocos días se produzcan afirmaciones provocativas, falaces y perturbadoras, tan
claras como fuertes en su contenido, referidas a situaciones que no se
corresponden con ninguna realidad comprobable.
Entre
diversas opiniones, hemos podido escuchar las de aquellos que manifiestan que
quienes cumplen condena por lo ocurrido en los setenta bien presos están, y no
merecen ser beneficiarios de ninguna de las medidas de protección que establece
la ley, como en este caso la prisión domiciliaria.
Esos
señores sobreviven en las condiciones que pueden y en silencio, mientras que
aquellos que en las décadas de los sesenta y setenta, mucho antes de los hechos
que llevaron a éstos a prisión, generaran los movimientos político-sediciosos
que llevaron a la tragedia vivida a partir de 1970 viven en libertad, escribiendo
libros y concediendo reportajes en los cuales justifican acciones terroristas
que provocaron víctimas de toda procedencia y declaran que nunca lucharon por
una república democrática ni por la Constitución Nacional, porque su modelo era
el comunista leninista, trotzquista, maoista o el que fuera de su referencia,
de moda en aquellos años de Guerra Fría. Lo han escrito y lo han repetido hasta
el cansancio. Ellos mismos confiesan haber inventado el número 30.000 para
lograr atención europea bajo la figura de genocidio, y de paso quedó la
palabra. Esos combatientes e intelectuales de base que eligieron, también según
sus declaraciones públicas, a las Fuerzas Armadas y de Seguridad como
objetivos, para generar su reacción, hoy disfrutan de libertad plena y otros
beneficios menos ideologizados, y los que tuvieron que combatirlos desde mucho
tiempo antes del golpe de estado de 1976 no tienen derecho, ni siquiera, a
atención médica.
Con
respecto a las declaraciones del Dr Duhalde:
No existe la más mínima posibilidad. Los
golpes militares no fueron exclusivamente militares, ni comenzaron en 1930. Empezaron
en 1890, cuando el germen de la Unión Cívica Radical intentaba dividir al
Ejército para derrocar al “régimen”
gobernante. ¿Cómo? Trabajando finamente sobre la supuesta división que existía
entre los oficiales “hechos a sable”
durante las guerras del siglo XIX y los supuestamente “más ilustrados”, egresados a partir de 1870 del Colegio Militar
creado por Sarmiento. Esa división
no se dio. Salvo excepciones, el Ejército se mantuvo unido. Es por eso que los
conatos revolucionarios de fines del Siglo XIX y los de principios del Siglo XX
no tuvieron éxito hasta que, en 1930 fue el propio Irigoyen quien sufre el golpe.
Hoy, nuestros Oficiales y Suboficiales saben que
los problemas políticos los resuelven los políticos, porque esa es su función
social. Y no porque se hayan recibido de sus
institutos de formación después de 1983. Es así, porque las fuerzas, como
organizaciones que son, como construcciones humanas, han aprendido y seguirán
aprendiendo. No hay Ejército viejo y nuevo, pre 83 y post 83. Eso no le
serviría al país. La profesión militar es absolutamente vocacional, los valores
del soldado sellan conductas, esas conductas esperables permiten evaluar
actitudes. Todos estos aspectos no se regulan por fechas, o por distancias. Y
el resultado beneficia a la Nación. Pocas instituciones de la Nación se han
acercado tanto a su razón de ser durante las últimas décadas, como las Fuerzas
Armadas.
Y
aquí vamos a los dichos sobre Malvinas y los que allí combatieron. Para aquel
que no conoce la vida militar y ha leído autores nacionales y extranjeros
hablando de la Guerra de Malvinas o de cualquier otro hecho bélico, es fácil
confundir el análisis de contexto, político o militar y la crítica a decisiones
estratégicas nacionales, con el desempeño de las Fuerzas durante el conflicto.
Lo que no se sabe es que, dentro del ámbito de las Fuerzas, cualquier crítica
puede ser aceptable o discutible sobre si el plan era realista, factible, bien
formulado o no. Lo que nadie discute, porque somos militares y sabemos de esto,
es la entrega, el coraje, la valentía y el desprendimiento que mostraron
nuestras tropas en todas las dimensiones de análisis posibles. Todos aquellos
que no pudimos cruzar, hubiésemos dado lo que no teníamos por estar en las
islas. Nunca he escuchado a uno Oficial o Suboficial decir que él lo hubiera
hecho mejor que los que cruzaron. La promoción del Colegio Militar -a la que
pertenece el Presidente del Foro de Generales Retirados- lleva el nombre de Oscar Augusto Silva, Subteniente en su
primer año, muerto en combate luego de agotar su munición y saltar hacia
adelante para proteger la vida de dos de sus soldados. Condecorado al Valor en
Combate. Uno más de miles.
Oscar Augusto Silva, Subteniente |
Teniente (Post Mortem) Rodolfo Berdina y el Soldado Conscripto Ismael Maldonado |
El
Subteniente Berdina y el Soldado Maldonado murieron en combate,
vistiendo el uniforme del Ejército Argentino, frente a un enemigo declarado del
Estado Nacional, en cumplimiento de un Decreto Presidencial de un gobierno
electo y, por si no fuera suficiente, del mismo partido que el actual
gobierno.
En conclusión:
Todo lo que puso a las Fuerzas Armadas en los medios durante los últimos días
es externo a ellas. Los integrantes de las Fuerzas Armadas de la Nación conocen
su historia, saben para que están, y pese a todas las limitaciones de todo tipo
a las que se han visto sometidas durante las últimas décadas, han seguido
adelante con la formación de sus hombres y mujeres generando organizaciones
altamente vocacionales, cohesionadas, absolutamente respetuosas de las leyes y
con entrega plena a sus conciudadanos. Para toda organización militar la
historia es determinante, no podemos generar conflictos para ver qué aprendemos
de ellos. La historia fundada, documentada, veraz, aquella que se aleja de los
caprichos de la mente y se vuelve irrefutable por las pruebas. Parte de la
historia es el derecho a honrar a los muertos, y mejor si murieron con gloria.
Una vez más cito al reconocido y respetado historiador Luis Alberto Romero,
quien afirma que “hace falta menos
memoria y más historia” para comprender qué nos pasa.
Asumimos
las luces y las sombras de nuestras historias individuales y las colectivas.
Hemos dado prueba de ello. La tergiversación de los hechos del pasado sólo nos
puede llevar hacia nuevos y más grandes errores.
Teniente
General (R) Diego Suñer
General de Division (R) David Ubaldo Comini
General de Brigada (R) Luis Alberto Cloux
Foro de Generales Retirados
NOTA:
Las imágenes y destacados no corresponden a la nota original.
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