lunes, 29 de octubre de 2012

SOMOS DOS PATRIAS ENFRENTADAS

Por  Andrea Palomas Alarcón.

Decididamente no soy compatriota de Hebe de Bonafini, ni de Estela de Carlotto. Es algo que he descubierto, que pertenecemos a distintos países.

No sólo pensamos distinto, somos de países extranjeros.

Tampoco soy compatriota de Garré ni de Verbitsky. No canto el mismo himno que Lubertino, ni mi bandera es el trapo colorado que pusieron en el mástil de la ESMA,  cuando las tropas de ocupación de los Kirchner convirtieron esa casa de estudios en una quermese de la media memoria.

Toda esta gente no pertenece a mi Patria.


Los padres de mi Patria no son Rodolfo Walsh ni Mario Santucho. Mis próceres no son el Che Guevara ni Azucena Villaflor. No me importa cuántas calles, estaciones de trenes o plazas llamen con sus nombres.

El padre de mi Patria es José de San Martín, al que le quitaron la guardia de honor de Granaderos que custodiaba la casa donde nació.


Los héroes de mi patria son el Capitán Pedro Edgardo Giachino a quien le bajaron el cuadrito un grupo de concejales alcahuetes de Mar del Plata; Belgrano, que es general y no doctor, porque con las armas ayudó a forjar esta Nación y no con el código civil.


Tampoco el código civil que quieren inventar es el de mi patria, ni el matrimonio entre personas del mismo sexo es una institución que yo respete.


Sus instituciones no son las mías. El INADI no me representa porque "Betty" puede decir lo que le venga en gana de la Iglesia de Cristo... porque es judía... pero un católico no puede sugerir nada parecido sobre el judaísmo  sin recibir una sanción. Al fin de cuentas, los católicos estamos para el cachetazo, lo afirma el Evangelio.


Un preso político no puede estudiar en la cárcel debido a que un profesorucho lastimoso se niega a darle clases y a eso lo llama el INADI "objeción de conciencia". Eso no es discriminación para las instituciones de la patria extranjera pero una funcionaria del Registro Civil no se puede 
negar a casar a dos homosexuales por objeción de conciencia porque 

es 
discriminatorio, ni un médico a hacer un aborto, porque pierde su trabajo.


Digámoslo de una vez, somos dos países distintos viviendo en un mismo territorio. Dos países que a esta altura entiendo irreconciliables, que se alejan más y más y cada día tenemos menos que ver uno con el otro.


La pregunta es: ¿vamos a hacer algo al respecto? Porque el "trapo colorado" nunca va a ser mi bandera ni el Che Guevara el padre de mi Patria. Nunca voy a aceptar sus banderas, sus próceres, ni sus instituciones, y el enfrentamiento se volverá cada día peor.


¿Qué se hace cuando un grupo de la población es enemigo de otro? Cuando no nos dejan vivir según nuestras creencias y quieren forzarnos a vivir según las de ellos. ¿Se divide el país? ¿La secesión es la respuesta? ¿Qué hicieron otros países? Alemania, por ejemplo, hizo un muro y listo, no se vieron las caras durante cuarenta años hasta que una de las patrias desapareció, producto de la realidad inclemente que todo lo nivela. ¿Es esa la respuesta?
¿Tendremos que levantar un muro?

¿Podremos sacarnos de encima la población que no pertenece a nuestra Patria?

¿Se irán de nuestro país o tendremos que irnos nosotros? ¿Nos los sacaremos de encima pacíficamente o tendremos que pelear? ¿Es que estos tipos nunca tuvieron un trabajo genuino y su patria es una ficción que parasita la nuestra. Acaso alguien en la Cámpora puede distinguir un trigal de un campo de soja? Lo dudo.

¿Aceptarán pacíficamente que además de cacarear tienen que sembrar la tierra? ¿O tendremos que blandir el sable para explicarles que no somos el combustible de su vida fácil?


LA PATRIA, DULCE SUEÑO.

Despierto como de un dulce sueño y recuerdo los actos de la escuela "Nuestra bandera es blanca y celeste...como el cielo que hizo el Señor...es la bandera más linda del mundo...porque la alumbra el sol del amor...".


Ahora sé que algunos de mis contemporáneos tenían otra bandera, que el Señor era para ellos una imposición patriarcal y el amor un prejuicio burgués, cuando no una neurosis. Los adivino apretando los puños cuando oían sobre las glorias de San Martín, del altruismo y el valor de nuestros próceres, del sacrificio de los jujeños en su éxodo hacia Tucumán, de nuestros mártires en el Monte Tucumano peleando contra la guerrilla, de Güemes y su hermana Macacha, la visión de Roca hacia el desierto y de los extranjeros como Liniers o Brown que se enamoraron de esta Patria en expectativa, cuando no era más que un sueño de libertad. Ahora sé que alguno de los que creía mis compatriotas rechinaban los dientes esperando su turno en el poder para exponer la otra patria al mundo.

Ahora que se han sacado la careta, debemos preguntarnos TODOS, los de una y otra patria... ¿qué vamos a hacer al respecto?

2 comentarios:

  1. Un artículo muy duro, pero muy real. Estamos igual que en Cuba, con la salvedad de que buena parte de los cubanos bienacidos pudieron huir de la isla, mientras nosotros nos tuvimos que quedar.

    ResponderBorrar
  2. No me preocupan esos renegados y apátridas, que ni siquiera tienen otra Patria, porque son un ínfimo grupúsculo que no representa a nadie y que volverá a quedar aislado, tal como fue en los 70. Son apenas unos pocos activistas, hábiles para la falacia y el engaño, rodeados de ratas que ya están preparando su desbande. La inmensa mayoría de nuestro pueblo ya se dió cuenta de la farsa y nunca cambiará nuestra Bandera por un trapo ni nuestra Historia por un relato.

    ResponderBorrar

No dejar comentarios anónimos. Gracias!