Perdimos
a un ejemplo de dignidad.
Con la muerte del Teniente General
Jorge Rafael Videla se pierde un “caballero” en la total extensión del término.
Por una cuestión etaria y de
jerarquía militar, nunca hubiese tenido la posibilidad de compartir una serie
de vivencias muy cercanas con él; pero esta nefasta época de venganza me brindó
esa posibilidad en el último año.
Durante ese período compartido en
cautiverio, fueron incontables las charlas mantenidas; estructuradas
–fundamentalmente- en mis preguntas, ya que había muchísimas incógnitas que
deseaba resolver. Algunas se despejaron y otras no tanto. Pero siempre encontré
en él la voluntad de aclararlas.
Hombre de una profunda fé religiosa.
De comunión diaria, que podía satisfacer debido a la presencia, entre nosotros,
de un Ministro de la Eucaristía, autorizado por la Iglesia a brindar el
Sacramento.
Durante algún tiempo era el único que
los días domingo a las 09:00 hs. se encontraba frente al televisor (varias
veces me pidió que se lo encendiera y lo sintonizara) para participar de la
Santa Misa que se transmite. Poco a poco fueron sumándose otros Presos
Políticos que compartían esa celebración.
De costumbres espartanas, era
sumamente regular en sus horarios, considerados los momentos para hacer algún
tipo de actividad aeróbica (caminar alrededor del patio de “recreos”), de
sentarse a escribir dentro de su celda, de almorzar y cenar, y de higienizarse.
Mantenía él solo la limpieza de su
celda, siempre impecable; y lavaba sus utensilios de almuerzo, “enojándose” -ciertamente- si alguien pretendía hacerlo por él. Y cuando se le explicaba que
no se debía a considerarlo incapaz, sino que se intentaba preservarlo de algún
esfuerzo innecesario, aceptaba que su actitud era de “soberbia”… pero no la modificaba.
Nuestros pobres (de espíritu)
enemigos y adversarios afirman la satisfacción que sienten de que se haya
“muerto preso”. No comprenden que él quiso
(es decir, eligió) morir en
prisión.
Lo hizo saber a cuanto Tribunal lo
hicieron comparecer. Jamás se le escuchó una queja o un pedido de clemencia. A
pesar de que lo sometieron a las más graves iniquidades y vejámenes.
Humilló siempre a los que esperaban
verlo quebrado o destruido. Concurrió impecablemente vestido y acicalado en
cada oportunidad, que por capricho de algún magistrado, lo hicieron concurrir a
comparecer a algún Tribunal.
Muchas veces, nosotros, que en muchos
casos podríamos contar con la edad de sus hijos, lo aconsejábamos que se negase
a concurrir a alguna citación, argumentando sus dolencias físicas, reales y
ciertas; pero su respuesta era siempre la misma: “si puedo caminar, voy a ir”.
Reitero, fue un ejemplo de dignidad
para todos nosotros. Aún para aquellos a los que -cuando llegó aquí, a Marcos
Paz- se sintieron disgustados con su “presencia”. Su diaria actitud durante
casi un año, les hizo tornar su disgusto en respeto.
Todo esto dicho en cuanto a su
decisión y a su persona, no modifica el hecho de que lo dejaron morir, o lo
que es aún peor, hicieron todo lo posible para que se muriera.
Luego de cumplir más de 20 (veinte)
años en prisión, el simple capricho del Director Nacional del Servicio
Penitenciario Federal, Dr. Víctor HORTEL, quien -a la vez- es el Presidente de
la agrupación kirchnerista “Negros de Mierda”, armador de comparsas (a las que
se suma disfrazado de Hombre Araña) y “sacador de presos” del “Batayón
Militante” a partidos de fútbol en la cancha de Tristán Suarez y a “actividades
culturales”; bastó para que fuera trasladado, sólo con los elementos básicos
(esto es: una muda de ropa interior y los elementos de cama) de la Unidad 34
del Servicio Penitenciario Federal, que funciona en Campo de Mayo, al Complejo
Penitenciario Federal II de Marcos Paz, un día, a las 21:00 hs., con la
respectiva complicidad de los Tribunales de los cuales dependía, que aceptaron
esa decisión ante los hechos consumados. Es decir resignaron su autoridad por -vaya novedad- presiones políticas.
En este último tiempo, y observando
su deterioro físico, fueron incontables la oportunidades en que concurrimos a
ver a las autoridades del SPF a fin de que adoptaran recaudos para preservar su
salud.
Ante ello, y en el mejor de los
casos, concurría un médico al pabellón, conversaba con él (es decir, según
nosotros, intentaba “curarlo de palabra”,
porque ni siquiera contaba con un estetoscopio colgado del cuello, aunque más
no fuera para disimular) y se retiraba diciéndonos que “era cuestión de edad,
de su añeja escoliosis, de las condiciones de vida, etc., etc., etc.”, todos
motivos que justificaban la imposibilidad de que recibiera una adecuada
atención en este lugar y que -por el contrario- confirmaban que debía, cuanto menos, estar en su
domicilio.
Su caída en la ducha el día domingo
12/05/2013, desmejoró sensiblemente su aspecto. Durante la semana anterior casi con
seguridad, y de acuerdo a lo conversado con los médicos del servicio y con su
hijo, también médico de profesión, había sufrido una ACV que debió ser muy
suave. Nos preguntó en varias oportunidades que día era, tuvimos que marcarle
el número telefónico para que pudiese comunicarse con su casa y nos manifestó
que “se sentía perdido”.
Luego de su caída manifestaba un
fuerte dolor en la zona pélvica, pese a ello, lo hicieron concurrir a juicio
los días lunes 13 y martes 14, día en que dirigió al Tribunal sus últimas
palabras.
El día miércoles 15 a la mañana,
solicitamos hablar con el Director, Prefecto Flores y sólo logramos hacerlo con
el Jefe de Seguridad Interna de módulo IV Oficial Rotela, a quien se le
manifestó el estado de deterioro que observábamos en su salud. Nuevamente envió
a un médico, que resultó ser el Dr. Domínguez, quien finalmente firma el parte
médico de su defunción dos días después.
El jueves 16, como continuaba con sus
dolores, a los que se sumó descompostura estomacal o intestinal, volvimos a
solicitar la presencia de un médico. Es entonces que concurre la Dra. Mirta
Juárez Nasso que lo traslada a la Unidad Médica Asistencial del Complejo. Al
regresar el Teniente General comenta que le hicieron una serie de estudios, y
dice: “para tranquilidad de ustedes, me
dieron todos bien”. Pese a ello, nuevamente decidió no acompañarnos en la
cena, pues su descompostura lo hacía sentirse incómodo.
Esa fue la última oportunidad que se
comunicó con nosotros. El celador de la mañana, Suboficial Altamiranda al hacer el “recuento” cuando iniciaba su turno, lo encuentra en su celda,
ya fallecido.
Realmente nos produce una tristeza
enorme que un ser íntegro en sus procederes; alguien que ocupó durante cinco
años la Presidencia de la Nación y permaneció pobre, a quien jamás nadie pudo
endilgarle un mínimo acto de corrupción; que fue fiel a sus ideales y a su
conciencia; honesto en todas sus acciones, nos haya dejado antes de lograr la
inevitable y cercana reivindicación.
Sólo nos reunimos en torno a la imagen
de la Virgen de Luján y rezamos unas oraciones por su eterno descanso, y pusimos
una bandera nacional enlutada con un crespón en la puerta de lo que fue su
último alojamiento.
Pero sepa su Familia, que supo
mantenerse siempre a su lado, apuntalándolo y acompañándolo en sus decisiones,
que sus camaradas más jóvenes, los que fuimos sus subalternos, pudimos seguir
recibiendo su ejemplo hasta el último día de su vida.
Oramos por su alma y porque Uds.
logren cristiana resignación.
Así sea.
Víctor Alejandro Gallo
Capitán (R)
Preso Político
NOTA: Las imágenes y negritas no corresponden a la nota original.
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