Son
las 7 de la tarde y acabo de regresar de la prisión de Marcos Paz. Mi profesión
me llevó, desde joven a recorrer múltiples cárceles del país por lo que entrar
y salir de las mismas no significa para mi nada nuevo. Pero algo ha cambiado: el
tener ahora que visitar a presos que sé que están allí alojados por razones
puramente políticas, sometidos a juicios vergonzosos, donde todo lo que se me
enseñó en la Facultad de Derecho y aprendí en mis 40 años como abogado
penalista, los jueces serviles a este gobierno lo han tirado por la cloaca, me
abruma y desespera.
Yo,
que siendo un joven idealista más, decidí ser abogado para luchar por la
Justicia y la libertad del hombre, hoy, llegando al ocaso de mi vida creo
percibir que toda mi lucha ha sido en vano. En estos últimos años he visto lo
peor de la naturaleza humana y, lo que mas me afecta es que lo he visto en lo
que debería ser la garantía para todo ciudadano: en la Justicia, en sentencias
firmadas por Jueces en algunos casos motivados por razones puramente
ideológicas y revanchistas, pero en otras por seres pusilánimes, llenos de
cobardía, ausentes de principios como el honor, principios que siempre deberían
caracterizar a los encargados de juzgar a otros seres humanos en nombre de la
Sociedad.
Ahora
visito a quien en su momento fue mi Juez en Tribunales, luego mi Superior en un
cargo público al que me convocó (sabiendo de mi pasión por la verdadera Función
Pública), y que mas tarde se convirtiera en mi socio profesional y amigo. Un
hombre que –siendo él Juez y yo uno de sus imberbes Secretarios– me enseño la
rectitud de la función judicial y lo que era realmente juzgar con principios.
Aprendí de él la magnitud de aquellos valores que me llevaron a ser abogado, ya
que, si el caso lo ameritaba, debía trabajar 24 horas seguidas para que
detenidos con causas pasibles de ser sobreseídas no permanecieran ni un minuto
mas privados de su libertad. Y en ese aprendizaje he debido pasar noches sin
dormir en comisarías cuidando terroristas ,que sabía habían cometido hechos
atroces, todo porque mi Juez quería no obstante preservar la integridad física
de esos detenidos , ante el riesgo de cualquier abuso por parte de las
autoridades policiales o militares.
Papa Francisco: "no creersela" |
Años
mas tarde, cuando quien había sido mi Juez me convocó para que lo ayudara en su
gestión como Ministro de Gobierno en la provincia de Buenos Aires creí que de
él todo lo había aprendido, pero en ese caso, internándome en la actividad
política, aprendí de su gestión mucho mas. Aprendí a “no creérmela” (como dice
siempre el ahora Papa Francisco) , a perseguir a los funcionarios deshonestos,
y a luchar contra el sistema que busca enlodarnos día tras día (porque la
corrupción no es sólo del funcionario, sino también de quienes lucran con el
Estado, que son muchos y mas cínicos que el funcionario mismo al que buscan
corromper) Aprendí a luchar contra la burocracia de arriba y la de abajo, esa
“máquina de impedir” que día tras día frenaba nuestro ímpetu, Y sobretodo
aprendí que el Cargo Público debe ser considerado como
un
Honor y no un Botin de Guerra. Un cargo con el que la sociedad nos honra (no
sería mi caso porque fui designado por un gobierno de facto, pero creo que
igual debe así interpretarse) exige que le demos lo que necesita: una gestión
transparente que le permita a todo ciudadano vivir cada día con mas libertad y
oportunidades, en una sociedad que le brinde lo elemental: educación, salud,
seguridad y trabajo. Y aprendí por último a dejar esa labor, renunciando de
inmediato y sin rencores al cargo público cuando los de arriba no sólo no daban
el ejemplo sino que nos impedían seguir nuestro trabajo.
Ambos destruyeron la república |
No
obstante, lo bueno y lo malo que vivi y que aquilató mi experiencia de vida
quedó minimizado al llegar al poder el sujeto que creo la historia juzgara como
uno de los gobernantes mas nefastos que tuvo la Argentina, porque destruyó
junto con su mujer la República ,mostrando el aspecto mas vil y egoísta de la
sociedad argentina.
Asistí
así al cinismo de políticos y periodistas “opositores” que aplaudían su “política
de derechos humanos” sin tan siquiera llegar a husmear que era lo que pasaba en
los Tribunales. Cínicos comentaristas que celebraban juicios a militares y
policías que en un caso ya habían sido juzgados en épocas políticamente mas
duras –la de los primeros años de esta democracia- y en otro se los apresaba y
acusaba sin pruebas concretas, basándose en la sola necesitad de vengar hechos
pasados, descargados sobre sujetos que nunca se sabrá si eran culpables o
inocentes. Un odio visceral que los llevó a soslayar los principios básicos del
derecho: testigos falsos, teorías seudojurídicas que van contra el derecho
aplicado en todos los países del mundo, escraches y amenazas a jueces que aún
conservaban algo de coraje para intentar aplicar la ley, etc, etc. Todo ante el
silencio o la indiferencia de la gran mayoría de la sociedad, y especialmente
de los referentes sociales que deberían haber cuidado estas groseras
violaciones al derecho positivo. Ahora están llorando porque se están dando las
últimas embestidas contra la Justicia, pero como siempre ocurre ya es tarde. El
daño que este “modelo” le ha hecho al Poder del Estado que debe asegurar la
Justicia y la Libertad de las personas es enorme, y mucho tiempo se tardará en
repararlo, si es que alguna vez alguien intenta hacerlo.
general (R) Ramón Camps |
Vuelvo
a aquel Juez que me enseño lo básico de lo que es administrar Justicia. Hoy día
preso no por haber cometido algún delito, sino porque, al haber sido
funcionario del gobierno militar de los setenta “tenía que saber” lo que hacían
los militares con los terroristas que apresaban. Según sus captores, en su caso
concreto tenía que conocer lo que hizo el Gral. Camps en la provincia de Buenos
Aires, ello pese a que Camps fue juzgado y condenado cuando vivía por un
Tribunal independiente, Tribunal que determinó con verdaderas y contundentes
pruebas procesales, que ese Ministro de Gobierno no había tenido ni arte ni
parte en lo que se le achacaba a Camps. Hoy día, no obstante, mi ex Juez, socio
y amigo fue condenado a Prisión Perpetua porque “tenía que saber”
(paradójicamente Camps fue condenado por la Cámara Federal en la causa nro. 44
a 25 años de prisión)
Pero
no acabó acá mi aprendizaje: Hoy se encuentra alojado en uno de los pabellones
mas incómodos del Módulo 4 de Máxima Seguridad de la cárcel de Marcos Paz. No
junto a militares, sino en el pabellón donde va lo que en la cárcel llaman “el
lumpen de los delesa”, esto es policías provinciales, penitenciarios, civiles
allegados a esas policías, etc. y cada vez que en los demás pabellones que
alojan a militares, marinos o miembros de las Fuerzas de Seguridad se produce
una “vacante”, esto es, se libera una celda ( nunca por que pone en libertad al
ocupante, si se libera esa celda es porque lo trasladaron a una cárcel peor o
bien se murió) esta celda se la ofrecen en primer término a mi amigo. Y cada
una de esas ofertas es rechazada porque él quiere quedarse allí donde esta esa
gente mas “desprotegida”, trabajando todos los días ayudándolos en el manejo
de sus causas, las que se encuentran, en casi todos los casos, en manos de
“defensores oficiales” que también en su mayor parte son funcionarios “k” ( y
que en lugar de defenderlos los hunden).
Jaime
–Jimmy- Smart, porque de él estoy hablando, lo hace día a día con una sonrisa,
con gestos de amabilidad hacia los reclusos que se hacinan en ese pabellón,
usando su bien ganado prestigio como penalista y procesalista para ocuparse mas
de las causas judiciales de los demás que de sus propias causas, (no tiene una
sola causa penal, sino que cada mes le inventan una nueva, ya que quienes
manejan la política de odio y revancha planean seguir con estos juicios-show
por los siglos de los siglos y para eso lo necesitan a Jimmy, una presa muy
útil para proseguir con su maquiavélico plan, que avala con fervor la propia
Presidenta de este país). He descubierto entonces ahora la faceta de Jimmy que
me faltaba conocer. La de la entrega por el prójimo. La del desinterés por su
suerte frente a la preocupación por la de todos los que lo rodean. La del
hombre que, con 77 años encima, descarta la lesión en la columna que le produjo
un reciente accidente con el móvil que lo transportaba a Tribunales, para
atender los males físicos o sicológicos de sus compañeros de cautiverio. El
hombre en definitiva, que sabiéndose un perseguido político, una víctima mas de
la Revancha Montonera, olvida los agravios y siguiendo al pie de la letra el
ejemplo de Cristo perdona al que lo ofendió y ayuda al prójimo en desgracia.
Yo
lo he bautizado “Madiba”, que es el nombre tribal de Nelson Mandela, pues su
actitud se asemeja a la de ese ex presidente de Sudáfrica al cual le pudieron
robar por décadas su libertad física, pero no lograron derribar su fortaleza
espiritual.
…Me
empastillo con un Valium – una rutina normal para cuando regreso de Marcos Paz. Hoy dormiré gracias a esa droga, pidiéndole a Dios me ayude a desprenderme del
odio profundo que me carcome, pues se que es un sentimiento negativo que me
destruirá a mi antes que a mis oponentes. Espero en algún momento lograrlo… por
el momento se me presenta como una Misión Imposible…
EDGARDO
FROLA
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