viernes, 3 de mayo de 2013

¿PORQUE CREERLE A LA PRESIDENTE?

La presidente Cristina Fernández en acto en Las Heras, provincia de Santa Cruz, entre las ya clásicas, repetitivas y cansadores ponderaciones a su difunto marido y críticas al actual gobernador de Santa Cruz, se dirigió a una persona del público, en su habitual estilo coloquial, haciendo algunas referencias a la construcción de la terminal de ómnibus.
Entre otras cosas expresó: “el contrato será licitado y ejecutado por la municipalidad pero con un control total". "Nadie va a robar nada, porque vamos a controlar todo, quédate tranquila".

Esta aseveración de la mandataria parece casi una burla. Cristina Fernández ya ha perdido totalmente la credibilidad de lo que expresa o anuncia. Simplemente hay que recordar los emprendimientos y obras cosas que anunció y que quedaron únicamente en anuncios  o realizadas a medias.
Todos los argentinos conocemos su engañosa grandilocuencia de sus fantasiosos e irreales “relatos”
La presidente ya entró en la Historia Negra del país por su tendencia a manipular, falsear y mentir en la mayoría de sus discursos y anuncios.
Pero en este caso su verborragia es doblemente cínica e hipócrita. Ensalzar a su difunto marido justamente en esa provincia en donde su gestión es tan fuertemente cuestionada no solo por sus métodos autoritarios y nada democráticos, sino por la maraña de infinidad puntas de hilo que van surgiendo  y que indicarían una verdadera  y escandalosa red de corrupción imperante en esa provincia y que luego se “nacionalizó” cuando asumió la primera magistratura.
Por otra parte, no se entiende como la presidente tiene el coraje y tupé de decirle a la ciudadana de referencia,  “… con un control total". "Nadie va a robar nada, porque vamos a controlar todo”.
Como creerle justamente a ella, que desarticuló, anuló o invalidó todos los mecanismos de control y supervisión institucional que contempla nuestra Constitución Nacional y nuestras leyes y que precisamente en estos mismos momentos, busca domesticar, disciplinar  y subordinar al Poder Judicial, que es el que debe controlar y limitar los excesos del Poder del cual ella es  la titular.
Con todo respeto, la presidente debería pensar un poco más lo que va a expresar para evitar que su boca y lengua escapen a su control intelectual.
O ella desvaría sin pensar lo que expresa, en ese caso sería una demente, una verdadera enferma, o tiene tan poco respeto y tanto menosprecio para con los ciudadanos, creyéndolos “discapacitados mentales”  incapaces de procesar y analizar lo que ella transmite.
En este último caso también sería una enferma.
Conclusión: en los dos casos Cristina es, o una enferma o una demente.

01- May-13      Dr. ALFREDO RAÚL WEINSTABL



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